Hasta el momento hemos visto dos de las especies que parecieran tener la capacidad de vivir eternamente. Como es obvio, una cosa es ser biológicamente inmortales (es decir, no envejecer) y otra completamente diferente es ser inmortal, estos seres pueden morir (si los cazan, enferman o se los comen), sencillamente no deben su muerte a complicaciones por la edad avanzada.
Estas no son las únicas especies biológicamente inmortales, y parece ser que su funcionamiento es muy diferente al del cuerpo humano. Sin embargo, existen otras especies que (parece ser) se asemejan algo más al ser humano y de las que podríamos obtener los secretos de la inmortalidad. La más importante de estas especies (y la última que trataremos aquí) es la langosta.
Pero antes, veamos qué otros animales parecen vivir eternamente:
La Hidra
Poco conocida, la hidra es un diminuto pólipo de agua dulce que se alimenta de pequeñas partículas y animales. Bautizada por la criatura mitológica griega, tiene grandes capacidades de regeneración: si una hidra se corta en 5 partes, 5 hidras completas nacerán de allí.
Para ser un animal pequeño, se desconoce aún su longevidad. En un experimento varias hidras no solo sobrevivieron por más de 4 años, sino que mostraban tejidos idénticos en ambas circunstancias, como si se mantuvieran en un estado de perpetua juventud. Análisis más profundos demostraron que se trataba de un grupo de genes conocidos como FoxO, que le permiten usar las células madre que posee para regenerar la totalidad de su cuerpo. Se presume que el animal es completamente inmortal y solo envejece una vez se retira este gen de su genoma.
La medusa inmortal
Las medusas tienen uno de los ciclos de vida más particulares del mundo animal. En lugar de nacer en forma adulta, la “larva” de la medusa se adhiere al suelo oceánico donde genera una especie de “brazos” con los cuales se alimenta mientras crece. Con el tiempo, el número de brazos se multiplica y una vez ha alcanzado el tamaño adecuado “grupos” de brazos comienzan a separarse, cada uno convirtiéndose en una pequeña medusa.
Esta estructura, conocida como pólipo, es la base de la medusa adulta, su forma “juvenil” por decirlo de alguna manera. Pues bien, una especie particular de medusa posee la habilidad de “recuperar” esta forma juvenil una vez ha terminado en su ciclo de vida. Es como si un anciano pudiera recobrar la forma de niño antes de morir y repetir, de nuevo, su ciclo biológico.
Esta particularidad hace a la medusa el más peculiar de los animales inmortales. En este caso, no se trata de no envejecer, se trata de revertir el proceso de manera artificial para evitar la muerte. Por supuesto, volverse de nuevo un pólipo resulta en un peligro para la medusa, que normalmente terminará en las fauces de otro animal. Pero no cabe duda de que es una solución ingeniosa para obtener la inmortalidad.
La Langosta
El último ser vivo de la lista es un participante más bien inesperado… y cuyo proceso de envejecimiento, según parece, se asemeja mucho al de los seres humanos. Se trata de la langosta, un animal que parece jamás envejecer: se calcula que hay langostas de más de 150 años en los océanos del mundo. Sin embargo, el animal tiene un inconveniente: nunca deja de crecer, por lo que eventualmente se vuelve demasiado grande y no puede conseguir suficiente alimento. En este caso, la edad parece llevarlos a la muerte, pero no por envejecimiento.
Veamos las semejanzas con el caso humano. Una de las causas del envejecimiento (quizás la más importante) es que con cada división celular perdemos una parte de nuestra información genética, lo que lleva a que nuestro cuerpo sea más y más ineficiente y eventualmente colapse. La razón por la que nuestra juventud es tan eficiente es porque tenemos un material genético “sobrante” que podemos perder sin dañarnos: este material se conoce como telómeros.
Pues bien, las langostas no solo tienen telómeros, sino que tienen la capacidad de reconstruirlos. Es decir que sus células reponen constantemente estas estructuras de tal manera que jamás envejecen. Curiosamente, los humanos tenemos esta misma habilidad en algunas células determinadas: aquellas que se encargan de producir óvulos y espermatozoides… y las cancerígenas. En el primer caso, se trata de garantizar que los bebés nazcan jóvenes y tengan una vida completa por delante. Un clon, por el contrario, nace con la “edad” de su padre (o madre) y vive una vida más corta (Dolly la oveja murió a los 7 años, una edad muy baja para el promedio de las ovejas)
Aplicar la proteína que regenera los telómeros podría llevar a la aparición de cáncer incontrolable, pero podría también, si se hace correctamente, brindarnos la llave de la inmortalidad. No sabemos qué tan fácil sea aplicar este cambio genético a nuestro cuerpo, pero parece ser que al menos ya sabemos que puede hacerse… y que al menos una especie lo ha conseguido.
Al reponer los telómeros se hace innecesario el uso de células madre (el otro gran secreto de la inmortalidad de varias especies), las cuales los mamíferos poseemos en pequeño número y con funciones muy específicas. ¿Qué opinas? ¿Te gustaría vivir en un mundo en el que la inmortalidad médica ha sido descifrada?
- Parte 1
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