La fe es un concepto abstracto de muy difícil definición. La fe es un término propio de la religión que se refiere al acto de creer ciegamente en algo, ya sea en una deidad o en un conjunto de asuntos propios de la religión en cuestión o, cuando menos, tener la esperanza o la convicción de que algo es como lo creemos, o que sucederá como lo pensamos o esperamos.
La creencia propia de la fe hace del asunto creído algo tan fuerte que adopta el carácter de verdadero aún sin ser comprobado. La fe puede comprenderse también como aquella actitud, que incluye tanto voluntad como intelecto, de totalidad del ser que se dirige a algo divino o a una entidad suprema.
En forma más específica, la religión Católica incluye la fe como una de las tres virtudes teologales, colocándola incluso en el primer lugar, con las que la Iglesia asiente la revelación de Dios. Una definición de fe es posible de encontrar en la Biblia. Dicha definición se encuentra en Hebreos 11:1 y dice lo siguiente:
Es, pues, la fe la certeza de los que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Como es posible ver, se trata de uno de los pilares fundamentales de la religión Católica, comportándose como uno de los motivos, o incluso el más importante que ha permitido mantener a la Iglesia, como institución, en pie durante tanto tiempo.
Para las religiones en general, sea cual sea su naturaleza, la fe se comporta como algo fundamental, es más, sin la fe de sus fieles, las creencias dejarían de serlo, desvaneciéndose y permitiendo que la religión se desmoronase.
Lo anterior, debido a que algo básico de todas las religiones es que hay cuestiones que sólo se creen, asuntos que los creyentes aceptan sólo por que su religión lo afirma, adoptándose como una creencia tan verdadera como aquellos asuntos comprobables a través de la historia o la ciencia.
Más allá del ámbito religioso, la fe está presente en el desarrollo y actuar de todos los seres humanos. Desde cierto punto de vista no podríamos funcionar en el mundo sin la fe o convicción sobre el orden y desarrollo de las cosas, aunque en la mayoría de los casos no contemos con las pruebas ni los conocimientos como para «probar científicamente» estas convicciones, sencillamente creemos en ellas.
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