Leonardo parecía tener la facultad intuitiva de predecir el futuro, puesto que todos sus inventos y estudios, décadas después fueron comprobados y utilizados.
Contaba con un cuaderno de notas, en el que plasmaba todas sus ideas geniales, por más de cuarenta años. Allí no sólo figuraban escritos, sino esquemas, maquetas, diseños, planos y dibujos que aparecían en la pantalla de su poderosa imaginación creadora.
Siempre pensaba en la humanidad y en el avance integral de la misma; tan así, que diseñó una estrategia perfecta para erigir un canal de navegación, que interconectara a Florencia con el mar.
No sufría de modestia y presumía, con toda la razón, de que él era el mejor arquitecto, pintor y escultor del mundo, y que nadie podría igualarlo. Osaba en retar a quienes dudaban de sus inventos, a demostrárselo donde fuese y como fuese.
Temiendo que lo plagiaran, decidió inventar códigos de escritura, como la escritura inversa que consiste en escribir al revés, de derecha a izquierda y para poder descifrarla habría que manipular un espejo que refleje el orden correcto de las letras. Pero ese no era si no uno de sus múltiples códigos geniales.
Al igual que los grandes y poderosos sabios de la historia de la humanidad, Da Vinci encontraba en la naturaleza la fuente del poder y del conocimiento. Era tan increíble que no sólo era el mejor de los artistas con el pincel, sino que además era multifacético: matemático, filósofo, médico, biólogo, esoterista, alquimista; mejor dicho, incursionó y fue maestro en todas las ramas de la verdadera Ciencia y del saber.
Las técnicas de observación directa y experimentación directa de los fenómenos, tan en boga en el Barroco, fueron adoptadas por Leonardo. Siempre intentaba descubrir el porqué y el cómo profundo de todo lo existente. Creía aferradamente en la idea de que era posible imitar los fenómenos de la naturaleza, como el vuelo de las aves, pero en los humanos.
Aseveraba que el ser humano era más valioso e importante de lo que se cree, porque es el único que puede descubrir el universo y todos sus misterios. Era un revolucionario en todo el sentido de la palabra. Revolucionó el arte de la pintura y la escultura. Por ejemplo, con sus investigaciones sobre los efectos de la luz en los ojos de los seres humanos, pudo transformar el concepto que hasta ahora se tenía en las grafías de las formas animales o humanas en el arte.
Pero sus descubrimientos sobre las propiedades de la luz y sus efectos, no sólo lo llevaron a trascender las artes externas, sino que además, lo condujeron a descubrimientos filosóficos demasiado trascendentales, como la guerra persistente entre la luz y la oscuridad.
Pero por su fuera poco, era un músico formidable, aunque lastimosamente no quedó para la historia sus composiciones. Decía que la hermana de la música era la pintura, que además la describía como “la sinfonía de la luz y de sus formas”. Igualmente, afirmaba que “la armonía del todo, depende de la armonía de las partes”.