Es probable que la mejor forma de aproximarse a cada uno de los atributos que pueden ser identificados en el Signo Lingüístico, sea revisando primero la propia definición de esta entidad, a fin de poder tener presente el contexto lingüístico en el cual estos tienen lugar.
Definición de Signo Lingüístico
En consecuencia, se puede comenzar por decir que la Lingüística concibe en líneas generales al Signo Lingüístico como la unidad del sistema denominado Lenguaje. Por otro lado, el Signo Lingüístico es explicado también como una entidad lingüística constituida en su estructura por la unión de una imagen mental (Significado) y una imagen auditiva (Significante) de cuya relación depende la unidad del Signo Lingüístico, y que pueden ser entendidas de la siguiente manera:
- Significado: en primer lugar, el Significado es señalado como una de las dos entidades psíquicas que constituyen el Signo Lingüístico. Así mismo, es entendido como la imagen mental que un hablante o grupo de hablantes tiene sobre un objeto o idea del mundo real, es decir, tomando en cuenta por ejemplo el objeto casa, se podrán encontrar en la realidad una gran variedad, las cuales se diferenciarán según su tamaño, distribución, colores o dimensiones, sin embargo, la mayoría de los hablantes tendrán en su mente también una abstracción de casa, la cual no tomará en cuenta estas particularidades, sino que apuntará hacia su concepto: estructura de cuatro paredes y un techo). Esta imagen mental o abstracción es lo que se conoce como Significado, y se encuentra estrechamente ligada a un Significante específico.
- Significante: por su parte, el Significante es explicado por los lingüistas como la imagen auditiva que se encuentra relacionada con un Significado o imagen mental. Por ejemplo en el caso del concepto o imagen mental casa, este se encuentra relacionado con el significante [kasa. No obstante, esta entidad psíquica no puede ser confundida con una palabra o forma concreta, puesto que en realidad es una huella acústica o auditiva que se activa en presencia de una forma o pensamiento, relacionándose así mismo con un Significado específico, y constituyendo así el Signo Lingüístico.
Atributos del Signo Lingüístico
Teniendo presente entonces la definición de esta entidad lingüística es probable que ciertamente sea mucho más sencillo comprender en relación a qué se establecen cada uno de los atributos que la Lingüística ha determinado en base al Signo Lingüístico, y que básicamente se pueden describir de la siguiente forma:
Abstracto
Quizás el primer atributo o característica del Signo Lingüístico sea su carácter abstracto, el cual le confiere también la cualidad de ser intangible. En este sentido, si se hace referencia nuevamente a la definición de esta entidad lingüística se podrá ver que es descrita como una entidad psíquica, por lo que sucede en la dimensión mental, abstracta e intangible del hablante. Así mismo, en su estructura está conformada por la unión de dos entidades que son descritas igualmente como psíquicas: Significado y Significante.
Dicotómico
Por otro lado, las entidades que conforman el Signo Lingüístico: Significado y Significante son concebidas por la Lingüística como entidades psíquicas que se oponen entre ellas, no obstante esta oposición, estas también se necesitan y requieren mutuamente, pues su separación implicaría también la ruptura y fin del Signo Lingüístico que constituyen. Por consiguiente, esto hace que el Signo Lingüístico pueda ser considerado también como una entidad de carácter dicotómico.
Arbitrario
En otro orden de ideas, la Lingüística también ha señalado que entre el Significado y el Significante que constituyen un Signo Lingüístico no se puede hablar de una relación o nexo que sea motivado o natural, es decir, no existe ninguna razón que explique por ejemplo por qué el concepto que los hablantes tienen de casa (estructura de cuatro paredes y un techo) esté relacionado con la imagen auditiva [kasa. En consecuencia, la Lingüística indica que el nexo que une a estas dos entidades psíquicas es arbitrario, y ha sido el resultado de un proceso de evolución vivido por la Lengua, durante generaciones.
Inmutabilidad
Así mismo, ningún hablante o estudio lingüístico pueden explicar cómo fue el proceso lingüístico que produjo que un determinado Significado se uniera a un Significante específico y no a otro. De esta manera, el Signo Lingüístico no sólo es arbitrario, sino que como la Lengua –dimensión lingüística a la que pertenece- es una herencia cultural, y a la vez una imposición, pues nadie en realidad escoge la Lengua materna a la cual pertenece. Por ende, al no poder conocerse el proceso por medio del cual esta relación entre Significado y Significante existe, tampoco existirá hablante que por voluntad propia pueda atentar contra dicha relación, es decir, ningún hablante podrá romper la unidad del Signo Lingüístico, de ahí que esta entidad sea considerada entonces como inmutable.
Mutabilidad
Sin embargo, la Lingüística también ha sido enfática en señalar cómo –a pesar de que la Lengua es considerada como una entidad inmutable- las únicas lenguas que no cambian son aquellas denominadas Lenguas muertas, es decir, que ya nadie habla. En consecuencia, a pesar de que no suceden con mucha frecuencia, y los que tienen lugar ocurren en procesos que llevan años, e incluso generaciones de hablantes, la Lengua sí varía, es decir, sí vive algunos cambios. En el caso del Signo Lingüístico ocurre igual, puesto que aun cuando éste es entendido como una entidad mutable, en ocasiones ocurre que un Significado deje de relacionarse con un Significante, y comience a hacerlo con otro. A este proceso se le conoce como Desplazamiento de Significante, puesto que una imagen auditiva es sustituida por otra, haciendo también que el Signo Lingüístico sea considerado igualmente como una entidad mutable. No obstante, estos procesos no son tan comunes, puesto que el Signo Lingüístico –al igual que la Lengua- tienden a la estabilidad, el no dinamismo y la inmutabilidad, ya que esto le permite conservar su unidad, y por ende que sea posible la comunicación entre los hablantes, tanto contemporáneos, como aquellos pertenecientes a otras generaciones, como por ejemplo cuando se establecen estudios lingüísticos diacrónicos.
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