En la actualidad, las familias con numerosos integrantes suelen verse mucho menos que en décadas pasadas. Sin embargo, pertenecer a una de ellas implica toda una serie de eventos y situaciones psicológicas peculiares, pues cada persona es un mundo distinto y en ocasiones, resulta toda una odisea convivir con tanta gente. Las siguientes, son algunas “cosas que pasan cuando se tiene una familia numerosa”:
Las festividades son una locura
Empezando, porque por lo general la abuela y las mujeres adultas de la familia cocinan platos deliciosos, a lo mejor no puedas parar de comer aunque sabes que te vas a sentir mal y sobre todo, no querrás ofender a la abuela con eso de que ya estas satisfecho.
Presentar a la persona con la que estás saliendo puede resultar todo un drama y un montón de caras extrañas todo el tiempo. Para el nuevo integrante representa todo un arte presentarse y adaptarse.
Las festividades de navidad y año nuevo son exclusivas. Cada uno saca a flote un poco el loco que lleva dentro.
Cuando se logran reunir todos los miembros, pareciera una reunión multitudinaria.
En una reunión familiar, te puedes sorprender con lo rápido que vuela la información entre la gente: “todos saben todo sobre la vida de todos”.
Una reunión entre primos suele ser muy divertida y todo puede pasar.
A pesar de todo, nunca los cambiarías por nadie
Uno de los mayores caos, es salir de viaje todos juntos. Especialmente para la hora de salida; es casi imposible coordinarlos a todos. Aunque también es muy divertido.
Si vas con algún amigo o pareja, existe una alta posibilidad de que alguno te haga quedar como un zapato.
Tienes millones de historias y anécdotas qué escuchar, de cada familiar. También tendrás todo un interrogatorio sobre tu vida.
Estrenar ropa podría representar todo un lujo, si tienes varios hermanos y eres de los menores. Las prendas que hoy están en el guardarropas de ellos, pasarán a ser tuyas y a lo mejor, difícilmente pasarás por el almacén.
Intentar entrar al baño en un apuro, suele ser una terrible experiencia. Casi siempre está ocupado.
Definitivamente, para quien le toque lavar la loza, es como si fuese una penitencia.
Pero muy seguramente, a pesar de todo esto, nunca los cambiarías por nadie.
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