Lluvia Amarilla
Todo comenzó con una acusación por parte de Secretario de Estado de los Estados Unidos, Alexander Haig, contra las Fuerzas Armadas de la Unión Soviética con respecto a su intervención en Laos y Vietnam. De acuerdo con el estadounidense, los soviéticos habrían lanzado sustancias químicas sobre los miembros de grupos armados disidentes en estos dos países.
Según la versión de los Estados Unidos, había evidencias que indicaban que una sustancia amarilla (más tarde bautizada “Lluvia Amarilla”) había caído sobre varias regiones de estos países matando como mínimo unas 1.000 personas. Análisis de laboratorio de los norteamericanos habrían revelado que la sustancia era nada menos que Micotoxinas T2, una serie de productos químicos producidos por hongos que son letales para los seres humanos.
Las acusaciones vinieron en un momento en el que las relaciones entre los dos países estaban más que tensas. Según Haig, se trataba del resultado de una investigación de 6 años en la que se demostraba que los grupos opuestos al gobierno comunista en aquellos países habían sido bombardeados.
Luego, las cosas se pusieron muy raras.
Nuevos análisis
Se trataba de una sustancia amarilla, semejante a un moho o una pasta, que se pegaba a los árboles (a veces causándoles la muerte) y que muchos nativos vinculaban con enfermedad y muerte. Sin embargo, dicha sustancia se secaba relativamente rápido y al hacerlo se convertía en polvo.
Polvo que, por lo demás, parecía perder las propiedades tóxicas.
Cuando varios laboratorios independientes comenzaron a analizar las muestras, descubrieron que se trataba nada más y nada menos que de Polen. Polen natural, desprovisto de proteínas pero por lo demás, tan ordinario como cualquier otro. Pero entonces ¿por qué había estado enfermando la gente? ¿Y qué era lo que según centenares de testigos habían lanzado los aviones desde los cielos?
Alexander Haig
El asunto pronto se convirtió en un debate mundial sobre la culpabilidad – o no – de la Unión Soviética en la supuesta Guerra Química que habría organizado contra sus enemigos, y en las intenciones deliberadas de los Estados Unidos de desacreditar a su enemiga. Nadie, sin embargo, parecía completamente convencido… más allá de los estadounidenses y soviéticos que aún hoy se mantienen en sus argumentos.
¿Qué sucedió realmente?
Aunque no sabemos qué fue exactamente lo que sucedió, la hipótesis más conocida le apunta a un actor no involucrado con ninguno de los dos bandos. Se trata de un animal del que sabemos, es capaz de almacenar polen, procesarlo, extraer las proteínas y desechar lo restante. Es decir, de las abejas.
El asunto no cayó bien sobre la Inteligencia de los Estados Unidos y les hizo quedar en ridículo. Parecía ser que sus cacareadas armas químicas, que pensaban usar como la prueba de la sevicia de la Unión Soviética, no eran más que caca de abeja. Aunque se han barajado otras hipótesis, hasta el momento la de las abejas es la única que parece dar cuenta efectiva de todos los hechos.
Una posterior investigación reveló que los documentos en los que se basaban las acusaciones de los Estados Unidos tenían más bien pocos fundamentos, ya que sus testigos mostraban incoherencias en las declaraciones, indicando que quizás, sólo quizás, la “lluvia amarilla” no había caído de los aviones.
De ser así, fueron enjambres de abejas los que generaron las deposiciones, algunas de las cuales podrían haberse contaminado con hongos causando los efectos tóxicos arriba descritos.
Así que sí. Esta fue la ocasión donde, parece ser, los Estados Unidos confundieron armas químicas con caca de abeja.
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