Nuestro cuerpo físico, sabemos muy bien que surgió de la unión sexual entre un hombre y una mujer, que obviamente son nuestro papá y nuestra mamá. Pero, acaso ¿somos el cuerpo?
Es lógico que no. Tenemos un alma que es la Inteligencia que gobierna al cuerpo, lo moviliza, lo usa a su antojo como un vehículo perfecto. Sin embargo, el Alma es un vehículo del Espíritu. Diferénciese Alma de Espíritu. En tal efecto, ¿de dónde proviene nuestra alma? Y, ¿de dónde proviene nuestro Espíritu?
Todo comienza en el Gran Sol Absoluto, el Sol Central del Universo, el cual está formado por millones y millones de galaxias, que a su vez están compuestas de millones y millones de sistemas solares y estos, por millones y millones de planetas. Los planetas, conformados por millones y millones de seres humanos y especies animales, vegetales y minerales.
De Él, que es un Gran Océano de Luz surgió toda la vida, pues así como nuestro Sol de este Sistema Solar nos da la vida con su divina energía, así la vida de todo el Universo también proviene de un Sol más gigantesco e infinito.
Tal como si extractáramos una gota del océano, así cada Espíritu se extrajo como una gota del Absoluto. Todas las chispas de Sol Absoluto van en busca de expandirse y auto realizarse; salen para convertirse en Soles Absolutos. Ellas salen y bajan a estos planos densos de la materia, bien alejados de Casa, para comenzar un ciclo de Evolución y de Involución, llamado Rueda del Samsara. Esa rueda es todo un curso sobre el bien y el mal, donde se posa la Sabiduría.
Cada vuelta por esa rueda del Samsara, el Espíritu revestido de 3000 almas, demora 300.000 años esotéricos. El alma muere al dar la vuelta completa y son 3000 vueltas que da el Espíritu. En cada vuelta o ciclo, el alma se reviste de 108 cuerpos físicos humanos. Cada cuerpo, que corresponde a una existencia, es una oportunidad para librarse de la rueda del Samara, de nacimientos y muertes, para regresar con toda la Sabiduría, Maestría e Individualidad Sagrada al Absoluto, convertido en otro Absoluto. Casi todas las chispas fracasan y pocas logran ese Fin. La mayoría retornan fracasadas.
Prácticamente, tenemos derecho a 324 mil cuerpos físicos humanos. Todo esto nos indica que la famosa teoría de la “Evolución de las Especies” es en verdad, toda una falsedad. Porque Charles Darwin no tuvo en cuenta la Ley gemela de la evolución, que es la involución.
Otro aspecto importante que se puede concluir al analizar la anterior información, proveniente de conocimientos ancestrales, es que la ley de la evolución no nos lleva a la libertad real ni a la Ascensión Espiritual verdadera. Nos han enseñado a creer en este Sistema Social que debemos tener esperanza en el tiempo, que con el tiempo todo mejorará. Que la humanidad ha ido evolucionando poco a poco y hoy, estamos en la cúspide de la evolución, según la Ciencia Oficial.
Pero si uno reflexiona y se sincera, observa al mundo y a la humanidad, se daría cuenta cabalmente, de que nunca se había visto tanta degeneración, corrupción, contaminación, polución, injusticia, homosexualismo, prostitución, odio, perversidad, egoísmo, etc. ¿o será que la humanidad hace rato entró a la involución y en algún punto dejó de evolucionar?
La respuesta es muy lógica. Desde hace mucho tiempo, la humanidad ha venido degenerando más y más, cada vez de manera alarmante. Otra de las Leyes Universales que desconoce la Ciencia Oficial, es la Ley de la Revolución, con la que se puede trascender la evolución y la involución y salir de la Rueda del Samsara.
Solamente con la Revolución Integral de la Consciencia, podremos dejar de nacer y de morir. Podemos liberarnos de la mismísima muerte. Éste es el objetivo real de la existencia. A eso vinimos a este planeta: a revolucionar nuestra consciencia y alcanzar alturas espirituales insospechadas; a superar al hombre.
Durante la evolución:
El Espíritu al ingresar a la dolorosa rueda del Samsara, primero tomó un alma que comienza su evolución, vestida de un cuerpo físico en el Reino Mineral, como las piedras preciosas: diamantes, rubíes, oro, esmeraldas, etc. El nombre concreto de esa alma es Gnomo o Pigemeo.
Luego de experimentar larguísimos procesos naturales, donde se llena de los defectos psíquicos de ese Reino, pasa a tomar cuerpos físicos del segundo Reino, el Vegetal. Allí toma como cuerpos plantas salvajes y perfectas, y el alma evoluciona de un Gnomo a un Elemental. Allí sucede lo mismo, al pasar por el cuerpo de miles de plantas alejadas de la mano del hombre, evolucionando tranquilamente en su habitad.
Prosigue la evolución de esa alma al Reino Animal, donde el alma ahora se convierte en un Ánima, de ahí la etimología de ‘animal’. En este reino de la naturaleza, el alma se llena de elementos psíquicos animalescos pesados como la fornicación, el adulterio, la violencia, entre otros.
Finalmente dentro de la línea evolutiva, el alma se reviste de 108 cuerpos físicos humanos, dentro de los cuales 54 son evolutivos y 54 son involutivos. Desde la existencia número 55 la humanidad comenzó a degenerar rápidamente. Eso sucedió al finalizar las grandes Civilizaciones Antiguas como en el Egipto milenario, Grecia, Roma, Caldea, India, Persia, México, etc.
Si el Alma no aprovecha la oportunidad para salirse del Samsara siendo humano, tendrá que ser destruida y desintegrada en los mundos infiernos, sumergidos dentro del Planeta Tierra. Allí la naturaleza le limpiará todos los defectos que voluntariamente y utilizando el cerebro intelectual, pudo haber eliminado siendo humano evolutivo o involutivo.
Hoy la humanidad entera se encuentra viviendo las últimas existencias del ciclo. Cuando a una raza humana se le agotan las 108 existencias, es destruida por una catástrofe natural, como ya ha sucedido en cuatro ocasiones hacia atrás, con la Atlántida, la Lemuria, los Hiperbóreos y los Protoplasmáticos. Razas de la que la historia común no tiene ni idea.
Para comprobar todo lo expuesto en este documento, urge aprender y utilizar la técnicas de Meditación Trascendental, junto con las de Desdoblamiento Astral Consciente.