Música, arte y matemática
Dicen que la matemática es el lenguaje con el que Dios escribió el Universo. Y el Arte, aunque no sepamos exactamente qué es, podría definirse como aquello que nos recuerda lo bello que es el mundo.
La Música estaría en algún punto intermedio. Aunque artística, e indudablemente subjetiva, la Música también se rige por las leyes del sonido y la matemática de las ondas, y es objeto de una gran complejidad. La escala cromática, en este aspecto, es una creación magnífica que determina la capacidad del oído humano y la asocia con los valores en hercios que puede adoptar el sonido.
En el pasado más que ahora, la creación musical estaba orientada a la creación de resonancias, a la complejización del sonido en aquello que entonces se consideraba “bello”. De aquí surge la magnificencia las orquestas en los siglos XVIII y XIX (en la actualidad también existen sinfónicas, pero su popularidad se ha reducido mucho).
Una de las características de estas orquestas es que los compases de sonidos suelen realizarse unos sobre otros, dando a la música una fuerza imponente, proveniente de la resonancia. Difícilmente alguien encontrará molesto este efecto, al contrario, parece gustarnos por naturaleza.
Y es que, según recientes investigaciones, exactamente lo mismo sucede en nuestros cerebros.
Ondas diferentes, pero ondas
Las ondas de sonido son diferentes a las ondas electromagnéticas. Sin embargo, pese a ello ambos tipos de ondas se manejan bajo las mismas leyes, por lo que de alguna manera son comparables.
Nuestro cerebro utiliza electricidad para funcionar, por lo que emite ondas electromagnéticas. Ya hablamos de cómo estas ondas indican el estado mental y del hecho que el planeta oscila a una frecuencia asociada con la relajación (la llamada “Resonancia Schumann”), pero lo que no sabíamos es que el cerebro, en sí mismo, también genera este tipo de resonancias.
Resonancias que, matemáticamente hablando, se asemejan mucho a una orquesta sinfónica.
La orquesta cerebral
El estudio en cuestión se publicó en la revista Nature Neuroscience y consistió en las mediciones de un equipo de la Universidad de Nueva York dirigido por la Profesora Lila Davachi. En el experimento se demostró que – tal y como se había propuesto en 1995 – las neuronas se activan “en conjunto” cuando almacenan nueva información.
En el estudio se monitoreó la actividad cerebral de un grupo de participantes y se encontró que al pedirles recordar el orden de una lista de objetos (la cual incluía cosas como manzanas, mariposas o rocas) las neuronas mostraban emisiones “coordinadas” de ondas si el sujeto recordaba correctamente el orden. En caso contrario, no existía este efecto.
La investigadora comparó el comportamiento con el de una orquesta, afirmando que así como los instrumentos tocan al unísono las neuronas deben “ponerse en sintonía para recordar”. Si no lo hacen, el cerebro sencillamente olvida.
Interesante cómo la ciencia, de a pocos, comienza a parecerse al arte.
Imágenes: 1: hub.jhu.edu, 2: psychologytoday.com