Y por cierto, eso fue precisamente lo que sucedió en Marte.

Pero en cualquier caso, además de protegernos del Sol, el campo magnético terrestre tiene la peculiaridad de ubicarse en un claro eje norte – sur, lo que significa que si somos capaces de detectarlo podemos usarlo para objetivos de navegación. En este caso, muchos animales (incluyendo las ballenas, muchas especies de aves y algunos insectos, entre otros) son efectivamente capaces de detectar este campo y usarlo en sus migraciones, pero los seres humanos no tenemos esta habilidad y dependemos de objetos artificiales, como las brújulas.

O, al menos, eso creíamos.

Sexto sentido                                 

Pues resulta que un estudio reciente parece revelar que los seres humanos somos, en efecto, capaces de detectar los campos magnéticos.

En esencia, lo que el estudio demostró es que las ondas cerebrales por nosotros emitidas se modifican de acuerdo con las variaciones en la orientación del campo magnético o su fuerza.

Lo que los investigadores encontraron fue que las ondas alfa emitidas por el cerebro varían de acuerdo con la orientación del campo magnético y, más importante, con alteraciones al mismo. Esto significa que las ondas no variaban cuando el campo recibido era el “natural”, por así decirlo, pero sí variaban cuando se trataba de un campo artificial, generado por los investigadores.

Las implicaciones de este estudio son importantes, y nos indican que a un nivel subconsciente podríamos ser más capaces de detectar esta información de lo que creíamos. Sin embargo, aún no sabemos (ni entendemos) exactamente en qué consiste y de qué nos sirve esta capacidad.

Fuentes:

1. https://www.sciencedaily.com/releases/2019/03/190321083637.htm

Imagen: sciencedaily.com