Kepler
En los últimos años, en el marco del proyecto Kepler, incontables recursos se han invertido en la investigación espacial con el objetivo de encontrar vida en el espacio. Como por ahora sólo conocemos la vida terrestre, ante todo se buscan planetas que tengan condiciones de vida semejantes a las de la Tierra.
Ante todo, resulta fundamental encontrar agua, la base para la vida tal y como la conocemos. Con base en análisis de los planetas conocidos, los científicos han desarrollado el concepto de “zona habitable”, esto es: el territorio en torno a una estrella en el que un planeta rocoso podría sostener agua líquida. Es forzoso recordar que el hecho de que un planeta se encuentre en esta área no significa que tenga agua líquida: Venus, la Tierra y Marte están todos dentro de la zona habitable, pero Venus y Marte perdieron sus océanos en algún momento del pasado remoto.
Así, los esfuerzos parecen estar brindando frutos pues hasta el momento se ha descubierto una cantidad considerable de planetas que podrían albergar el valioso líquido. Sin embargo, el descubrimiento más espectacular hasta el momento acaba de ocurrir en un observatorio en Chile:
TRAPPIST-1
El Sistema Solar descubierto fue bautizado TRAPPIST-1 en honor al telescopio TRAPPIST (Telescopio Pequeño de Planetas y Planetoides en Transición, por sus siglas en inglés) con el que fue descubierto. Los científicos se encontraron con que una estrella enana roja presentaba variaciones de luz periódicas, indicador de que existen planetas que orbitan en torno a ella y que bloquean la luz que esta emite.
Una posterior revisión con el “Telescopio Europeo Extremadamente Grande” (sí, así se llama) reveló que en efecto la estrella contaba con tres planetas que orbitaban en sus cercanías. Se trata de un astro mucho más pequeño que nuestro sol que emite también menos radiación, por lo que los planetas, para tener el mismo calor que recibe la Tierra, deben estar mucho más cerca.
En efecto, se calcula que el planeta más cercano orbita la estrella en apenas un día y medio, mientras que el segundo lo hace en 2.4 días. El tercero tiene una órbita que no ha sido determinada, pero que se calcula entre 4 y 73 días: en cualquier caso supremamente corta si la comparamos con la terrestre. De los tres planetas, los dos ubicados en los extremos presentan tamaños semejantes al de Venus y el del centro tiene casi el mismo tamaño de la Tierra.
El planeta más cercano a la estrella, según los cálculos, recibe alrededor de 4 veces la luz que llega a nuestro planeta, el segundo recibe el doble y el tercero recibe algo menos en comparación con la Tierra. Todos ellos podrían contener agua y, según las evidencias, todos parecen ser mayoritariamente rocosos.
El principal problema que podría existir para la vida es que los cálculos indican que los planetas siempre mostrarían la misma cara a su estrella (tal y como la Luna lo hace con la Tierra), por lo que un lado sería muy caliente y el otro estaría en perpetua penumbra. Esto no se ha confirmado aún, pero de ser verdad indicaría que posiblemente la vida solo podría existir en las zonas crepusculares.
La manera más fácil de determinar si existe vida es buscar compuestos orgánicos o reactivos en la atmósfera: por ejemplo, sin vida el oxígeno terrestre pronto reaccionaría con otros compuestos y desaparecería de la atmósfera, así que al detectar oxígeno en la atmósfera terrestre desde otro planeta se podría concluir que hay una alta probabilidad de que allí exista vida. Por el momento, es imposible realizar análisis de la atmósfera de estos planetas (en caso de que exista), pero en unos años se terminarán los telescopios E-ELT y James Webb y entonces sabremos si existe otro planeta habitado en el Universo… o si tenemos que seguir buscando.
Imágenes: 1: drewexmachina.com, 2: wikipedia.org