El final de una civilización puede llegar de muchas maneras. Puede darse cuando fuerzas externas la presionan al punto de la conquista y la destrucción, o cuando una catástrofe imprevista lesiona su población o su fuente de recursos. Puede, así mismo, darse por causas internas, por el estallido de tensiones sociales o por la simple y llana incapacidad de adaptarse a nuevas circunstancias.
Sin embargo, un motivo poco reconocido para estas crisis suele provenir del aspecto ambiental. Contrario a las creencias, fueron muchas las sociedades antiguas que colapsaron debido a una mala gestión de sus recursos, es decir, a explotarlos sin garantizar su sostenimiento a largo plazo. En vista de las circunstancias actuales, donde la crisis ambiental ha llevado a que incluso la NASA advierta que el fin de la civilización contemporánea podría estar próximo, considero pertinente realizar un pequeño recorrido por alguna de estas civilizaciones para conocer sus características, las razones que llevaron a su declive y qué podríamos aprender de sus experiencias. Después de todo, quien no conoce su historia está condenado a repetirla. En esta primera entrega conoceremos la historia de los antiguos: los enigmáticos Anasazi norteamericanos
La Leyenda de los Antiguos: el misterio del pueblo Anasazi
Cuando los españoles exploraban los desiertos del nororiente mexicano se encontraron con algunas tribus sedentarias que vivían en poblados en medio de las áridas tierras. Estas pequeñas comunidades vivían en casas cómodas y cultivaban gran diversidad de productos – aun hoy, son los horticultores más proficientes de la región – pero no poseían grandes poblados o una sociedad compleja. Mientras exploraban la región, encontraron aterrados una serie de complejos urbanos impresionantes, algunos con “edificios” de más de 3 pisos, y otros con viviendas talladas en la roca que podían albergar a cientos de personas. Todas estas impresionantes ruinas se encontraban en medio del desierto, sin fuentes de agua o alimento a la vista. Atónitos, los colonizadores preguntaron a los indígenas qué significaban dichas ruinas, a lo que éstos respondieron “se trata de los antiguos. Nadie vive allí desde entonces”. En efecto, “Anasazi” significa “antiguo” en este idioma, y así dieron en denominar a estas gentes misteriosas.
Desde entonces se ha profundizado mucho sobre estas gentes. Recientemente equipos de científicos han visitado sus ruinas en busca de información sobre sus orígenes, su naturaleza y su enigmático final, y han llegado a la conclusión de que se trató de una crisis ambiental, que convirtió terrenos fértiles en desiertos y arruinó la agricultura anasazi.
Señales de peligro: la cúspide de los Anasazi
Los Anasazi habitaban estos territorios desde al menos el año 2000 a. C., y la construcción de sus habitáculos más impresionantes comenzó en torno al año 300 d. C. Desde entonces su civilización se desarrolló y alcanzó el pico de su desarrollo en torno al año 1000 d. C. Después de esto, tras algo más de dos siglos, los Anasazi migraron de sus territorios, abandonaron sus espectaculares poblados y fueron incluso olvidados por la historia. Cuando llegaron los españoles no quedaban más que sus ruinas sobre la arena.
¿Qué llevo a la destrucción de una sociedad que llevaba más de 3000 años ocupando el territorio? ¿Por qué colapsó precisamente cuando se encontraba en la cúspide de su desarrollo? No existen síntomas de decadencia de la sociedad, cuando colapsó, lo hizo de repente. Sin embargo, los investigadores han encontrado las señales de peligro que podrían haber alertado a los Anasazi de la precariedad de su situación.
El primer y más importante de estos peligros es el aumento significativo de la población. Si bien normalmente este aumento se ve como un impulso positivo, puede resultar peligroso si la fuente de recursos no posee la capacidad de aumentar su producción de manera equivalente. O, peor, cuando puede hacerlo… a costa de sacrificar la producción futura.
Esto nos lleva al segundo peligro: la precariedad del entorno. En una región de valles tropicales con altas precipitaciones, la cobertura forestal se recupera en pocos años tras un episodio de deforestación, y la disponibilidad de agua no es tan vulnerable a episodios de sequía. Sin embargo, el ambiente de bosques secos (semidesértico) en el que habitaban los Anasazi era extremadamente vulnerable a estos fenómenos, pues su medio ambiente se caracterizaba por bajas precipitaciones y una cobertura forestal muy vulnerable a la deforestación (es decir que una vez se superara un cierto límite, la cobertura tardaría siglos en regenerarse o no se regeneraría del todo).
El último peligro – este sí imposible de prever para los Anasazi – consistía en una serie de “buenos tiempos”, en este caso caracterizados por la abundancia de las lluvias.
El colapso de los Anasazi
Hacia el año 1150 d. C. los Anasazi se encontraban en la cúspide de su desarrollo. Ciudades enteras se alzaban, alimentadas por la fertilidad de los suelos y la abundancia de las lluvias, y daban hogar a poblaciones cada vez más complejas que podían darse el lujo de tener una casta sacerdotal importante. Esto llevo al aumento del comercio, del desarrollo artístico y arquitectónico y de la importancia de este grupo en la región.
Pero también significó un serio peligro para la sociedad Anasazi. A medida que aumentaban sus números y que se le exigía más al terreno, era necesario convertir más bosques en prados para la siembra, lesionando la capacidad del ecosistema de retener en agua. Así mismo, se talaban cada vez más árboles por la necesidad creciente de madera para construcción, transporte y leña para fuego. Análisis palinológicos (es decir, analizando muestras de polen enterradas en el suelo) indican que grandes regiones hoy desérticas antiguamente eran densos bosques secos, que fueron destruidos en la búsqueda insaciable de recursos que caracterizó las últimas etapas de esta sociedad.
El crecimiento de la población, con todos los recursos que esto exigía, se desencadenó por un largo periodo de clima favorable, en el cual las lluvias veraniegas fueron constantes y los inviernos cálidos, favoreciendo la producción agrícola. Pero cuando el sistema revertió, en torno al año 1250 d. C., la crisis subsiguiente aniquiló la sociedad Anasazi en menos de una década.
Contrario a otros finales más dramáticos, los Anasazi sencillamente abandonaron sus regiones. La leyenda, acuñada por sus viejos enemigos navajos, cuenta que se dirigieron al subsuelo, al reino subterráneo del que procedían. Los investigadores creen más probable que se dirigieran al sur, a tierras más húmedas, y aparentemente pudieron marchar sin que mediaran grandes guerras o mortandades. En este sentido, como veremos, los Anasazi fueron afortunados.
Similitudes y diferencias entre el contexto anasazi y la modernidad
Pensemos por un momento particular en la actualidad humana. Nuestra población ha crecido de manera dramática durante los últimos 300 años, y la presión sobre los recursos se ha hecho importante. Sin embargo, nuestra productividad no solo ha aumentado a costa de la destrucción del ambiente, hemos logrado grandes avances en la tecnificación y la optimización de los procesos, por lo que mayor producción necesariamente no se traduce en mayor presión medioambiental.
Así mismo, venimos de dos siglos de temperaturas favorables a nuestro crecimiento y nos encontramos en el marco de un fenómeno de cambio climático que, se dé en la dirección que se la sostenidé (sea que aumente o disminuya la temperatura) pondría en peligro bilidad de los cultivos. Por último, uno de nuestros principales aliados en la producción agrícola – las abejas – está aquejado por extrañas dolencias en todo el mundo desarrollado.
Viendo estas cosas les pregunto, estimados lectores: ¿Consideran que las similitudes son suficientes para empezar a preocuparnos? ¿O creen, por el contrario, que las nuevas tecnologías bastarán para mitigar los daños que hemos realizado y evitar que se repitan en el futuro?
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