La Doctrina del Destino Manifiesto
Es una ideología que surgió en los Estados Unidos en el siglo XIX y que tuvo un impacto significativo en la expansión territorial y la política exterior del país. Esta doctrina postulaba que era el destino y la responsabilidad de los estadounidenses expandirse y civilizar todo el continente norteamericano, desde el Atlántico hasta el Pacífico. Se basaba en la creencia de la excepcionalidad de los Estados Unidos y en su deber de extender sus instituciones políticas, económicas y culturales sobre territorios aún no desarrollados.
Este concepto se originó en parte en la idea de la «excepcionalidad estadounidense», que sostenía que Estados Unidos tenía una misión única en el mundo para promover la libertad y la democracia. La frase «destino manifiesto» fue acuñada por primera vez por el periodista John L. OSullivan en 1845 en el contexto de la anexión de Texas y la expansión hacia el oeste. OSullivan escribió que era «nuestro destino manifestado avanzar y poseer todo el continente que nos ha otorgado la Providencia». Esta idea resonó profundamente en la sociedad estadounidense y se convirtió en una justificación popular para la expansión territorial y la conquista de nuevos territorios.
La Doctrina fue un factor crucial en la expansión territorial de Estados Unidos durante el siglo XIX. La adquisición de vastas extensiones de tierra, como Luisiana, Florida, Oregón, Texas, California y otros territorios, se llevó a cabo bajo el pretexto de cumplir con el destino manifiesto de la nación. Esta expansión territorial no solo aumentó el tamaño del país, sino que también condujo a conflictos con otras potencias coloniales y con las poblaciones indígenas que ya habitaban esas tierras. A pesar de su popularidad y su influencia en la política estadounidense, la Doctrina del Destino Manifiesto también enfrentó críticas, tanto en su época como en la actualidad.
Sus detractores argumentaban que era una justificación moralmente dudosa para la conquista y la dominación de otros pueblos y territorios. Además, se señalaba que esta ideología ignoraba los derechos de los pueblos indígenas y justificaba la expansión territorial a expensas de sus tierras y formas de vida. En términos de consecuencias, la Doctrina del Destino Manifiesto contribuyó en gran medida a la formación de la identidad nacional estadounidense y al desarrollo de la noción de «destino excepcional» del país. Sin embargo, también tuvo un impacto duradero en las relaciones internacionales de Estados Unidos, al fomentar una política de expansión territorial y una visión unilateral de su papel en el mundo.
American Progress
«American Progress» es una famosa pintura del artista John Gast, creada en 1872, que captura visualmente la ideología de la Doctrina del Destino Manifiesto y la expansión hacia el oeste de los Estados Unidos. La pintura representa una alegoría visual del progreso y la civilización avanzando hacia el oeste, desplazando la oscuridad y la barbarie representada por las sombras y las figuras indígenas. En el centro de la pintura, una figura femenina personifica el «Progreso Americano». Ella lleva una túnica blanca y una corona de estrellas, simbolizando la libertad y la democracia estadounidenses.
Sostiene un libro en una mano y un telégrafo en la otra, representando la expansión de la educación y la comunicación. A su alrededor, se ven símbolos de la civilización, como el ferrocarril, el telégrafo y los colonos que avanzan hacia el oeste. Detrás de la figura del Progreso, la luz del amanecer disipa las sombras sobre las montañas y las llanuras del oeste. Esta representación visual sugiere la creencia en el progreso inevitable de la civilización occidental y la idea de que la expansión territorial de Estados Unidos era parte de un destino predestinado.
En contraste, en el lado izquierdo de la pintura, las sombras cubren la tierra y las figuras indígenas parecen retroceder ante el avance del progreso. Estas figuras son representadas de manera sombría y en retirada, simbolizando la idea de que los pueblos indígenas eran un obstáculo para el avance de la civilización y debían ser desplazados para dar paso al desarrollo y la expansión de Estados Unidos. «American Progress» encapsula visualmente la narrativa de la Doctrina del Destino Manifiesto y la expansión hacia el oeste de Estados Unidos, así como las tensiones y conflictos que surgieron como resultado de esta expansión. La pintura ha llegado a ser ampliamente reconocida como un ícono cultural que representa el idealismo y la complejidad de la expansión territorial en la historia de Estados Unidos.
El término «viejo» sugiere una referencia a un período anterior en la historia de la nación, cuando el oeste todavía estaba en proceso de colonización y desarrollo. A medida que el país se expandía hacia el oeste, la frontera se movía constantemente hacia regiones anteriormente menos pobladas y menos desarrolladas. Esta expansión trajo consigo una serie de características distintivas, como la vida en la frontera, la exploración de territorios desconocidos, los conflictos con los pueblos indígenas, la búsqueda de riqueza en forma de oro y la construcción de infraestructura como ferrocarriles y asentamientos agrícolas.
Con el paso del tiempo y la posterior urbanización y desarrollo de la región occidental, el término «Viejo Oeste» se convirtió en una forma de referirse nostálgicamente a ese período de la historia, evocando imágenes de vaqueros, ranchos, pueblos fronterizos y leyendas del oeste salvaje. En resumen, se le llama «Viejo Oeste» para distinguir y recordar el período de colonización y expansión territorial que caracterizó la región occidental de Estados Unidos durante el siglo XIX.
Surgimiento del Viejo Oeste
El Viejo Oeste abarca un período de tiempo y un territorio extenso, pero su nacimiento puede rastrearse hasta los años posteriores a la Guerra de Independencia de Estados Unidos. La expansión hacia el oeste se aceleró con la adquisición de territorios como Luisiana en 1803 y el Tratado de Adams-Onís en 1819, que estableció la frontera con México en el río Sabine. Sin embargo, el período de mayor crecimiento y conflicto ocurrió durante la segunda mitad del siglo XIX.
La fiebre del oro de California en 1848 atrajo a miles de buscadores de fortuna, lo que llevó a la creación de asentamientos improvisados y ciudades mineras que surgieron de la nada. La construcción del ferrocarril transcontinental en la década de 1860 conectó la costa este con la costa oeste, facilitando el flujo de personas y bienes hacia el oeste y desempeñando un papel crucial en la expansión territorial. La expansión de la frontera estadounidense involucró a diversos actores clave que desempeñaron roles fundamentales en este proceso histórico.
Los pioneros y colonos fueron los primeros en aventurarse hacia el oeste en busca de nuevas oportunidades, estableciendo comunidades y desafiando las condiciones del terreno. El gobierno federal también desempeñó un papel crucial mediante políticas como la Compra de Luisiana y la Ley de Homestead, además de proporcionar infraestructura y protección a los colonos. Sin embargo, esta expansión tuvo un impacto significativo en los pueblos indígenas, quienes fueron desplazados de sus tierras ancestrales y sufrieron la pérdida de sus formas de vida tradicionales.
Empresas y empresarios contribuyeron económicamente al financiar infraestructuras y explotar recursos naturales. Las fuerzas armadas, por su parte, protegieron a los colonos y llevaron a cabo campañas militares para asegurar la expansión territorial. Estos actores interactuaron de manera compleja durante el proceso de expansión, dando forma al desarrollo y la transformación del oeste americano.