Primeros años

Tal como reseñan sus biógrafos, Juan Aldama González nació en Guanajuato el 3 de enero de 1774, específicamente en el territorio denominado San Miguel de Allende, y que para el momento del nacimiento de este independentista, contaba con el nombre de San Miguel el Grande. Este futuro patriota nació en el seno de una importante familia criolla, hecho que le abrió las puertas a las filas del ejército español, en donde hizo carrera militar, llegando a ostentar incluso el rango de Capitán de caballería del Regimiento de la Reina.

Sin embargo, con los años, este militar mexicano comenzó a concebir como injusto las reglas españolas que le impedían a México comercializar sus productos con otro país que no fuese España ni con otras reglas que no fuesen aquellas dictadas por la Corona. De esta manera, Juan Aldama comenzó no sólo a interesarse en política, sino que se unió al clima de malestar que comenzaba a gestarse dentro de los blancos criollos mexicanos, quienes además de encontrar limitaciones económicas y comerciales, se encontraban exentos también de poder ejercer cualquier rol dentro de la estructura de mandos políticos y militares, en México.

Rebeldía

Estas razones, hicieron que en Juan Aldama González surgiera el ideal de rebelarse contra el imperio español, deseo que consiguió eco en varios compañeros de su clase social, así como en miembros de su familia, entre los que destaca su hermano Ignacio Aldama, así como sus sobrinos Mariano y Antonio, junto a quienes llegó a pelear varias sublevaciones en nombre de la Independencia mexicana del yugo español.

De esta forma, junto a su hermano Ignacio, Juan de Aldama tuvo una importante participación en hechos históricos, cruciales para el movimiento independentista, como lo fueron la Conspiración de Valladolid, ocurrida en el año 1809, así como durante las Juntas Secretas de Qurétaro y San Miguel, las cuales tuvieron lugar un año después, en 1810. Sin embargo, una vez descubierta la conspiración, Juan Aldama González decide abandonar San Miguel, para dirigirse al pueblo de Dolores, en donde tendría la oportunidad de participar junto al cura Miguel Hidalgo en la sublevación que daría el Grito de Independencia de México, el 16 de septiembre de 1810.

Así mismo, sus conocimientos militares, lo llevaron a asumir la dirección de los rebeldes, a quienes dirigió bajo el cargo de Teniente General, conduciendo eficientemente sus tropas en la batalla de Monte de las Cruces, así como en el asalto de Guanajuato. En ambas batallas, las tropas independentistas obtuvieron importantes victorias, lo que hicieron que Juan Aldama de Gonzáles tomara la decisión de partir con sus tropas rumbo a la capital mexicana. Rumbo a su destino, dirigió a sus hombres en la batalla ocurrida en Puente Calderón.

Arresto y ejecución

Temiendo encontrarse sitiado, este prócer mexicano decidió dirigir sus tropas hacia el norte de México, con la intención incluso de alcanzar el territorio estadounidense, el cual le permitiera evadir las tropas españolas, que además de superar a sus hombres en número, tenían la firme decisión de barrer cualquier rastro del movimiento independentista.  Sin embargo, cuando se encontraban de paso por Acatita de Baján, Juan Aldama González cayó bajo arresto, junto a Ignacio Allende. A pesar de que el virrey de México decidió extender un indulto, perdonando a aquellos que habían sido puestos bajo arresto por sublevarse, no perdonó a Aldama, así como a sus compañeros, Mariano Jiménez, Manuel Santa María, Miguel Hidalgo y el propio Ignacio Allende.

Por el contrario, estos próceres mexicanos, así como otros dirigentes e importantes independentistas fueron condenados a la pena capital, llevados a Chihuahua y ejecutados el 26 de junio de 1811. De hecho, fueron decapitados y sus cabezas fueron introducidas en jaulas de hierro y llevadas a Guanajuato, donde fueron exhibidas en la Alhóndiga de Granaditas, durante trece años, siendo retiradas finalmente en 1824, para ser conducidas la Catedral de la Ciudad de México, y sepultadas junto a sus cuerpos, bajo el altar de los Reyes. No obstante, en la actualidad los restos de este prócer mexicano reposan en la Columna de la Independencia.

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