En el ámbito de la mitología griega, se conoce con el nombre de Caballo de Troya a un inmenso aparato, en forma de caballo, con el cual Grecia logró burlar las murallas troyanas, sin que los poderosos de esta ciudad pudiesen prever que la escultura, en realidad era una trampa que los condenaría a la derrota.
Historia del Caballo de Troya
En este sentido, de acuerdo a lo que afirman los registros literarios sobre este artilugio griego, a pesar de que los Griegos habían logrado imponerse victoriosamente durante los largos nueve años que duró la Guerra de Troya, estos no lograban penetrar a la ciudad, pues según describían los antiguos, esta contaba con fuertes, altas y sólidas murallas, que la protegían de los intrusos.
Convencidos de que físicamente sería imposible vulnerar las murallas, los griegos llegaron a la conclusión de que sería la astucia, y no la fuerza, la que los conduciría a la victoria. De esta forma, tal como consta en algunos escritos, como por ejemplo en los versos homéricos, los griegos idearon una forma de engañar a Troya. Para esto se dieron entonces a la tarea de construir un inmenso caballo, a fin de ofrecérselo a los troyanos, estando seguros de que aceptaría, ya que estos últimos rendían devoción a Poseidón, Dios del mar, cuyo símbolo era el caballo.
No obstante, lo que los troyanos no sabrían era que esta escultura en realidad era un artilugio, pues su inmenso tamaño escondía un interior hueco, en donde Grecia colocaría lo mejor de sus guerreros, quienes lograrían entrar a la ciudad, invitado por y arrastrado por los propios troyanos. Una vez adentro –de acuerdo al plan griego- los hombres aguardarían a la noche, y cuando todo fuese silencio: atacarían. No obstante, otras versiones afirman que dentro del caballo iban pocos guerreros, y que estos esperaron a la noche, para salir de la máquina, matar a los centinelas y abrir las puertas de Troya al inmenso ejército que aguardaba afuera, y que en pocas horas destruiría la ciudad de los troyanos.
De acuerdo a lo que citan las fuentes literarias, el plan se llevó al pie de la letra, consiguiendo la confianza de Troya, quien aceptó el presente y lo condujo orgullosamente al centro e interior de su ciudad amurallada. En la noche, cuando todos los habitantes de la ciudad dormían, los griegos salieron de su escondite y barrieron con Troya, derrotándola para siempre.
Veracidad del Caballo de Troya
A pesar de que la historia del Caballo de Troya ha trascendido por generaciones, las fuentes en las cuales se apoyan son netamente literarias, es decir, que no se cuentan con registros históricos o hallazgos arqueológicos que permitan corroborar la veracidad de esta historia, que ha fascinado al imaginario popular durante siglos.
De esta forma, la primera mención del Caballo de Troya es atribuida a los poemas homéricos, específicamente a algunos pasajes incluidos en La Odisea, en donde el propio Menelao, como forma de apoyar lo declarado por Helena, comienza a contar ante los presentes cómo Grecia venció a Troya por medio del engaño del gran Caballo de Madera que lograron introducir a la ciudad, logrando finalmente su derrota.
Sin la existencia de pruebas físicas o testimonios históricos, los investigadores han optado por considerar al Caballo de Troya como una invención del imaginario antiguo. Sin embargo, ante la presión de aquellos que creen que en las obras de Homero existe mucho de historia de la Grecia helénica, estos científicos han llegado a aceptar la posibilidad de que los griegos hayan podido engañar a los troyanos con algún tipo de máquina o artilugio, que evocara la forma de su dios Poseidón, sólo que probablemente los hechos no sucedieron como los narra la literatura, dando cabida a otro tipo de hipótesis, cuya veracidad continuará siendo igualmente una incógnita por no contar con los medios materiales para poder comprobarlos.
Caballo de Troya en la imaginería actual
No obstante, con pruebas de su existencia o sin ellas, la historia del Caballo de Troya ha trascendido el tiempo, calando en la imaginación de cada generación, en donde se ha posicionado como un claro ejemplo de cómo no se puede confiar en el enemigo o en los extraños, bajo ninguna circunstancia, por muy buena que esta parezca. De esta forma, la imagen del Caballo de Troya ha viajado en el tiempo, convirtiéndose en una advertencia sobre aquellas cosas en las que creemos o aceptamos de otros.
De hecho, en la época actual, los virus informáticos más peligrosos reciben el nombre de troyanos, debido a su capacidad de parecer un programa legal o inofensivo, generando en el usuario confianza, a fin de propiciar su activación, pero escondiendo en su interior un terrible programa destructivo que puede llevar a la pérdida de importantes archivos y la destrucción incluso de partes esenciales del software. Así, una vez más queda demostrado como el mito del Caballo de Troya forma parte activa de la imaginería colectiva, por lo que en términos literarios, más allá de haber existido o no, cuenta con la fuerza arquetipal del mito, lo cual lo convierte en material de conocimiento universal, con respecto a las precauciones que se deben tener a la hora de recibir ofrendas, regalos o materiales, por parte de desconocidos, o de conocidos con los que se ha tenido desavenencias en el pasado.
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