Una cuenta regresiva que marca el final de la raza humana y del planeta como lo conocemos, mantiene en vilo a millones de personas. No se trata de una idea de alguna secta apocalíptica o grupos afiliados a tal o cual corriente espiritualista, sino de la mismísima comunidad científica, que preocupados afirman que la humanidad se halla al borde de la extinción. En esta oportunidad veremos: “El reloj del fin del mundo”.
Un siglo lleno de eventos apocalípticos
En inglés se le conoce como “Doomsday Clock”; no es algo objetivo, sino un simbolismo que desde el año 1947, luego de que Estados Unidos bombardeara Japón con armamento atómico, los directivos de la revista “Bulletin of the Atomic Scientists”, propiedad de la Universidad de Chicago, inventaron como analogía al riesgo que suponen los avances tecnológicos, la extrema contaminación, las guerras y cataclismos, que amenazan severamente la vida en la Tierra.
Según esta comunidad de científicos, nos hallamos a unos cuantos minutos de la media noche, la hora cero, donde todo colapsará y vendrá el tan anunciado juicio final. De hecho, en varias oportunidades lo han adelantado, como por ejemplo en 2018, motivados por la ideología extrema de Donald Trump, el entonces presidente de USA.
Desde 1947, justo cuando el mundo estaba en luto por los estragos que dejó la brutal “Segunda Guerra Mundial”, en cada edición del boletín científico, figura en la portada el polémico y temido reloj del fin del mundo hasta nuestros días. Algo muy curioso, es que el 26 de enero de 2018, el reloj fue adelantado a un punto terrorífico: a tan sólo dos minutos para las 12 u hora cero, dando a entender que muy posiblemente algo muy grave está a punto de suceder y según los encargados del mismo, los motivó principalmente la situación de amenaza de conflictos nucleares y biológicos, así como el cambio climático extraño que afronta el planeta. ¿sabrán algo que el común de las personas no?
Este reloj ya ha sido manipulado y corregido anteriormente en diversas ocasiones, bien para acercarlo a la hora tétrica o bien para alejarlo, de forma muy influenciada por los eventos políticos mundiales. Por ejemplo, en 1991, cuando se acordó que la Unión soviética reduciría el armamento junto con Estados Unidos, las manecillas se ubicaron faltando 17 minutos. En el año 1953 también estuvo por hacer vibrar las campanas del apocalipsis, debido a que en esa fecha se efectuaron los primeros experimentos oficiales con armamento nuclear de las grandes potencias. En 1984, en plena Guerra Fría, volvieron a marcarse las manecillas a la posición de las 23:58, faltando dos minutos para la hecatombe. Estas decisiones siempre se toman cuando se ha consultado a un grupo de expertos, dentro de los cuales se hallan más de 20 Premios Nobel.
Otro de los factores que tiene en cuenta el Bulletin of the Atomic Scientists, es el acelerado avance tecnológico. Según ellos, está debidamente demostrado que cuando se sube un nivel en tecnología, se decrece en niveles de humanidad. Vislumbran como muy peligrosa la idea de la virtualización de la sociedad y la digitalización de las tareas y actividades humanas, así como del dinero. Este grupo de expertos en toda clase de áreas loables, consideran que el mundo es demasiado frágil y vulnerable, en especial cada año que trascurre.
La hora del Doomsday Clock en el momento más crudo
Quizá el peor momento en el que ha estado la humanidad y el planeta entero a punto de sucumbir, fue en el año 1983, cuando la gélida noche del 26 de septiembre casi estalla un holocausto atómico y la definitiva Tercera Guerra Mundial. En esa época todavía se vivía el furor de la Guerra Fría, misma que enfrentó a Estados Unidos con la Unión Soviética.
En aquella oportunidad, un héroe llamado Stanislav Petrov, salvó a todos del horrible final del fuego atómico. Petrov estaba encargado de dirigir un centro de control de misiles en uno de los grandes búnkers de Moscú. El objetivo era detectar cualquier indicio de ataque por parte de proyectiles enemigos. De un momento a otro, en el monitor de este agente soviético se ve un misil estadounidense en dirección hacia Rusia y las alarmas retumbaban anunciando el apocalipsis.
En ese instante, el Doomsday Clock debiói de marcar la hora cero durante unos minutos, dando las campanadas finales, pero el miedo y la razón ayudaron a que Petrov y quienes lo acompañaban quedaran inmóviles sin saber cómo reaccionar. La cosa empeoró cuando la pantalla ya no mostraba un misil, sino varios, uno tras otro, lanzados desde Norteamérica. Pero debido a que Petrov dedujo un fallo del sistema, no apretó el botón de respuesta y hoy vivimos gracias a ello. Toda la confusión fue causada por un error en el satélite.
Otra vez nos volvimos a aproximar a esa espantosa hora cero, en la que no sólo se tiene en cuenta el riesgo de conflagración mundial, sino también las catástrofes naturales en aumento y los avances en la tecnología.
Imágenes: wikipedia.org (all)