Definición del valor de la Receptividad
En el ámbito de los valores humanos, se conoce como Receptividad a la capacidad que tiene una persona para escuchar, sopesar, aceptar y convivir con otras formas de pensar, actuar y ser distintas a las suyas. Igualmente, el valor de la Receptividad apunta a la virtud que tiene una persona de estar atenta a las sugerencias y propuestas de sus semejantes.
Así mismo, este valor está estrechamente ligado con las cualidades del Respeto, la Empatía, la Autoestima y la Solidaridad, pues por un lado estar atento a las sugerencias y críticas constructivas no significa que la persona se sienta agredido o deprimido creyendo que no ha sabido hacer las cosas, sino que por el contrario pueda entender que existen otros puntos de vista, y que a lo mejor sus compañeros pueden ver algo que él no ha tomado en cuenta. En el mismo sentido, una persona receptiva será aquella que se relaciones con sus otros desde la tolerancia y la flexibilidad, dejando a un lado los distintos prejucios sobre el aspecto, condición o procedencia de su interlocutor, permitiéndole expresarse y permitiéndose escucharlo.
Este valor también implica Humildad de parte de su practicante, pues se debe ser consciente del carácter imperfecto de la propia humanidad, para entender que la razón no reside en un solo lado, mucho menos en el propio, y que por el contrario todo ser humano tiene la posibilidad de aportar sus conocimientos y talentos en cualquier circunstancia. No obstante, esto no significa dejarse influenciar por otros, simplemente refiere a la capacidad de saber escuchar y recibir a los otros que nos rodean, para finalmente sopesar los conceptos y tomar decisiones sobre los actos a cometer.
Importancia de la Receptividad como valor
Por otro lado, disciplinas como la Psicología también han señalado el impacto individual que tiene para una persona contar con la Receptividad como parte de su estructura de valores. En sintonía con esto, la Psicología indica que un ser humano receptivo será una persona que practique también la tolerancia, la inclusión y la convivencia, dándose la oportunidad de conocer a otras personas y también otros puntos de vista que abran su mente a nuevas realidades y posibilidades. De esta forma, por un lado se estará dando la oportunidad de establecer relaciones interpersonales sólidas, basadas en la aceptación y el respeto, mientras que por otro lado estará incentivando y alimentando su conocimiento sobre el mundo y sus posibilidades, lo que se traducirá en un incremento de su creatividad, eficiencia, productividad y éxito.
Desde un punto de vista mucho más amplio, la Psicología también ha reparado en los beneficios que tiene para una sociedad que los seres humanos que la conforman cuenten con la Receptividad como un valor agregado a su estructura de pensamiento y acción. En este sentido, los psicólogos han indicado que un colectivo que practique la receptividad, tenderá a ser una comunidad mucho más inclusiva, en donde ningún ser humano sea discriminado por su apariencia, condición u origen, estableciéndose por el contrario una red de relaciones interpersonales, basadas en el Respeto, la Empatía y la Solidaridad, que genere la Sinergia suficiente para avanzar en conjunto hacia estadios de productividad y bienestar común.
Adquisición de la Receptividad como valor
A pesar de que la Receptividad hacia otros seres humanos es un hecho inherente al ser humano, como individuo social que es, su sentido gregario –señala la Psicología- hace también que este valor deba ser inculcado y estimulado desde las primeras etapas de la infancia, a fin de que el niño crezca entendiendo que existe toda una diversidad de pensamiento y formar de ser, las cuales son igual de válidas, sin que una sea mejor que otra, aunque involucren resultados y consecuencias distintas, entre las cuales se deberá escoger cuál seguir, según los intereses personales.
No obstante, hay padres y maestros que pueden llegar a sentirse un poco desorientados en su objetivo de enseñar a los más pequeños el valor de la Receptividad. Para esto, la Psicología ha desarrollado ciertas estrategias educativas que pueden ayudar a aquellos adultos a cargo de la crianza de los más pequeños en esta tarea. A continuación, algunas de ellas:
1.- Como toda aquella situación que involucre el aprendizaje de una conducta o un valor, los psicólogos resaltan la importancia que tiene el Ejemplo. Así un niño que crezca viendo cómo sus padres tienen amistades o se relacionan con otras personas de distintas características, será un niño que crezca entendiendo que el ser humano es diverso, y que las particularidades de cada uno no pueden ser obstáculo para conocerlo, pues toda persona tiene algo que aportar.
2.- Así mismo, los padres deben estar dispuestos siempre a escuchar al niño, y tomar en cuenta su forma de pensar, para la toma de algunas decisiones, pues de esta manera se le estará enseñando con el ejemplo y la práctica el cómo escuchar, valorar y aceptar las distintas propuestas y sugerencias de otros, enseñándole que cada ser humano es importante y tiene algo que decir.
3.- En cuanto al área de sociabilización del niño, es importante que tanto padres como educadores acompañen a los niños en su proceso de relaciones interpersonales, reforzando los rasgos positivos que deben darse en esto, y llamando la atención en aquellos que pueden causar ruido, por ejemplo, como las burlas, el acoso o el manoteo.
4.- Igualmente, una escuela que practique la integración escolar de Personas con Condiciones Especiales, puede ser un hecho que beneficie a todos los involucrados, pues así como se le permite a los niños con discapacidad el integrarse en la educación regular, sin ser discriminados, los otros niños desde pequeños entenderán que el mundo es diverso, ampliando sustancialmente sus perspectivas y su visión del mundo, creciendo como adultos receptivos, respetuosos, tolerantes y empáticos, valores que los encaminarán al éxito y la felicidad.
Fuente de imagen: elpensante.com