Pensativo respecto a lo que le había dicho el reverendo y aprovechando la credulidad de la gente, ideó la forma de burlarse de su interlocutor y de paso ganar algo de dinero, fue así que se le ocurrió en 1868 contratar escultores en Chicago para producir una figura humanoide de 3 metros aproximadamente, a partir de un enorme bloque de yeso.

Finalmente, la enorme figura se terminó y fue enviada a Cardiff para ser enterrada y al año siguiente, el mismo Hull ordenó que se contratara a trabajadores para cavar un pozo en el lugar donde estaba el supuesto gigante. De acuerdo a sus planes, la figura fue desenterrada frente a una gran cantidad de gente, siendo el sujeto un avivato que de paso aprovechó para cobrar la entrada a tal espectáculo.

Hallazgo fraudulento

El hallazgo por supuesto no pasó desapercibido para los científicos, quienes lanzaban supuestos acerca del origen del gigante: unos decían que se trataba de un anciano petrificado, mientras que otros decían que se trataba de una estatua hecha por sacerdotes jesuitas.

Incluso un empresario de nombre de Phineas Taylor Bernand intentó comprarlo por 60 mil dólares y como no consiguió realizar la compra encargó hacer una réplica afirmando luego que la que él poseía era la original.

La verdad se descubrió más tarde gracias al trabajo de varios paleontólogos, quienes hallaron rastros de cinceles en la figura. Para 1870 el engaño quedó totalmente expuesto cuando los escultores confesaron la verdad, pero al final la figura se convirtió en un éxito y en la actualidad el gigante de Cardiff se exhibe en el Museo de los granjeros de Cooperstown.

Fuentes:

1. https://es.wikipedia.org/wiki/Gigante_de_Cardiff

Imagen: kickstarter.com