Según la definición registrada en la edición 2015 del Diccionario de Dudas de la Real Academia Española de la Lengua se entiende por “queísmo” la supresión incorrecta de la conjunción “que” cuando gramaticalmente es requerida por alguna categoría gramatical dentro del enunciado.
Por su parte la Lingüística señala al “queísmo” como un fenómeno lingüístico que se da la mayoría de veces por “hipercorrección” del hablante en su intento de evitar caer en “dequeísmo”, el cual viene asociado a la idea de error, alejamiento de la Lengua modelo, además de la marca sociolingüística que pesa sobre el fenómeno dequeísta por estar vinculado, para los hablantes, a niveles bajos de educación.
La Academia señala entonces los casos donde el hablante sí debe anteponer la preposición “de” antes de la conjunción “que” sin temor a estar cometiendo un dequeísmo. A continuación veremos cuáles son estas situaciones lingüísticas:
a) No debe suprimirse la preposición “de” cuando estemos en presencia de verbos pronominales (es decir que tengan la forma arrepentirse, quejarse, alegrarse) que tengan régimen preposicional. Por ejemplo:
Me alegro de que hayas conseguido el puesto
Se acordaba de que en su casa siempre había pan
No me acordé de que nuestra cita era el viernes
Me olvidé de que el sábado cumplías años
Me preocupé de que hubiese perdido la cartera
Algunos de estos verbos no necesitan de la conjunción “de” cuando no se encuentran en modo pronominal. Por ejemplo:
Olvidé que tenía que hacer mercado / Me olvidé de que tenía que hacer mercado
En el primer caso la conjunción “que” introduce una oración subordinada que cumple funciones de complemento directo, agregar la preposición “de” antes de la conjunción “que” sería caer en dequeísmo. En el caso siguiente, como ya vimos, el verbo olvidar se encuentra en modo pronominal y fue construido con régimen preposicional, es decir, requiere de la preposición “de”.
b) Igualmente, la preposición “de” no debe ser suprimida cuando estamos en presencia de verbos de régimen preposicional, es decir, verbos que necesitan de una preposición, en este caso la preposición “de” para funcionar dentro de la oración. Por ejemplo, los verbos “convencer” y “tratar”, los cuales se comportarían de la siguiente forma:
Lo convenció de que asistiera al encuentro
Voy a tratar de que no vuelva a ocurrir
c) Tampoco debe suprimirse la preposición “de” cuando estemos en presencia de sustantivos que vayan seguidos de complementos preposicionales. Por ejemplo:
Tengo ganas de que vengas (correcto) / Tengo ganas que vengas (incorrecto)
Lo preparo con la condición de que te lo comas (correcto) / Lo preparo con la condición que te lo comas (incorrecto)
d) Así también debe conservarse la preposición “de” cuando nos encontremos en presencia de adjetivos que llevan complementos preposicionales. Por ejemplo:
Estoy seguro de que lo lograrás (correcto) / Estoy seguro que lo lograrás (incorrecto)
Papá está convencido que de no te conviene (correcto) / Papá está convencido que no te conviene (incorrecto)
e) Se debe conservar la preposición “de” antes de la conjunción “que” en las siguientes locuciones:
A pesar de que
En caso de que
A condición de que
A fin de que
f) Igualmente, cuando estamos en frente de la construcción “hasta el punto de que” no debe suprimirse en ningún momento la preposición “de”.
g) De la misma forma debe permanecer la preposición “de” frente a las siguientes locuciones verbales:
Dudar de → No cabe duda de que es lo mejor
Darse cuenta de → Con el tiempo se dio cuenta de que él no vendría nunca
h) Por su parte, existen verbos que permiten ser construidos de dos formas, es decir con y sin la preposición “de” antes de la conjunción “que”. Así que la supresión de la preposición “de” no implica cometer “queísmo”. Estos serían los siguientes:
informar (algo) / informar de (algo)
Avisar (algo) / avisar de (algo)
advertir (algo) / advertir de (algo)
cuidar (algo o a alguien) / cuidar de (algo o alguien)
dudar (algo) / dudar de (algo)
En caso de no estar seguros de tener que usar o no la preposición “de” antes de la conjunción “que”, la Academia aconseja un práctico ejercicio gramatical, que consiste en convertir el enunciado que nos inquieta en una pregunta, a fin de corroborar si en su forma interrogativa la oración requiere de la preposición “de” o no. De no requerirla, entonces su expresión no interrogativa tampoco. Por ejemplo:
Me doy cuenta de que últimamente no soy yo misma
Forma interrogativa: ¿De qué te das cuenta últimamente? (correcto)
¿Qué te das cuenta últimamente? (incorrecto)
En este caso la oración requiere de la presencia de la preposición “de”, su uso no implica un dequeísmo. Por el contrario, tenemos la siguiente oración:
Pienso que esto no es lo correcto
Forma interrogativa: ¿Qué pienso? (correcto)
¿De qué pienso? (incorrecto)
En este caso, es necesaria la supresión de la preposición “de” antes de la conjunción “que”. Colocarla nos llevaría a cometer “dequeísmo”.
Fuente de imagen: fundeu.es