Daniel Alcides Carrión García (Cerro de Pasco, Perú, 13 de agosto de 1857 – Lima, Perú, 5 de octubre de 1885). Estudiante de Medicina y científico de origen peruano, quien es reconocido en su país natal como “mártir de la Medicina peruana”, por haber ofrecido su propio cuerpo y vida, para el estudio de la infección “verruga peruana”, concluyendo que esta era apenas una fase de la “fiebre de la Oroya”, siendo estas dos dolencias la misma afección.
Primeros años
Según reposa en los anales de la Historia, Daniel Alcides Carrión nació en el Cerro de Pasco, Perú, el 13 de agosto de 1855, convirtiéndose así en hijo de Baltasar Carrión Torres, abogado y médico de origen ecuatoriano, y su esposa Dolores García Navarro. Así mismo, reseñan sus biógrafos, que Daniel Alcides Carrión García cursó sus estudios primarios entre el Cerro de Pasco y la región de Tarma. Al cumplir la edad de catorce años, fue enviado por su familia a la ciudad de Lima, en donde curso su bachillerato en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, destacándose como un excelente alumno.
Carrera de Medicina
Con veintiún años de edad y decidido a seguir con los pasos de su padre. Daniel Alcides Carrión García se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos, ubicada igualmente en la ciudad de Lima, en donde desde 1878 cursó estudios de Medicina Humana. Cuando llevaba siete años de estudios en esta Facultad, Daniel Alcides Carrión García se interesó también por un tema que intrigaba profundamente a los médicos del Perú: la verruga peruana, enfermedad propia de los valles centrales de este país.
Enfermedad de Carrión
Viendo que los científicos chilenos mostraban especial interés por estudiar y descubrir cómo tratar esta enfermedad, Daniel Alcides Carrión García acudió en 1885, en un gesto de nacionalismo científico, ante el doctor Evaristo Chávez, galeno del Hospital de Dos de Mayo, para que éste le inoculara en su torrente sanguíneo secreción extraída de una verruga de una paciente femenina, de nombre Carmen Paredes, a fin de poder estudiar en su propio cuerpo la evolución y sintomatología de esta enfermedad.
Fiel a su voluntad, el médico Chávez procedió a inyectarlo con la muestra obtenida de la tumoración, a fin de que este científico hiciera sus observaciones en torno a demostrar de primera fuente que la verruga peruana se trataba de una enfermedad contagiosa, transmisible, así como sus distintas fases y síntomas. Era 27 de agosto de 1885. Los próximos días transcurrieron con normalidad, hasta que después de 21 días, Daniel Alcides Carrión comenzó a sentir los primeros síntomas de la afección en su cuerpo, sólo que estos no coincidían de inmediato con la verruga peruana, sino con otra infección denominada fiebre de Oroya, por lo que la sociedad científica del Perú comenzó a tener indicios de que estas dos manifestaciones en realidad eran la misma.
Desenlace final
Durante toda la evolución de la enfermedad, Daniel Alcides Carrión García se mostró consciente, desarrollando la elaboración de una historia clínica precisa, que daba cuenta de cada síntoma y observación. No obstante, el 26 de septiembre de 1885, la enfermedad, caracterizada por fiebre aguda y una anemia prominente, lograron debilitar al máximo la salud de este científico, quien se vio vencido por el delirio, perdiendo para siempre la conciencia. Sus colegas, angustiados por su suerte y en honor a su gran valentía, decidieron continuar el trabajo emprendido por este audaz estudiante de Medicina, llenando detalladamente su evolución clínica.
En un intento desesperado por salvarle la vida, Daniel Alcides Carrión García fue trasladado a la clínica Maison de Santé, ubicada en Lima, en donde el 4 de octubre de 1885 entró en coma, luego de haber recibido un conjunto de inyecciones a base de ácido fénico. Un día después, el 5 de octubre de 1885, Daniel Alcides Carrión García perdía la vida en manos de la enfermedad que se había inoculado apenas cuarenta días antes. En su honor, la sociedad científica peruana decidió renombrar las enfermedades “verruga peruana” y “fiebre de Oroya” como “enfermedad de Carrión” reconociendo el gran aporte que hizo este mártir de la medicina, aún a su propio riesgo.
Hallazgos posteriores
Veinte años después, el microbiólogo peruano Alberto Barton decidió continuar con el estudio de la Verruga Peruana, dando rienda a una completa investigación en donde participaron científicos peruanos y estadounidenses de la Universidad de Harvard, la cual concluyó que esta afección es producida por una bacteria, que fue bautizada como Bartonella bacilliformis, la cual desarrolla esta enfermedad, propia de Perú, Ecuador y Colombia, siendo transmitida por mosquitos infectados. En la actualidad, no resulta mortal, pues la Medicina ha descubierto que la aplicación de Cloranfenicol durante la fase aguda, así como de Rifampicina o macrólidos en la fase grave, puede aportar tratamientos positivos, tanto en niños como en adultos, procurando su positiva evolución, en cualquiera de las dos etapas en las que se encuentre este padecimiento endémico, propio de estos países latinoamericanos.
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