Hablar con los animales
Si hay algo que nos haga humanos, es el lenguaje. La impresionante capacidad que tenemos para expresar a los demás ideas a partir de la modulación de sonidos no tiene parangón en el reino animal (al menos, no que sepamos). La comunicación, sin embargo, parece ser algo reservado a cada especie específica y jamás hemos podido comprender los “lenguajes” de las especies de comunicación más avanzada (como los delfines, otras especies de primates o los pulpos).
La mayor parte de los animales que comprenden el lenguaje humano han evolucionado con nosotros por varios miles de años, adaptándose a los requerimientos de la vida con las personas. Sin embargo, en algunas ocasiones las comunidades lograron realizar interesantes intercambios de servicios con animales del territorio en el que ambos se veían beneficiados sin que por ello los animales se domesticaran.
Seguramente el caso más impresionante (y por lo mismo, el más estudiado) de mutualismo es el trato que tienen los habitantes de la tribu de Yao – en África oriental – con los pájaros indicadores.
Una relación de miles de años
Al contrario que algunos mamíferos, la mayor parte de las aves no se caracterizan por una inteligencia desarrollada (los cuervos y cacatúas son las excepciones más importantes). Por esta razón, es difícil enseñarles los “trucos” que aprenden animales como perros, elefantes o delfines.
En algunas ocasiones, sin embargo, las aves han probado ser grandes aliadas de las personas. En Malawi, Mozambique y Tanzania, los miembros de la tribu Yao han aprendido a colaborar con una especie de pájaro que parece haber evolucionado específicamente para ello. Se trata del Indicador grande (Indicator indicator), aunque otras especies de indicadores (como el Indicador variegatus) también presentan este tipo de comportamientos.
El trato es sencillo. Las aves responden a un sonido que emiten los buscadores de miel y de inmediato se acercan a donde éstos se encuentran. Con su característico silbido los pájaros entonces dirigen a las personas a los panales y aquellas los rompen para extraer la miel, cuidando de dejar siempre un trozo en el suelo para las aves (ellas se alimentan de la cera y de las larvas).
De acuerdo con una investigación publicada en la revista Science, las aves habrían evolucionado para responder con sonidos específicos a un único llamado de los Yao que se ha pasado por siglos de generación en generación. Al emitir este sonido (una especie de gorjeo o silbido seguido de un gruñido) los pájaros cercanos reaccionaban de inmediato y se acercaban a las personas, indicándoles dónde se encontraba el panal más cercano.
Aunque la comunicación dista de ser de la calidad que tenemos con otras personas, el caso resalta como uno de los pocos casos en los que los humanos y los animales cooperan y se comunican sin que medie un proceso de domesticación, como un verdadero caso de mutualismo salvaje. Se trata de un puñado de sonidos, es cierto, pero es un caso extremadamente interesante para la comunidad científica por lo que ha sido bastante estudiado en los últimos tiempos.
Imágenes: 1: popularmechanics.com, 2: abc.net.au