El Pensante

Ensayo sobre la tercera edad

Ensayos - septiembre 25, 2016

Dentro de las distintas categorías etarias estipuladas por la Organización Mundial de la Salud, se distingue con la etiqueta de vejez o adulto mayor aquella en donde se encuentran los individuos humanos que han superado la barrera de los 65 años, y que de acuerdo a sus características y necesidades comunes pueden ser también considerados como una población como tal, o un sector de la población.

Imagen 1. Ensayo sobre la tercera edad

Término “tercera edad”

Así mismo, este grupo social es denominado también en ocasiones de la“tercera edad”, término que es usado desde hace alguno años, como convención para referirse a un sector de la sociedad, sin caer en el peligro de usar términos despectivos, que vengan a imprimir una ofensa o menosprecio hacia aquellos que conforman este grupo etario. De esta forma, en los últimos tiempos los diversos Estados, instituciones y movimientos se han decantado por preferir la incorporación o uso de etiquetas como “adulto mayor”, “individuo de la tercera edad” entre otros eufemismos que comprenden “años dorados”, segunda juventud”, cuyo objetivo común es evitar el uso de palabras como vejez, senetud, decrepitud, ancianidad, los cuales pueden herir susceptibilidades, y que son entendidas en la actualidad como palabras discriminatorias.

Por consiguiente, se concluye que para referirse a los individuos pertenecientes a este grupo etario lo políticamente correcto es usar dos de los vocablos más aceptados: adulto mayor o tercera edad, los cuales en ningún momento resaltan la pérdida de facultades, deterioro, carencias o pérdidas de habilidades que los otros términos peyorativos incluyen semánticamente, y que cubren a esta etapa de la vida humana, previa a la muerte, con un manto de negatividad, la cual nace de una negación colectiva a asumir que el tiempo pasa, y que termina no sólo por querer suprimir la idea del propio envejecimiento, sino que comienza a manifestarse en el deseo de evadir o eliminar todo aquello que lo recuerde, quedando en el medio esta población, la cual comienza entonces a ser discriminada o marginada.

Complejo de la eterna juventud

En este sentido, es importante revisar un poco la dinámica y patrones de comportamiento del mundo industrializado actual, en donde se puede identificar una sociedad que coloca el acento y otorga especial sobrevaloración a todo aquello que constituya un símbolo de belleza, éxito y glamour, lo cual está ligado necesariamente al concepto de nuevo, inmaculado, y también joven.

Así, en el inconsciente colectivo ha calado profundo la asociación entre lo joven y positivo, y por consiguiente también se ha dejado imponer el pensamiento complementario, en donde aquello que se aleja de la juventud es visto como deterioro, pérdida, descartable, roto, dañado, sustituible, hecho que ha evolucionado de esta forma –de acuerdo a algunas corrientes de pensamiento- de acuerdo a la necesidad de mantener una constante cadena de consumo, basada en patrones de comportamiento que se encuentran en constante búsqueda de adquirir siempre lo nuevo, en rechazo de todo aquello que no lo sea.

Igualmente, el sistema capitalista –hasta la década pasada, aun cuando sigue sucediendo en muchos sectores y naciones- era muy estricto en la edad exigida para sus altos ejecutivos, quienes además de exitosos debían verse jóvenes, y la juventud cumplía con el límite de los 35 años, momento después del cual era muchísimo más difícil ser elegido para un puesto ejecutivo, a la par de los fuertes y jóvenes rivales. De esta forma –aun cuando esto ha ido flexibilizándose con los años- el mundo financiero e industrial neoliberal parecía contemplar a su empleados y obreros como una parte más de la gran máquina productiva, los cuales eran fácil y necesariamente sustituibles después de cierto tiempo de uso, sobrevalorando la joven edad del empleado, y perdiendo de vista la gran importancia de la experiencia que un profesional puede ir acumulando durante los años de ejercicio.

Afortunadamente, este pensamiento ha ido cambiando poco a poco, y aun cuando existe una reñida competencia con la juventud a la hora de optar por un nuevo puesto, al menos los empleados cada vez menos –también por las reformas legales en materia laboral- son separados a la fuerza de sus cargos, en beneficio de nuevos y jóvenes empleados. Así mismo, los estereotipos han cambiado, o simplemente han regresado, y en la actualidad comienza a prestársele mucha más atención a la experiencia y la sabiduría, volviendo a la palestra el paradigma que enlaza vejez con sabiduría. Por consiguiente, hoy en día el mundo científico, artístico, político y empresarial está lleno de hombre y mujeres, pertenecientes a la tercera edad, que con su gran actividad demuestran día a día que la vejez es sólo una etapa más por donde transita el hombre, y que quizás siendo la última, pueda ser también una de las más importantes, por lo que no debe ser rechazada y olvidada.

Tercera edad y dificultades

No obstante, estos privilegios son para los hombres y mujeres de la tercera edad perteneciente a ciertos hemisferios sociales, pero qué pasa con el grueso de hombre y mujeres mayores de 65 años. Pues aun cuando cada caso es específico, y el concepto de vejez no debe estar necesariamente atado al de enfermedad o deterioro, los adultos mayores de hoy en día continúan enfrentándose a situaciones de olvido, abuso y maltrato por parte de algunas instituciones y Estados, sobre todo en los países subdesarrollados.

De esta forma, aun cuando trabajaron toda su vida, nutriendo un sistema económico con su mano de obra y esfuerzo físico, muchos no han conseguido pensionarse, aun cuando están jubilados, o la pensión resulta desfasada para los precios actuales, los que los obliga a vivir en la pobreza o seguir vinculados laboralmente después de la jubilación. Así mismo, algunas compañías de seguro o sistemas de salud pública parecieran aumentar las trabas a medida de que el potencial paciente cumple años, lo cual se une a la situación económica para dejar a los adultos mayores en una situación de desamparo, justo cuando más atención y descanso necesita, rompiendo con el paradigma del retiro deseado, y enfrentando a esta población a trámites y reclamos eternos, que muchas veces superan su propia vida, trascendiéndolos, no sin antes robarles la tranquilidad de los últimos años.

Así mismo, en ocasiones las familias someten a estos adultos mayores a condiciones de abandono, soledad o incluso explotación, como se da en el caso de las “abuelas esclavas”, en donde los hijos ponen nuevamente el peso de la casa y los nietos sobre los hombros de sus madres, sin compasión a su edad o circunstancias. Todo esto, aunado a los propios problemas de salud, la pérdida de energía, la angustia ante la muerte, los aprietos económicos, entre otros factores pueden acelerar el proceso de envejecimiento en el adulto mayor, además de conducirlo a períodos de estrés o depresión, que terminan traduciéndose en mala calidad de vida, así como en el rápido advenimiento de la muerte, aun cuando la historia pudiese ser diferente.

Posibles respuestas

Como solución, distintas organizaciones han hablado entonces de la necesidad de tomar en cuenta los Derechos Humanos, Civiles y Sociales que este grupo de personas tiene, promoviendo su cumplimiento, a fin de garantizar la calidad de vida de los adultos mayores, lo cual además de ser un claro síntoma de Justicia Social, aseguraría el futuro de todos los miembros de la sociedad que en algún momento llegarán a esa edad. Así mismo, en última instancia, sería –de acuerdo a algunas corrientes de pensamiento- devolver o recompensar a quienes criaron la generación posterior y dieron lo mejor de sí al mundo económico de su nación, siendo con esto cónsono con las culturas antiguas que veían en la vejez un símbolo a honrar, respetar y valorar.

Imagen: pixabay.com