Autómata
Desde tiempos antiguos los griegos comenzaron a deleitarse con la construcción de máquinas simples que ejecutasen una serie preestablecida de acciones o pasos. Usados para educar o simplemente para entretener, estos objetos eran llamados “autómatas”.
Algunas leyendas indican que los más antiguos de estos objetos incluso preceden a la Grecia Clásica. Una leyenda judía, por ejemplo, afirma que el Rey Salomón construyó uno que lo levantaba al sentarse en el trono, y hacía que un águila le pusiese la corona y una paloma le llevase una copia de la Torah.
Otros ejemplos de estos objetos existen en Roma, o en la Antigua China. Y para tiempos medievales, los europeos habían pulido bastante sus técnicas y estaban en condiciones de hacer dispositivos más y más refinados.
Sin embargo, los más complejos autómatas no serían construidos hasta el siglo XVIII. Para este periodo las artes de los autómatas habían mejorado considerablemente, por lo que eran capaces de realizar acciones bastante complejas, imposibles para sus predecesores unos siglos atrás.
El Escritor de Jacquet-Droz
Este autómata fue uno de tres construidos por la familia Jacquet-Droz, que incluía a Pierre Jacquet-Droz y su hijo Henri-Louis, y por Jean Frédéric Leschot.
Curiosamente, el objetivo de los autómatas no era la venta, sino el entretenimiento. La familia fabricaba relojes, y usaba estos objetos para motivar a los nobles a que compraran sus productos.
Los tres autómatas correspondían a una música, un dibujante y un escritor. La música tocaba un instrumento pequeño frente a ella, mientras que el dibujante podía hacer cuatro dibujos simples, incluyendo un perro y un retrato de Luis XV.
Pero el escritor es mucho más complejo que los otros dos. Usando una pluma y tinta real es capaz de escribir una carta cualquiera de 40 letras, siempre y cuando se le indique al principio qué es lo que debe escribir, claro.
Pero no queda ahí. El Escritor incluso sacude la tinta de su pluma cuando la inserta en el recipiente de la tinta (para evitar que se riegue), y sus ojos siguen la escritura. Ah, y gira la cabeza cuando pone tinta en su pluma.
Usando una rueda se pueden programar las 40 letras del mensaje que quiere escribirse. En la actualidad casi no se cambian (porque es difícil hacerlo, y también para evitar daños a la máquina). El último mensaje fue en honor al presidente Francois Mitterrand, y aún está puesto.
Fuentes:
- https://en.wikipedia.org/wiki/Jaquet-Droz_automata
Imagen: wikipedia.org