Tal vez una de las santas católicas y mujeres guerreras de más renombre en la Historia Universal sea Juana de Arco, joven francesa, conocida como la Doncella de Orleans, y quien entre 1429 y 1430 dirigió las tropas del rey Carlos VII contra los ingleses, logrando la liberación de Francia, y permitiendo que este soberano fuese coronado por fin en el trono francés.
Particularidades de Juana de Arco
No obstante, aun cuando esta breve síntesis sobre la relevancia histórica de Juana de Arco ya de por sí es asombrosa, mucho más lo son las particularidades de esta heroína del siglo XV, quien además de cumplir con esta misión a favor de su Rey, afirmaba hacerlo por mandato de Dios, quien se manifestaba en ella –según sus propios testimonios- a través de sueños y voces en su cabeza, que le ordenaban, a pesar de su corta edad, acudir ante Carlos VII y convencerlo de dejarla comandar el ejército francés contra los ingleses.
Contra todo pronóstico, el monarca se convenció de la fuerza y el testimonio de Juana de Arco, permitiéndole cumplir con su propósito, de la cual salió victoriosa, dándole por consiguiente la victoria al Monarca. Sin embargo, la suerte de Juana se desvaneció pronto, pues finalmente fue capturada por los borgoñeses, que no dudaron en entregársela a los ingleses, quienes en venganza y usando en su contra sus afirmaciones de comunicarse con Dios la condenaron por herejía, mandándola a la hoguera el 30 de mayo de 1431, fecha que los católicos escogieron finalmente para conmemorar a esta mujer francesa, quien es reconocida en la actualidad como una Santa, por la misma institución que la ejecutó en el pasado, pero que fue capaz de reconocer su error y corregir su postura hacia esta importante figura de la Francia del siglo XV.
Frases de Juana de Arco
A pesar de su relevancia, Juana de Arco, en esencia, era una humilde campesina, quien como la gran mayoría de los hombres y mujeres de campo era analfabeta. Es decir, que sin saber leer ni escribir, resulta imposible contar con documentos escritos de su puño y letra. De esta forma, es muy poco lo que se puede saber de sus expresiones, frases o pensamientos, puesto que la famosa Doncella de Orleans no tuvo la oportunidad de plasmarlos por escrito. No obstante, algunos testigos e historiadores de la época tuvieron el buen tino de recoger algunas de sus declaraciones, gracias a lo cual se conocen en la actualidad.
Resulta pertinente entonces revisar brevemente algunas de las más importantes frases atribuidas a esta heroína francesa, por parte de las fuentes históricas. A continuación, algunas de ellas:
Sobre su pureza Jamás cometí pecado mortal. Porque en tal caso mis voces me lo hubieran reprochado, mis Espíritus me hubiesen desamparado.
Jamás cometí pecado mortal. Porque en tal caso mis voces me lo hubieran reprochado, mis Espíritus me hubiesen desamparado.
Como en casi cualquier circunstancia en la que quiere desprestigiarse el testimonio de una mujer, en aquella época, también comenzaron a circular rumores que buscaban mellar el honor y pureza de esta humilde muchacha, así como la legitimidad de su conexión divina En respuesta a estas acusaciones, Juana de Arco defendía su buen proceder, argumentando que de lo contrario las voces divinas que escuchaba la hubiesen dejado para siempre. Pese a esto, la Historia demostró que los rumores y acusaciones que interpretaron en principio su conexión espiritual con herejía tuvieron más fuerza.
Sobre su misión guerrera Los hombres pelean; sólo Dios da la victoria.
Los hombres pelean; sólo Dios da la victoria.
Pese a haber escogido las armas, Juana de Arco siempre vio la guerra contra los franceses como una voluntad divina, así como reconoció en su victoria el cumplimiento de ella. En este sentido, expresaba, fiel a su fe, cómo era misión humana pelear y defenderse, mientras que era Dios quien concedía la victoria, según el plan divino que tenía para cada pueblo.
Sobre su fe Mis voces me dicen: No temas, responde con atrevimiento, que Dios te ayudará.
Mis voces me dicen: No temas, responde con atrevimiento, que Dios te ayudará.
Así mismo, en referencia a su actuación como líder de las tropas francesas contra los ingleses, así como sobre sus victorias y valor, Juana de Arco le atribuía su valentía y arrojo a las voces divinas que decía escuchar. En este sentido, afirmaba que estas la aupaban a seguir adelante sin miedo alguno, pues ella contaba con la protección de Dios, quien había decidido darle la victoria al pueblo francés sobre los ingleses.
Sobre sus visiones Sólo a Dios me remito. Y en lo que toca a mis visiones, no acepto el juicio de ningún hombre.
Sólo a Dios me remito. Y en lo que toca a mis visiones, no acepto el juicio de ningún hombre.
Por otro lado, más allá de las voces, Juana de Arco también afirmaba tener sueños reveladores e importantes visiones, las cuales igualmente atribuía a mensajes divinos. En referencia a los mensajes recibidos en ellos, Juana afirmaba regirse fielmente al mensaje dado por su Dios a través de estos medios, cerrando la oportunidad de que algún mortal interviniera en su interpretación, lo que reflejaba entonces su fe absoluta de que en realidad los fenómenos de los que era protagonista venían directamente de Dios, eliminando cualquier otra posibilidad sobrenatural o psicológica.
Sobre su misión Yo tenía trece años cuando escuché una voz. Esa voz me decía que yo levantaría el asedio de Orleans: Tú debes salvar a la nación y al rey.
Yo tenía trece años cuando escuché una voz. Esa voz me decía que yo levantaría el asedio de Orleans: Tú debes salvar a la nación y al rey.
Finalmente, se puede ver en esta frase una de las declaraciones más importantes de esta heroína del siglo XV. En ella, Juana de Arco declaraba cómo emprendió su misión después de que una voz le dijera que ella había sido la escogida para salvar a Francia y permitir la salvación de Carlos VII. Con ese mensaje se dispuso a presentarse ante el propio monarca y convencerlo de permitirle demostrar que así era. Para sorpresa de muchos, esta muchacha de corta edad y sin ningún entrenamiento militar previo cumplió con su cometido, fiel a su fe y al mandato de su Dios.
Imagen: escultura ecuestre de Juana de Arco, París / fuente: pixabay.com