Pese a que era conocido por las autoridades que los niveles del agua en la zona pueden alcanzar los 35 metros, la planta apenas si tenía un muro de contención de 6 metros de altura. La inundación, junto con el terremoto, dañó seriamente los sistemas de seguridad y evitó que el material radioactivo se enfriara de manera adecuada. Con el paso de los días, quedó claro que algo muy grave estaba sucediendo en Fukushima.

El gobierno japonés movilizó desde el primer día a las fuerzas armadas, decretó el estado de emergencia y evacuó a los civiles de la zona, pero nada podía reparar ya el daño hecho. Fukushima pasaría a la Historia como el peor accidente nuclear después de la Catástrofe de Chernóbil.

Los impactos del accidente en los animales de la región

En 2012, algunos científicos japoneses comenzaron a analizar los efectos de la radiación en algunas especies de mariposas que habitaban cerca del reactor, demostrando que la radiación había causado mutaciones que en ocasiones hacían que los animales fueran, incluso, incapaces de volar. El estudio se popularizó mucho en aquel momento, pero pronto la población perdió interés en el asunto y las palabras tranquilizadoras del gobierno comenzaron a calar. De acuerdo con los planes gubernamentales, en septiembre de 2015 (es decir, este mes) comenzaría el retorno de los habitantes de Fukushima a la ciudad, que se suponía, para entonces, estaría libre de peligro.

Sin embargo, las cosas no parecen ser tan sencillas. A pocos días del retorno, imágenes de las mutaciones en las margaritas de nuevo encienden las alarmas por los niveles de radiación y vuelven a poner en tela de juicio las decisiones del gobierno japonés.

Las margaritas mutantes                     

Hace pocos días un usuario de Twitter publicó unas fotografías en las que quedaba claro que algo muy raro estaba pasando con las margaritas. Estas flores, que de ordinario son circulares, mostraban patrones alterados de crecimiento en los que los estemas se juntaban para crear verdaderas “flores mutantes” (que, además, son un tanto perturbadoras a la vista).

Aunque las autoridades japonesas no se han pronunciado al respecto, muchos advierten que este fenómeno no es tan raro en esta especie de flores, y que se debe a una plétora de factores de los cuales la mutación es solamente uno. De acuerdo con Beth Krizek, un biólogo estadounidense de la Universidad de Carolina del Sur, este evento se conoce como fasciación y es bastante común en plantas como las margaritas. El biólogo afirma que haría falta sembrar las semillas de estas flores, y solo si sus descendientes muestran las anomalías podríamos saber, con certeza, que se trató de una mutación genética.

Muchos, sin embargo, no se muestran tan convencidos. El hecho de que la ciudad donde se tomaron las fotografías diste 110 kilómetros de Fukushima tampoco ha servido para calmar los ánimos. Parece ser que la abundancia de este tipo de flores ha llevado a que muchos consideren que los efectos de la radiación sí pueden culparse de los sucesos.

Esta indignación es comprensible. El evento de Fukushima fue un suceso que, tras Chernóbil, las autoridades del mundo habían prometido que jamás volvería a repetirse. Las fallas en la seguridad (previsibles) que llevaron al desastre también han convencido a muchas personas de que el gobierno japonés no es de fiar y podría estar ocultando información con tal de no llevar al pánico masivo.

En cualquier caso, las margaritas mutantes son la prueba de que la energía nuclear, aunque eficiente y barata, puede salir mucho más costosa de lo que suponemos.

Fuente de imágenes: 1: mamul.am, 2: i.livescience.com