En resumen, el Romanticismo plantea una ruptura tajante con la tradición, colocando el acento en la forma individual de sentir la naturaleza, la vida y a los otros semejantes. Debido a esto, es decir, a su enfoque emotivo para procesar la realidad, sus concepciones, cánones y manifestaciones comienzan a variar exponencialmente en la medida en que este movimiento supera los límites de Alemania, para expandirse primero a Inglaterra, otros países de Europa, e incluso América donde llega ya como posromanticismo, abriendo las puertas del Modernismo latinoamericano, que contó con importantes figuras como Rubén Darío.

Historia del término Romanticismo

Según lo reseñado por los investigadores de este movimiento, el término Romanticismo proviene de la voz francesa roman que significa “novela”. No obstante, existen fuertes detractores de esta teoría. Sin embargo, hasta ahora un hecho innegable aportado por los estudiosos es el hallazgo filológico de la primera vez que fue usado, momento que hace referencia a la mitad del siglo XVIII cuando la pluma del escritor James Bosweell usó la palabra romántico, en su libro An Account of Corsica, para referirse a circunstancias o momentos que desencadenaban sentimientos que no era posible expresar con palabras, o que por el contrario necesitaba de un “roman” francés para hacerlo.

Cuando la obra fue traducida al Alemán, la voz francesa roman se tradujo como romantisch, y comenzó a ser usada como una postura opuesta al klassich. No obstante, en primera instancia el término romantisch sólo hacía referencia a una forma particular de sentir, o de enfrentar el mundo desde los sentimientos. Finalmente, en el año 1819, el filósofo y escritor Friedrich Bouterwek hace uso del vocablo “Romantiker” para denominar una escuela literaria específica, que pretendía colocar el foco sobre sus emociones y cómo estas eran afectadas por el mundo circundante.

Principales características del Romanticismo

Así mismo, los estudiosos de este movimiento artístico han indicado una serie de aspectos, considerados como características fundamentales del Romanticismo. A continuación se enumerarán algunas de las más importantes:

1.- Tal vez su principal característica es la de constituir un movimiento artístico y estético que nace como propuesta y respuesta a movimientos intelectuales como la Ilustración y el Clasicismo, cuyo centro giraba en torno al pensamiento racional, dejando de lado los sentimientos humanos.

2.- Así mismo, el Romanticismo proclama la supremacía de un “Yo” individual, frente a la universalidad de la razón que planteaba el Clasicismo. También se enaltece el subjetivismo.

3.- Igualmente, se le dan realce nuevamente a dimensiones como la fantástica.

4.- Se asume al Poeta como un ser supremo y creador absoluto de su obra.

5.- De la misma manera, el Romanticismo comienza a decantarse por la preferencia de lo propio, frente a lo distinto, por lo que también se considera que cuenta con un importante carácter nacionalista.

6.- Persigue la libertad del sentir y el crear, frente a los cánones y estereotipos atribuidos al Clasicismo.

7.- Pese a su tendencia a defender lo propio, o nacional, el Romanticismo es una corriente que invoca los poderes creativos del artista, invitándolo a la creación original, que rompiera con continuar la tradición clásica.

8.- Entre otro de los rasgos que recorrerá activamente el Romanticismo destaca el sentimiento absoluto de nostalgia en referencia a una Edad de Oro primigenia que se considera perdida, bien como individualidad, representada por la infancia, o bien como colectivo, representada en otra época anterior.

9.- Así como existe nostalgia hacia el pasado perdido, este movimiento también se caracteriza por una continua insatisfacción con el presente, el cual debe modificarse, así como en cuanto a la obra artística realizada, la cual es vista como imperfecta, lo cual es perseguido también por los románticos como una forma de contradecir una vez más a la obra de arte perfecta producida por los seguidores del Clacisismo.

11.- Su carácter nacionalista, hizo que este movimiento volcara su atención hacia la literatura popular, incluso también para seguir rompiendo con la Literatura Clasicista, cerrada y practicada solo por los grande señores de la sociedad. De esta manera se coloca la lupa sobre la literatura menor.

12.- No obstante, ese giro sobre la letras populares, lejos de congelar o empobrecer el lenguaje literario, lo enriqueció, dotándolo de gran vitalidad y flexibilidad, despojándolo de las duras estructuras que le había impuesto movimientos como el Neoclasicismo.

13.- Igualmente, tajo a escena conceptos como la Belleza, la Libertad, la Pasión.

14.- Sus principales representantes llevaban vidas cónsonas con sus manifiestos artísticos, alejándose de los cánones impuestos por el Neoclacisismo, y siguiendo corrientes políticas liberales y vidas catalogados por algunos como libertinas.

15.- Así mismo, el Romántico se caracterizaba por crear mundos ideales que chocaban con la realidad, haciendo que su precursor viviera constantemente afectado por el contraste entre su pensamiento y búsqueda, y la dureza del mundo que le rodeaba, por lo que la mayoría de las veces la depresión, el uso de sustancias psicotrópicas y el suicidio eran características constantes en el Romántico.

Principales representantes del Romanticismo

Dentro de los principales seguidores y practicantes de este movimiento resaltan importantes artistas del siglo XVIII y parte del XIX. Por ejemplo, en cuanto a sus máximos representantes en el ámbito musical destacan Ludwig Van Beethoven, Carl Mariavon Weber y Félix Mendelssohn. Por su parte, la pintura contó como representantes del Romanticismo con Thomas Gritin (Inglaterra), Caspar David Friedrich (Alemania), Antoine-Jean Gros (Francia)  y Francisco de Goya (España). En cuanto a la Literatura, la narrativa y el Teatro se vieron fuertemente enriquecidas, destacándose figuras como Francoise René de Chateaubriand y Johann Wolfgang von Goethe, del cual su obra Fausto es uno de los textos más resaltantes del Romanticismo.

Imagen: Fragmento, El sueño de la Razón (1797-1799) por Francisco de Goya.
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