En su canción “Tears in Heaven” (Lágrimas en el cielo) el cantante inglés Eric Clapton le pregunta a su hijo Conor, fallecido en un accidente a los 19 años:
“¿Sabrías mi nombre si te viera en el cielo? ¿Sería lo mismo si te viera en el cielo?”
Al hacerlo, Clapton esgrime en voz alta una interrogante universal: ¿volvemos a ver a nuestros seres queridos después de esta vida?
Para algunos, eso simplemente no es una posibilidad, la muerte es el fin. Para otros, en cambio, la respuesta es la fe, la esperanza en otro mundo donde las almas descansan (cielo) y se encuentran a medida que van llegando.
Para otros más, las almas se reúnen en este mismo plano, al cual –según esta creencia- regresan (reencarnación) una y otra vez, a través de los siglos, en distintas vidas y distintos cuerpos.
En ese sentido, aquellos que sí creen en una existencia posterior a esta, que vivimos actualmente, han emprendido un camino de estudio, que los ayude a comprender qué pasa con las almas al abandonar esta vida y cómo se encuentran en el tiempo.
En los últimos años investigaciones de psiquiatras como Iam Stevenson y Brian Weiss, entre otros, parecen dar pruebas inequívocas del regreso de las almas a esta vida y, más allá, la posibilidad de que estas reencarnen en la misma familia o siempre estén destinadas a encontrarse.
RECONOCIÓ EN SU NUEVO AMOR A SU ANTIGUO HIJO
Un ejemplo de esto pareciera ser el caso registrado por el psiquiatra Brian Weiss en su libro Messages from the Masters: Tapping into the Power of Love (Mensajes de los Sabios: aprovechando el poder del amor) en el cual cuenta la historia de cómo su paciente Diane se había enamorado y casado en esta vida, con quien casi dos siglos antes había sido su hijo.
Según lo narrado por Weiss, Diane era jefa de enfermera de la sala de emergencias de un hospital, y comenzó a acudir a sus consultas para tratar ciertos asuntos personales que la afligían en ese momento.
Durante una de sus sesiones, Diane tuvo un episodio de regresión espontánea, que la llevó a recordar una vida pasada.
En su experiencia, la mujer se vio a sí misma como una joven colona, habitante de América del norte, en los primeros años del conflicto entre conquistadores y nativos indígenas de esa región.
Recordó que durante un ataque de los indios, tuvo que esconderse en una alacena con su hijo, el cual tenía –según lo descrito por ella- una marca de nacimiento en la espalda, cuya forma era de media luna.
En ese momento, Diane pudo ver cómo ella, para que los hombres no los escucharan, le había tapado la boca al niño, y sin darse cuenta lo había ahogado.
Weiss cuenta que meses después de que a Diane le fuese revelada esa vida durante la sesión, ésta conoció en la sala de urgencias donde trabajaba a un hombre por el que se sintió muy atraída.
La atracción fue mutua, y el paciente también se interesó por Diane. Había sido ingresado a Emergencias por un ataque de asma, la cual había sufrido desde siempre; condición que según Brian Weiss tiende a ser común en los pacientes que han sufrido una muerte por asfixia en alguna vida pasada.
Diane quedó sorprendida cuando en medio de la revisión vio en la espalda del hombre una marca igual a la que había visto en su regresión. Diane y el hombre se enamoraron y se casaron, según Weiss habían vuelto a encontrarse de nuevo, para vivir otra vez el amor.
EL NIÑO QUE RECORDÓ HABER SIDO SU ABUELO
No obstante, este psiquiatra estadounidense no es el único que se ha interesado en el tema de las vidas pasadas. Su colega Iam Stevenson –quien lo precedió- dedicó cuarenta años de su carrera a investigar 2.500 casos de niños que tenían recuerdos de sus vidas pasadas.
Los casos registrados por Stevenson son los más importantes de la época contemporánea, en lo que a otras vidas y reencarnación se refieren, pues más allá de lo argumentado por sus detractores, sus seguidores afirman que el método usado por él da como resultado una investigación sólida.
Y es que Stevenson, según lo registrado en sus estudios, logró hacer relación entre los recuerdos de los niños y personas reales, con características, vidas y fechas y circunstancias de muerte, que coinciden por lo señalado por niños, cuyas edades no sobrepasan los siete u ocho años.
Una de los casos más impactantes de este psiquiatra, que a la vez sirve de respaldo para aquellos que no sólo afirman que volvemos, sino que pertenecemos a un grupo de almas que van reencarnando una y otra vez para encontrarse de nuevo, es el caso de un niño llamado William.
Hijo de Doreen McConnell, William nació en 1997, cinco años después de que su abuelo Jhon hubiese sido asesinado por seis disparos, que le perforaron los pulmones.
Desde muy bebé, William tuvo que visitar varios médicos: había nacido con atresia de válvula pulmonar, condición genética que consiste en una válvula que funciona mal, dirigiendo la sangre desde el corazón a los pulmones.
Por si esto fuese poco, el ventrículo derecho de su corazón también presentaba una deformación congénita, de la cual tuvo que ser operado.
Era como si las heridas por las que había muerto el abuelo, ahora afectaban al nieto, pues la forma en que las balas habían dañado el cuerpo de Jhon era muy similar a las condiciones que ahora afectaban a William.
No obstante, lo más impresionante de este caso investigado por Stevenson y registrado en el libro “Life before Life” (Vida después de la vida”) del psiquiatra Jim Tucker, son los recuerdos de William.
Un día, cuando William trataba de evitar un castigo de su madre. En medio de la situación, el pequeño niño vio a su madre y le dijo:
“Cuando tú eras una niña, y yo tu padre, yo no te pegaba”.
A esto, siguieron una serie de recuerdos, sobre datos que de acuerdo a su madre eran imposibles que Willian conociera.
Un día, por ejemplo, el niño le preguntó a Doreen por un gato que esta tenía cuando pequeña, llamándolo además por el nombre que sólo Jhon usaba para llamar al felino.
Según lo registrado por Stevenson, William fue capaz de recordar las fechas exactas del nacimiento y muerte de su abuelo Jhon, diciendo que éste (aunque lo hizo refiriéndose a sí mismo) había nacido un martes y había muerto un jueves, usando días de la semana exactos, a pesar de no conocerlos todavía, por su corta edad.
En el libro de Tucker sobre los casos de Stevenson, se puede leer que en vida Jhon le había prometido a su hija Dooren que siempre estaría cerca de ella. Y según lo sugerido por los psiquiatras, le había cumplido, regresando como su hijo.
Estos son apenas dos de los muchos casos registrados por la psiquiatría y la parapsicología sobre el cómo algunas personas, según estos investigadores, fueron capaces de recordar quiénes eran y cómo se encontraban unidas en otras vidas.
Madre e hijo que luego se reencuentran como esposos; hermanos que vuelven a toparse como maestro y alumno; padres que regresan como hijos, y un gran etcétera de casos que al parecer vienen a probar que la muerte no es el fin, sino sólo un paso de página a otra vida, donde volvemos a conseguirnos, cumpliendo nuestras promesas de no alejarnos jamás.