Dicen que este mundo es un mundo de engaños y de falsedades, donde el más bueno puede llegar a ser el más malo y viceversa. Donde más se ven mentiras es en las relaciones de pareja, pues la fidelidad se ha vuelto una utopía.
Un gran sabio advirtió que nada queda oculto entre el cielo y la tierra, pero al sujeto que presentaremos a continuación, su esposa lo engañó por casi 20 años, pero no con otro hombre, pues el hombre era ella. Esta es la historia de aquel quien descubrió que había convivido y cohabitado con un varón por casi dos décadas, convencido de que se trataba de una mujer:
Terminó en una clínica psiquiátrica
Fue tal el impacto de lo que acababa de descubrir Jan sobre su esposa, un hombre de 64 años de edad, que tuvo que ser internado por urgencias en una clínica psiquiátrica. Después de 19 largos años de matrimonio, se dio cuenta de que estuvo todo el tiempo con un varón que se creía mujer y quien se hacía llamar Mónica. Los hechos acontecieron en Bélgica y asombraron al mundo entero.
Es muy difícil que una mentira se sostenga por tanto, sobre todo a la hora de compartir la intimidad con alguien más. Pero cuando se juntaron todas las pruebas y sospechas del caso, a Jan le llegó la hora de enfrentarse a una situación que él mismo describe como “infernal y absurdamente dolorosa”. Se dio cuenta de todo: de que su cónyuge en realidad era un individuo masculino que se había mandado operar y cambiar de género.
Cuando se conocieron, ella, o mejor dicho él, acababa de arribar del exterior a Bélgica, país al que emigró en búsqueda de nuevas oportunidades y una vida nueva. Fue cuando conoció a Jan, quien rápidamente se enamoró y le dio la nacionalidad uniéndose en sagrado matrimonio.
Y muy a pesar de que las autoridades en aquel entonces manifestaron sus sospechas de la autenticidad de los papeles de esa persona, Jan estaba cada vez más enamorado y no le prestó atención a esas dudas y se empeñó en hacerla su mujer. El hombre traicionado, al ser interrogado por los medios, dijo con un profundo dolor:
“Siento que he sido asaltado, Yo la traje a Bélgica. Y eso no fue fácil. Los tribunales belgas tenían serias dudas sobre la autenticidad de su nacimiento y sus documentos de identidad. Siempre creí que ella era una mujer atractiva, toda una mujer; y no tenía rasgos masculinos”.
Jan había tenido ya un matrimonio antes, del cual quedaron dos hijos, razón por la que él ya no pensaba en procrear con su nueva pareja, por eso nunca le exigió primogénitos. Añade que todo el tiempo, año tras año, fue víctima de una farsa muy bien montada, porque hasta las toallas sanitarias ella le simulaba. Y lo que es más sorprendente aún: en la cama tampoco nunca notó nada raro y esto se debe a que se trata de una persona operada.
Fueron años y años enteros conviviendo como una pareja muy unida y enamorada. Si no hubiese sido por la intervención del mayor de sus hijos y algunas personas cercanas, quizá el hombre hubiese seguido envuelto en la mentira. Todo fue gracias a que el muchacho cada fin de semana visitaba clubes y bares eróticos y en uno de ellos vio a Mónica, contando todos los detalles de su transformación a quienes la escuchaban.
Al principio, Jan no podía creerlo, ni se permitía si quiera dudarlo por un segundo. Pero ante la insistencia de la gente, sumado a la observación que empezó a agudizar, logró penetrar en los archivos de la computadora de la que siempre consideró su mujer y se encontró con una serie de fotografías y conversaciones apasionadas con otros hombres.
Cuando se llenó de todos los motivos, una noche la cuestionó en una terrible disputa, en la que incluso llegaron a agredirse. Ella no pudo aguantar más y terminó confesando que había nacido varón, pero que con los años “se convirtió en mujer”. Hasta ahí llegó todo. El hombre sintió el peor dolor de toda su vida y entró en un shock nervioso del cual se demoró muchos meses en salir, internado en un sanatorio mental.
La pareja se conoció en Indonesia. En esa época, Jan tenía 43 años y Mónica 27. Su relación comenzó con algunos meses de noviazgo y formalizaron la unión en la ciudad de Amberes, para que de ese modo, ella pudiera obtener la cédula de ciudadanía europea, pues provenía de Norteamérica.
Definitivamente, este acontecimiento marcó para siempre una huella imborrable en la vida de este hombre, quien con sus propias palabras dice:
“Siempre pensé que era una mujer atractiva, una mujer, y no tenía rasgos masculinos… Ella me engañó fingiendo que tenía la menstruación, usaba toallas higiénicas para ocultarme la verdad. Incluso durante la intimidad, nunca noté nada», explicó Jan a los medios.
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