El valor de lo sencillo
Hace apenas alrededor de medio siglo que sabemos de la existencia del ADN y de su importancia en la constitución de la vida terrestre y sin embargo ya hemos aprendido a manipularlo y manejarlo casi que a nuestro antojo. Lo que originalmente fuese una chapucera modificación usando bacterias cuyos efectos ni siquiera se conocían a ciencia cierta se ha convertido en una tecnología capaz, literalmente, de cortar pedazos de ADN y “pegarlos” en donde los necesitamos. Recientemente, por ejemplo, vimos la noticia del grupo de científicos que fueron capaces de hacer crecer una oreja en una manzana.
Pero aunque parezca que esto nos dará todas las soluciones que necesitamos, en ocasiones las soluciones más simples son las que terminan por resultar eficaces. Fue lo que sucedió cuando otro grupo de científicos (en esta ocasión, del Instituto Politécnico Worcester, de Massachusetts) fue capaz de convertir una hoja de espinaca en tejido vascular funcional utilizando, literalmente, un lavado especial y células humanas. Veamos:
La hoja de espinaca
Las hojas de espinaca (venga uno a saberlo) tienen una estructura muy semejante a aquella de los tejidos humanos. Poseen una serie de “venas” o conductos que le permiten llevar sus nutrientes a todas las partes de la hoja… y que son casi idénticos a aquellos que utiliza el tejido vascular humano.
El mecanismo de trabajo fue sencillo. Primero, se realizó la “descelularización” de las hojas de espinaca, una especie de “lavado” que retira las células de la hoja dejando intacta la estructura en la cual se encuentran ubicadas (en este caso, un “andamio” de celulosa). La hoja se volvió entonces translúcida.
A continuación los científicos introdujeron algunas células y fluidos humanos (específicamente células madre mesenquimales, capaces de generar tejidos, y cardiomiocitos, capaces de contraerse). Tras 21 días la hoja seguía “viva” y los cardiomiocitos seguían latiendo como en un tejido vivo. La hoja de espinaca se había convertido en parte de un sistema circulatorio humano.
Como siempre, este es un primer avance, espectacular pero poco práctico. Sin embargo, se espera que ayude a desarrollar tecnologías que bajen dramáticamente los costos del tejido vascular y eventualmente permita la construcción, al menos parcial, de órganos usando este tipo de insumos.
Y también nos muestra que a veces las soluciones pueden ser más simples de lo que creemos.
Imagen: laopinion.com