Título de nota periodística en la que se narraba el suceso
Natividad
A las 6 de la tarde del día de navidad de 1954 un pequeño grupo de personas se reunió frente a una casa en la ciudad de Oak Park en Illinois (Estados Unidos). Aunque el asunto podría parecer ordinario – en particular en una fecha tan caracterizada como esta por reunir a familias y amigos – este pequeño grupo se había reunido allí para esperar el fin del mundo.
Su líder, conocida entonces como María Keech, era una mujer de 54 años que aseguraba haber recibido mensajes urgentes de unos seres que ella denominaba “Los Guardianes”. Dichos seres provenían del espacio exterior y advertían sobre los terribles tiempos por venir en la Tierra.
No todo era malas noticias, claro. Los Guardianes se encargarían de salvar a los fieles que creyeron en ellos recogiéndolos en sus naves y llevándolos fuera del planeta. Así, aquel día a las 6 de la tarde el grupito esperó, expectante. Sus esperanzas fueron defraudadas.
No era la primera vez que sucedía.
Dorothy Martin
El verdadero nombre de María Keech era Dorothy Martin. Algunos meses antes la mujer – involucrada con la cienciología y el tema de los platillos voladores – había comenzado a sentir un extraño cosquilleo en su brazo. Un cosquilleo que, al tomar una pluma, se tradujo en la escritura de un texto que no era de su autoría. Otros seres, otras entidades, lo canalizaban.
Así vino la primera advertencia y la primera promesa. El 17 de diciembre ocurriría una gran inundación que destruiría el país entero. Aquel mismo día, en la mañana, el grupo sería salvado.
La tarde de navidad las personas seguían esperando… o bueno, no todas ellas. Entre el grupo se encontraban tres investigadores que habían decidido infiltrarse, convencidos de que la profecía era falsa y deseosos de ver qué sucedería cuando nada sucediera. Sus nombres eran Leon Festinger, Henry Riecken, y Stanley Schachter.
Portada del libro
Cuando fallan las profecías
El libro buscaba explicar qué pasa por la mente de un fanático cuando se choca de frente con la realidad y se da cuenta de que sus creencias resultaron ser falsas. La respuesta es bastante predecible: lo primero es no aceptar el error.
Cuando los Guardianes no aparecieron aquel 17 de diciembre los miembros del grupo se reunieron a meditar sobre lo sucedido. La conclusión fue lógica: no se trataba de error alguno sino que había sido un mero simulacro. Los extraterrestres no podían arriesgarse a que sus aliados humanos cometieran error alguno.
Los investigadores publicaron sus hallazgos en un libro llamado Cuando fallan las profecías. Allí hablaron de lo que ellos llaman “disonancia cognitiva”, que sucede cuando dos pensamientos discordantes ocurren de manera simultánea. La solución puede ser cambiar el pensamiento… o encontrar información que lo sustente.
Y en estos casos, lo segundo es lo que suele suceder. Al presentarse evidencia contra sus creencias, muchas personas se aferran con más fuerza a ellas, negándose a aceptar cualquier otra cosa.
En efecto, una segunda venida también falló. Y una tercera. Con cada suceso las esperanzas se desvanecían hasta que un nuevo mensaje las revivía… momentáneamente. Pero con el cuarto suceso (que ocurrió el día de navidad y frente a centenares de testigos) el asunto ya se volvió demasiado fuerte. El grupo sencillamente se dispersó.
Al final, no sucedió nada, pero Dorothy Martins siguió predicando y fundó la Orden de Sananda y Sanat Kundara (los nombres de dos de los Guardianes), por lo que su fe no parece haber sufrido mucha mella. Murió en 1992 siendo líder de la congregación.
Imágenes: 1: chicagomag.com, 2: wikipedia.org