En el ámbito de la Literatura Universal occidental, se distingue con el título de Don Quijote de la Mancha, a una novela nacida de la pluma del célebre escritor Miguel de Cervantes, quien publicó la primera parte de esta obra en el año 1605, para después de una década revelar al mundo la continuación de esta historia, la cual sin embargo no fue recibida con tanto entusiasmo.
Trascendencia del Quijote
No obstante, en la actualidad, la historia del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha es considerada la novela más importante de la Literatura española, y una de las más relevantes de la Literatura Universal de todos los tiempos. De esta forma, la Academia considera al Quijote de la Mancha como la obra con la que se inaugura la novela moderna, la cual se caracteriza en primera instancia por la capacidad del texto de poner en jaque todo lo conocido, para revisarlo desde una mirada satírica, como lo hace magistralmente Cervantes al crear un personaje como el Quijote que viene a burlarse de la tradición de la novela de caballería, lo cual además convierte a esta obra también en la última novela de este género, el cual ya estaba en franca decadencia.
Así mismo, Don Quijote de la Mancha inaugura también el ámbito de la novela polifónica, es decir, aquella en donde intervienen varias voces, manifestados tanto en los diálogos que ocurren entre los personajes, así como los soliloquios que pueden establecer cada uno de los personajes protagónicos, consigo mismo, lo cual rompe con la tradición del narrador como única voz que recorre la novela. Por consiguiente, se puede decir que el Quijote inaugura con su aparición nuevos géneros y tradiciones dentro de la corriente occidental de la Novela, de allí su vital importancia para la Lengua española, no en vano esta obra ha encabezado varias de las listas de novelas más importantes de la historia.
Interpretaciones del Quijote
Aun cuando la Literatura ha sido siempre consciente de la trascendencia de esta obra para las Letras occidentales, esta novela –como suele suceder- ha sido interpretada de forma distinta por cada una de las épocas y generaciones que han transitado la humanidad desde su aparición, puesto que una obra literaria se reconstruye a partir de cada lector y su contexto. En este sentido, puede hacerse un breve resumen de cómo ha interpretado cada época las páginas del Quijote:
Intención original
Además de las distintas lecturas, la Academia resalta siempre la primera lectura que pudo tener el Quijote en la España de 1615, cuando su autor, en la boca de sus propios personajes, en específico de Sancho Panza, expresaba en la segunda parte de esta novela, que Don Quijote era interpretado de formar distintas por sus semejantes de tres formas distintas. De esta forma, citando algunos fragmentos del capítulo dos de la segunda parte de Don Quijote, se podría decir que éste era considerado de la siguiente forma:
Loco, pero gracioso
Valiente, pero desgraciado
Cortés, pero impertinente
Lo cual demuestra cómo ya en su época, esta obra se traducía en distintas interpretaciones, así mismo resalta cómo el centro de la novela dejan de ser las grandes hazañas del caballero, para centrarse en su condición humana, lo cual es una seña más del cambio de época que implicaba esta novela, la cual a un tiempo satirizaba la novela caballeresca y a otro abría las puertas de una nueva etapa dentro del género de la novela.
Siglo XVII
Así mismo, la Historia de la Literatura resalta el cómo esta obra llegó rápidamente a los lectores de la Europa del Siglo XVII, puesto que sus traducciones no se hicieron esperar, contándose como la primera, la hecha por Thomas Shelton al inglés, en 1612. Igualmente, la versión en francés llegó en 1614 de mano de César Oudin, mientras que entre otras traducciones resaltan las llevadas al italiano (1622); alemán (1648) u holandés (1657). En cuanto a su interpretación, los especialistas afirman que en ese momento fue asumida como una obra satírica, la cual fue entendida desde el humor.
Sin embargo, durante esta época no se hicieron esperar tampoco algunas interpretaciones o lecturas de tipo esotérico, entre las cuales destacan visiblemente aquellas que afirmaban que Cervantes buscaba con el Quijote hacer una parodia de la Autobiografía de San Ignacio de Loyola, la cual salió a la luz justo cuando Cervantes se dio a la tarea de componer su Quijote.
De igual manera, en 1675, un jesuita de nombre René Rapin también alzó la voz para destacar el mensaje encubierto que según él guardaba en sus líneas el Quijote, señalando que –según su análisis- se trataba en realidad de una cruel crítica hacia el dique de Lerma. Este religiosos de origen francés, apuntaba a que el símbolo de los molinos, usado por Cervantes refería directamente a la moneda de plata española, que este noble había decido rebajar y que empezó a llamarse molino. Sin embargo, de forma general, cada una de las interpretaciones hechas durante el siglo XVII revelan cómo los contemporáneos de Cervantes entendieron esta obra como una gran sátira hacia la sociedad española, sus símbolos, sucesos particulares, estructura y costumbres.
Siglo XVIII
Un siglo después, aun cuando se seguía manteniendo la noción sobre la jocosidad de algunos de sus fragmentos, la Europa de ese siglo fijó atención también en el carácter didáctico de la obra, tomándolo como una gran crítica a la estructura y costumbres sociales de aquella de la época que le sirvió de cuna. De esta forma, la Ilustración se dio a la tarea de analizar y realizar profundas obras críticas, entre las cuales destacan la del inglés John Bowle, la cual además de causar la vergüenza de los españoles por no poder igualar la capacidad de su análisis aun siendo compatriotas de Cervantes, lograba estipular de forma bastante acertada cada uno de los símbolos y mensajes del Quijote.
Así mismo, otros grandes representantes de la Ilustración, como por ejemplo Voltaire o Byron dieron sus propias interpretaciones, las cuales oscilaban entre las lecturas que consideraban a Cervantes como un fuerte crítico de su patria, rayando incluso en el antipatriotismo. Igualmente, otras lecturas lo consideraron como el hacedor de una obra que apuntaba directamente al corazón del ejercicio militar español, burlándose del ideal caballeresco. En este sentido, no faltó aquel que también viera en la obra de Cervantes un llamado de atención tremendo sobre lo peligroso del idealismo, intención que según estas interpretaciones perseguía a través de una profunda sátira.
Siglo XIX
Por su parte, los intelectuales decimonónicos también se dieron a la tarea de tratar de encontrar una interpretación adecuada de esta novela, destacándose especialmente las lecturas de representantes del romanticismo como Schlegel, Shelling o Ludwig Tieck, quienes señalaron cada uno en su momento que el Quijote era básicamente una puesta en escena del choque tremendo entre la realidad abrumadora y el idealismo, hecho que hacía a su protagonista saltar a la palestra del héroe trágico, quien a pesar de sus emociones y virtudes está condenado a una realidad terrible y desgarradora.
A esta interpretación, se unió también otro romántico, Heinrich Heine, quien en 1837, resaltó el carácter triste que envolvía al Quijote, lo cual salvaba a este personaje del patetismo, para reinsertarlo en el ámbito trágico. Así mismo, el romanticismo abrió una nueva lectura del Quijote, aquella que trataba de encontrar símbolos trascendentes, a través de lecturas metafísicas, que tenían la principal intención de precisar los arquetipos universales que poseía esta obra en sus líneas. Por otro lado, también se dio un proceso en el cual los lectores comenzaron a ver en las palabras del Quijote, confesiones autobiográficas de su autor.
Posteriormente, con el advenimiento del modernismo, la condición de triste de Don Quijote, que ya había empezado a humanizarlo con el Romanticismo, siguió in crescendo, asignándole otras condiciones inherentes a su humanidad, entre las que destacaban principalmente las cualidades de Solidaridad, Idealismo, Ingenuidad, Bondad, Honor, entre otras, que en ocasiones acercan al Quijote al modelo de perfecto hombre, que pintaba el cristianismo dominante en la época. Versión que logra su total canonización, con el análisis del célebre escritor ruso Dostoyevski, quien llega incluso a comparar el Quijote con la figura central del cristianismo: Jesús, declaración reafirmada por otros grandes representantes de la Literatura eslava, como Pushkin, quienes vieron en el Quijote el modelo mismo de la Bondad humana, enfrentada a la maldad que reina en la realidad.
Incluso, de este arquetipo de hombre bondadoso, que rozaba la santidad, el Quijote, en algún momento del siglo XIX, llegó a ser asumido también como símbolo político, que encarnaba a un pueblo, en este caso el español, el cual lleno de bondad poética se enfrentaba con la maldad de sus políticos, así como a la muerte de su época, por lo que se refugiaba en sus ideales, luchando contra los molinos de viento que una realidad decadente.
Siglo XX
Posteriormente, los hombres del siglo XX abandonaron las lecturas subjetivas y románticas, para volver a insertar al Quijote dentro del género de la Sátira, reconociéndolo como un héroe trágico, pero sin olvidar el profundo humor que recorre las líneas de esta novela occidental. No obstante, fue en este siglo, en donde también se empezó a destacar que al hablar del Hidalgo Don Quijote de la Mancha, no se puede hablar de un solo personajes, sino de dos: el aventurero irreflexivo que ve una realidad que no existe, y el viejo entregado a la reflexión del desengaño. De esta forma, se puede decir que el siglo XX es la época en donde las interpretaciones metafísicas, esotéricas, históricas, románticas, arquetipales, trágicas y satíricas se conjugan, para ofrecer al lector una revisión de esta obra, a la luz de lo que han dicho los grandes escritores en sus interpretaciones.
Imagen: pintura de Antonio Guijarro Morales / Fuente: wikimedia.org