Jack Horner
Nuestra fascinación por los dinosaurios
De todos los animales que habitaron la tierra antes que nosotros, no cabe duda de que los dinosaurios son los que más fascinación han despertado en los seres humanos. Es relativamente fácil comprender por qué: estos animales alcanzaron tamaños completamente impresionantes y convirtieron nuestro planeta en una tierra de titanes.
En la era de los mamíferos vimos animales gigantes. Muchos de ellos sobrevivieron hasta un periodo relativamente reciente (menos de 10 mil años), pero sólo en África y Asia quedan muestras de los más impresionantes… y sólo un puñado de especies. Incluso en el momento más álgido, los titanes de la era de los mamíferos resultaban, cuanto menos, de la mitad del tamaño de los gigantes de la era de los reptiles.
Por esta razón, la posibilidad de recrear un mundo en el que estos monstruos caminen junto a nosotros ha sido una constante en la imaginación de las personas. La película Jurassic Park (junto con sus partes 2 y 3 y la reciente secuela) hizo que muchos comenzaran a soñar con la viabilidad de reconstruir estos seres a partir del ADN que pudiera encontrarse. Pero lamentablemente esto es algo casi imposible.
Los problemas del ADN
Al igual que muchos compuestos orgánicos, el ADN – núcleo de la vida como la conocemos – es bastante endeble ante las condiciones. Múltiples factores, como la radiación ultravioleta, el fuego, la congelación o en general estar expuesto a lo que podríamos llamar “medio” pueden hacer que desaparezca.
Aún se debate sobre cuánto puede durar si se encuentra correctamente aislado. Los científicos todavía debaten si el hallazgo realizado hace década y media en verdad mostraba bacterias de 250 millones de años de antigüedad: dejándolo de lado, se cree que el tiempo máximo no debería superar los 100 mil años. Y esto en el caso único de seres especializados en resistir condiciones extremas.
Aunque tenemos acceso al ADN de bastantes animales del pasado reciente (ante todo de los conocidos mamuts, enterrados en el permafrost siberiano), la probabilidad de encontrar un rastro del material genético de un animal extinto hace más de 60 millones de años es prácticamente nula, y no digamos si la antigüedad se dobla o triplica. No es en esta dirección que se encuentra la respuesta.
La posible solución al problema
Pero entonces, ¿por qué algunos científicos parecen confiar en un posible “Parque Jurásico” en un futuro relativamente cercano? La respuesta es simple: parecen haber encontrado un mejor lugar para buscar que en las evidencias fósiles.
Se trata de las aves, descendientes de los dinosaurios. Bien se sabe que los seres humanos compartimos hasta el 50% de ADN con una mosca y más de un 96% con los chimpancés, por lo que es posible que una gran parte del ADN de un ave sea en verdad ADN de dinosaurio.
Jack Horner es el científico detrás de este trabajo. Famoso por su investigación sobre los hábitos sociales del Maiasaura y por su teoría (hoy aceptada) de que el Tiranosaurio Rex no era un cazador, sino un carroñero, Horner lleva 10 años dedicado en un laboratorio en Montana (Estados Unidos) a trabajar con el ADN de aves con la esperanza de reconstruir un dinosaurio.
El científico considera que dadas las condiciones actuales sería viable que en menos de una década tuviésemos los primeros resultados (aunque estos serían posiblemente dinosaurios pequeños, del tamaño de una gallina o un gato). Sin embargo, asegura que entre más personas se dediquen a la investigación más posible será la creación de los titanes que antecedieron a los mamíferos.
Aunque resulte fascinante, muchos han sembrado dudas sobre la efectividad de este sistema. Podría, en efecto, ponerse dientes a una gallina, hacerla más grande y darle una cola, ¿pero sería esto en verdad un Tiranosaurio? Muchos entre la comunidad científica opinan que no.
Hasta que no se logre determinar qué genes mutaron y cuáles permanecieron invariables, no seremos capaces de traer de vuelta a la vida a estos poderosos titanes.
Fuente de imágenes: 1: en.wikipedia.org, 2: im.ziffdavisinternational.com