El Pensante

El gallo que fue llevado a juicio por cantar muy temprano

Animales sorprendentes - septiembre 9, 2019

Si hay algo que puede molestar a una persona, es que le interrumpan su tan valorado placer de dormir, sobre todo por fuertes o disonantes ruidos y más, cuando se está en una deliciosa isla turística de Francia, con el clima y los parajes perfectos, sólo que con un pequeño dilema: un gallo que canta como tenor y su cacareo llevó a tal punto de desesperación a algunas personas, que decidieron denunciar penalmente al animal.

Esta es la historia del “El gallo que fue llevado a juicio por cantar muy temprano”, uno de los casos judiciales más graciosos de la historia.

En una isla francesa al suroeste del país, llamada Oléron, sucedió algo muy particular en septiembre de 2019, cuando un grupo de personas habitantes del lugar, exasperados se dirigieron ante las autoridades judiciales para llevar a juicio a un gallo que día tras día, hora tras hora, cantaba sin cesar. Hacía de sus noches y madrugadas una verdadera pesadilla, según ellos. Un infierno dentro del paraíso.

Pero el acusado también tenía un grupo de gente que lo apoyaba y llegaron a la audiencia junto con sus gallos, para bridar su solidaridad a la propietaria del ave imputada con el delito de “perjuicio sonoro”. El nombre del ave protagonista de esta historia es Maurice y fue llevado a juicio por una pareja de esposos jubilados en compañía de algunos otros vecinos y turistas, logró generar una fuerte polémica que se viralizó en el mundo entero, por su contexto tan gracioso.

Una familia procedente de Costa Rica y cerca de 10 personas más, junto con un pollito al que llamaban Pompadour y un gallo llamado Jean-René, eran el bando que apoyaban al gallo Maurice y a su propietaria. Portaban unas pancartas que decían: “Nos importan nuestros gallos insulares”.

Los movimientos de revolución rural en Francia, actualmente han cobrado mucha fuerza y Maurice ahora es uno de sus símbolos más representativos, lo cual lo llevó nada más ni nada menos que a la portada del New York Times. Quienes dicen quedar afectados por el incesante canto del gallo, fueron los habitantes de una vivienda en Saint Pierre de Oléron.

El abogado de la parte denunciante, argumenta que no se trata de un juicio de personas citadinas con aversión al campo, sino de un verdadero conflicto de perjuicio sonoro. Cerca de 7 mil personas residen en Saint Pierre de Oléron en temporada de invierno, pero en verano, la cifra llega a bordear los 35 mil habitantes.

Según el abogado, los gallos tienen derecho a cantar en inmediaciones de zonas rurales y no urbanas residenciales, puesto que desde esa perspectiva, la mayoría de citadinos están allí porque no gustan del campo y viceversa. Pero insiste en que no tiene nada que ver con problemas personales o de clasismo. Puntualmente señaló:

«Mis clientes no reprochan al gallo que cante, solo pretenden estar tranquilos entre las 6:30 a.m. y las 8:30 a.m.».

Por su parte, el abogado de la mujer dueña del gallo Maurice, expresó que el caso lo dejó estupefacto y que los gallineros en vecindarios siempre han existido y de 40 vecinos, únicamente dos personas se molestan por ello. La misma idea defiende la propietaria del polémico animal emplumado, quien alega que la naturaleza tiene derecho a sus sonidos.

Desde que el caso fue ganando más y más popularidad, gracias a sus peculiaridades, en menos de nada ya había más de 155 mil personas firmando peticiones en pro de la libertad y tranquilidad del gallo Maurice, llegó a competirle en seguidores al gallo Claudio, y es que además todo se tornó más gracioso cuando en la audiencia se presentó otro gallo junto con un pollito, cuya propietaria, Aurélia Vozel, dijo en aquella oportunidad:

“Estamos aquí porque tememos que el veredicto siente jurisprudencia”.

Todo estaba por ser definido por los jueces. Aquella pareja de jubilados, dueños de una casa en la isla de Oléron que llevaron un gallo a la corte, estaba plenamente confiada en que irían a ganar el caso. Pero en definitiva todo gira y la justicia se tornó en favor de la naturaleza.

«No tengo palabras. Ganamos. Es una victoria para toda la gente en mi misma situación. Espero que cree jurisprudencia», expresó con gran alegría la propietaria de Maurice, figurando en las noticias de todo el mundo.

Así que todo volvió a la normalidad, aunque frecuente y constante, el gallo Maurice siguió regalando su imponente voz a aquella isla paradisíaca al sur de Francia, pero esta vez protegido por las leyes ante cualquier malhumorado que no valore la belleza de su canto, especialmente al momento en que está por salir el Astro Rey a quien saluda con gran veneración.

Pero el asunto no terminó allí. Para mayor sorpresa de los demandantes, todo se volvió en su contra y la justicia francesa los sentenció a pagar la suma de 1.000 euros a la dueña del gallo, Corinne Fesseau, por los daños y perjuicios ocasionados por la demanda, arguyendo literalmente, que se actuó de manera abusiva al presentar dicha demanda.