Una parte que poco se cuenta de la historia de Napoleón Bonaparte, es que fue un militante acérrimo de la masonería y estaba totalmente obsesionado con los misterios ocultos de las civilizaciones ancestrales. Por eso, buscó por todos los medios llegar a la pirámide de Keops, una de las Siete Maravillas del mundo de la antigüedad, donde pasaría quizá la experiencia más impactante de su vida, pues decidió quedarse encerrado a solas en una cámara secreta nada más ni nada menos que 7 horas consecutivas. Esta es la historia del misterio de Napoleón y las pirámides de Egipto:
Al público en general, Napoleón le decía que su propósito era conquistar tierras y lograr los objetivos militares, pero la verdad es que buscaba algo más, según diversos investigadores, como el periodista Peter Tompkins, autor del libro intitulado “Secretos de la Gran Pirámide”, donde afirma que Bonaparte estaba tan atraído por la magia egipcia, tanto como Alejandro Magno, quien también en su momento se quedó encerrado largas horas en la pirámide, al igual que el emperador romano Julio César y otros personajes, que por sus conocimientos masónicos, llevaban a cabo ritos egipcios y sacrificios a las deidades, indica dicha obra literaria.
En el año 1798, Napoleón arribó a Egipto con más de 30 mil hombres a su mando, convencidos de que el objetivo era Siria. Pero mientras los pelotones dormían, Topkins relata que el joven Bonaparte, de 28 años de edad en esa ocasión, convocó a varios científicos especialistas en matemáticas, química, física, ingeniería, biología, arqueología, historia, geografía, entre otros y se dirigieron hacia las misteriosas construcciones milenarias. Al equipo de especialistas les decía en su momento: “No puedo decirles a dónde vamos, pero sí que es un lugar para conquistar gloria y saber”.
Gracias a Napoleón, Europa redescubrió Egipto
Debido a esa enorme expedición militar y científica, los europeos se enteraron de las maravillas que había en aquel país de los faraones y se lograron reunir muchas claves para entender esa civilización milenaria mágica y extraña. Mientras realizaban las excavaciones, un soldado halló lo que se conoce como “la piedra Rosetta”, misma que les habría permitido interpretar muchos jeroglíficos.
Sin embargo, por los conocimientos que dentro de la logia masónica se le brindaron a Napoleón, el joven emperador se propuso a toda costa ir personalmente a descifrar los misterios egipcios, lo cual consideraba de vital importancia para su espiritualidad. Uno de los libros que más lo llenó de entusiasmo a esa travesía, fue “El Viaje a Egipto y Siria”, de 1794, cuyo autor es Constantin Volney, quien reveló muchos enigmas exóticos de esa región de oriente.
En cuanto la operación militar, la idea era dirigirse hacia “Tierra Santa” con el objetivo directo de exterminar el ejército de Turquía. Eso sucedió el 14 de abril de 1799 y obtuvo los resultados deseados; esa noche quiso descansar en Nazaret, la tierra natal de Jesucristo. Todavía no había ingresado a ninguna pirámide, pero su estadía esa noche en tierra Santa, avivó un deseo que lo tentaba continuamente: ingresar a Keops, donde había escuchado que Jesús había estado realizando rituales junto con María Magdalena.
Entonces al día siguiente partió de Nazaret hacia el Cairo nuevamente. Se dispuso a entrar en la enigmática pirámide, acompañado por un clérigo musulmán y su séquito, quienes lo condujeron hasta la cámara del rey, a través de complicados pasadizos que no contaban con iluminación alguna.
Una experiencia que pareció aterradora
El general francés pidió que lo dejaran sólo allí, con la luz de unas cuantas antorchas. Después de siete horas, en la madrugada salió de la pirámide, con un rostro pálido y lleno de terror. Sus hombres más cercanos le preguntaban por lo ocurrido dentro del imponente recinto. Napoleón les contestó: “Aunque os lo contara no me ibais a creer”. Muchos consideran que pudo entrar en un trance espiritual insospechado, teniendo en cuenta que ese sitio de poder es uno de los más misteriosos del mundo entero.
Todos estos pormenores del viaje de Napoleón a Egipto, han sido narrados por diversos biógrafos del emperador corso, así como en varias obras escritas, como por ejemplo: “El Secreto Egipcio de Napoleón”, de Javier Sierra; la novela llamada “El Ocho”, de Katherine Neville, entre otras. Todas coinciden en que después de ese viaje místico-militar, este personaje jamás volvió a ser el mismo.
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