El Compromiso que nunca fue
Terminamos el capítulo anterior con la ruptura del partido Demócrata en dos alas, que al presentarse simultáneamente a las elecciones de 1860 y como consecuencia perdió ante Lincoln.
Esta derrota no era fija, pues Douglas estaba enfermo y moriría menos de un año después de las elecciones. Si hubiese muerto antes, el demócrata del sur John C. Breckinridge podría haber ganado las elecciones y haber pasado el Compromiso de Crittenden, que básicamente permitía a los estados esclavistas el permanecer siendo esclavistas aunque en el Senado de la Unión hubiesen mayorías oponiéndose a la esclavitud. Mejor dicho, prohibía al Gobierno Federal el prohibir la esclavitud, garantizando que únicamente pudiese prohibirse en cada estado esclavista. En este periodo, cuando aún para la mayor parte de abolicionistas era más importante conservar la Unión que abolir la esclavitud, es probable que el compromiso hubiese sido aceptado.
Claro, esto le habría ahorrado al país la guerra, pero habría prolongado la esclavitud, seguramente hasta mediados del siglo XX en las regiones más recalcitrantes.
Pero Douglas no murió, el voto demócrata se rompió y un republicano abolicionista ganó la presidencia. El Sur, aterrado ante la posibilidad de que la esclavitud fuera abolida, comenzó a considerar la posibilidad de separarse. Para ellos, que los norteños hubiesen elegido un abolicionista como presidente indicaba que no se podía confiar en que la Unión mantendría la esclavitud como institución.
Corrían vientos de Secesión en la Unión Americana.
La Secesión de los estados sureños
Fue el estado esclavista de Carolina del Sur el primero en actuar. De acuerdo con los legisladores de este estado, un estado no solo podía rechazar las decisiones del Gobierno Federal, sino que estaba autorizado a separarse de la Unión.
Pero el asunto no era tan simple. La Constitución de los Estados Unidos no decía nada de una eventual secesión, y por esta razón había argumentos válidos de parte y parte. La elección definitiva de Lincoln ocurrió a finales de 1860, pero el presidente no tomaría posesión de su cargo hasta marzo de 1861. Y en esos 4 meses ocurriría la ruptura definitiva del orden en los Estados Unidos de Norteamérica.
El 20 de diciembre el estado de Carolina del Sur votó unánimemente por la secesión. Entre enero y febrero del año siguiente los estados algodoneros (Missisipi, Florida, Alabama, Georgia, Louisiana y Texas) imitaron a Carolina del Sur, y a finales de febrero tomaron la decisión de formar su propio gobierno: la Confederación de Estados de Norteamérica.
Por supuesto, con la ruptura ocurrió la renuncia de los senadores sureños (que no iban a representar a un estado que ya no pertenecía a la Unión), y en este contexto los republicanos pudieron pasar muchas leyes que les interesaban, incluyendo el Homestead Act que titulaba tierras a los campesinos y colonos en los territorios (una de las causas del impresionante crecimiento del país en la segunda mitad del siglo XIX), la construcción del ferrocarril transpacífico y la apertura de nuevos bancos en el país.
Pero al sur no le importaba. Tenían su Confederación, y podrían mantener la esclavitud por los siglos de los siglos, y eso era todo lo que querían.
Y entonces, el 4 de marzo de 1861, Lincoln tomó posesión de la presidencia.
Lincoln Republicano
Para quienes vivimos en estas fechas es difícil entender lo grave que esta situación era para los Estados Unidos. Los Estados, aunque eran entidades independientes y autónomas, valoraban su unión y consideraban que valía la pena mantenerse juntos. Había sido la Unión la que les había permitido independizarse. Había sido la Unión la que había evitado su derrota en 1812, derrota que podría haber llevado a la recolonización del territorio por parte del Imperio Británico. Y había sido la Unión la que los había convertido en un gran país, reconocido y respetado en el ámbito internacional, y la que lo convertiría eventualmente en la mayor superpotencia de la Historia.
Por esta razón, en su discurso de posesión Lincoln afirmó que la Constitución no aceptaba la secesión, que la creación de los Estados Confederados era “legalmente nula” y que la Unión se mantendría, porque no existían herramientas legales para romperla. Sin embargo, aseguró que no aboliría la esclavitud y que no atacaría a los estados sureños, aún cuando estos se negasen a aceptar la autoridad central, aunque si algún estado sureño tomaba propiedades del Gobierno Federal no dudaría en usar la fuerza para recuperarlas.
Es difícil saber qué pensaba Lincoln en este momento. ¿Estaba dispuesto a aceptar la secesión como una realidad temporal, confiando en el eventual retorno de los sureños? ¿O, por el contrario, había comenzado desde ya a prepararse para una guerra que consideraba inevitable?
Lincoln se opuso a negociar con los sureños para vender las propiedades federales a sus respectivos gobiernos. A fin de cuentas, negociar con ellos implicaba reconocer la legitimidad de sus clamores. Sin embargo, su Secretario de Estado si realizó negociaciones (infructuosas) a espaldas de la opinión pública.
Y entonces ocurrió el evento que convertiría el país, que ya estaba en una situación política muy tensa, en territorio de guerra:
La Toma del Fuerte Sumter
En el estado de Carolina del Sur (sí, el mismo que dirigió el proceso de secesión) se encontraba un fuerte llamado Fuerte Moultrie. En este fuerte, que técnicamente pertenecía al gobierno federal, había una pequeña guarnición del ejército federal.
Para evitar un ataque de las milicias de Carolina del Sur, el comandante de esta tropa optó por moverla de sitio. En lugar de permanecer en el Fuerte Moultrie, que podía ser fácilmente atacado, se movieron al Fuerte Sumter, mucho más fácil de defender. En sus mentes, estaban protegiendo la propiedad federal de los gobiernos secesionistas.
Pero para los habitantes de Carolina del Sur esta acción fue un acto de guerra.
Lincoln había advertido que usaría la fuerza para recuperar propiedad federal, y Fuerte Sumter era propiedad federal. Sin embargo, los legisladores de Carolina del Sur consideraban que en vista de que el estado ya no hacía parte de la Unión esta propiedad debía revertir a manos de la Confederación.
Por esta razón, las milicias de Carolina del Sur decidieron atacar Fuerte Sumter en febrero de 1861, poco antes de la posesión de Lincoln. James Buchanan, quien era presidente en este momento (y quien había visto la Unión deshacerse delante suyo) trató de enviar un barco con provisiones para los soldados en el frente, pero pese a indicar que tenía únicamente provisiones, no armas, el barco fue hundido por Carolina del Sur.
Cuando Lincoln subió al poder la situación estaba así, por lo que el presidente optó por enviar un segundo barco con provisiones asegurando que no se tomarían medidas contra Carolina del Sur si el barco llegaba satisfactoriamente a su destino. En cambio, el gobierno de este estado optó por atacar el barco y bombardear el fuerte.
Lincoln de inmediato consideró que el Sur estaba en rebelión y pidió a los estados un ejército de 75.000 voluntarios para retomar el fuerte y los demás territorios que se perdieran. El pequeño número se debía a que en este momento los norteños aún creían que en el sur el sentimiento secesionista no estaba tan extendido, y que podrían contar con aliados allí cuando los requiriesen. De haber sabido que el sur estaba unido quizás no hubiesen intentado reconquistarlo.
El inicio de la guerra
Cuando Lincoln pidió tropas para recuperar Fuerte Sumter y recuperar todas las propiedades federales que habían sido tomadas, varios estados optaron por apoyar a los estados sureños. Virginia, Tennessee, Arkansas y Carolina del Norte se opusieron a la intervención en el sur, declararon su secesión y se unieron a la Confederación. La mayor parte de los estados confederados se habían apoderado del armamento federal que había en sus territorios, y estaban en condiciones de movilizarse de inmediato. En cambio, los estados de la Unión tenían menos armas y personal… al menos al principio.
Entretanto, algunos estados quedaron “en el medio”, sin querer romper la unión, pero sin querer invadir el sur. Estos fueron Missouri, Maryland Delaware y Kentucky.
Al comienzo de la guerra la situación era completamente desordenada. Los fuertes y construcciones militares del país miraban hacia el oriente, el norte y el sur, y estaban pensadas para evitar una conquista desde el exterior. El ejército era muy pequeño (no superaba los 16.000 efectivos) y aunque algunos estados contaban con milicias, no estaban en condiciones de movilizarlas rápidamente.
En esto, la Confederación tenía una ventaja abrumadora. Como era una tierra aristocrática, de esclavistas y hacendados, presentaba una gran mayoría de personas dedicadas a las artes militares, y era hogar de la mayor parte de los oficiales de mando. Robert E. Lee, comandante de las milicias de Virginia (y posteriormente comandante del Ejército Confederado) es un ejemplo de esto. Sin embargo, el norte tenía más población, más recursos y sobre todo una poderosa industria pesada que podía fabricar miles de armas, mientras que el sur se veía obligado a importarlas.
El «Plan Anaconda»
Y por esta razón la primera estrategia de la Unión fue tratar de aprovechar su industria y su complejo sistema de ferrocarriles para estrangular al sur. Ya desde principios de la guerra el Comandante de los Ejércitos de la Unión, Winfield Scott, había propuesto el Plan Anaconda: esencialmente estrangular la economía sureña ocupando sus puertos y tomando el Río Mississippi. Lincoln aceptó esto, pero deseoso de terminar rápidamente con el conflicto también propuso (contra los consejos de sus asesores) un ataque decisivo contra Richmond, la capital de Virginia y la capital de la Confederación, que se encontraba muy cerca de la frontera.
Este ataque terminaría en una decisiva derrota de las fuerzas de la Unión durante la Batalla de Bull Run. La guerra sería de todo, menos rápida.
Sobre el desarrollo del conflicto, y la finalización definitiva de la esclavitud, hablaremos en el próximo y último capítulo.
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Imágenes: 1: skyminds.net, 2: danielbrackins.com, 3: craftedcharlestontours.com, 4: wikipedia.org