Penicilina, o el comienzo de la victoria
Hace poco menos de un siglo Alexander Fleming descubrió la Penicilina, dándole un nuevo aire a la lucha contra las enfermedades y convirtiéndose en salvador de centenares de millones de vidas. Pocos descubrimientos han tenido un impacto más inmediato, extenso y poderoso sobre la sociedad.
Al descubrimiento de la penicilina se sumaron el descubrimiento de tratamientos antivirales, el desarrollo de nuevas vacunas y la realización de campañas a nivel mundial contra diversas enfermedades que prácticamente terminaron por erradicar dolencias como el Polio, la Viruela y la Fiebre Tifoidea.
Todo esto llevó a Sir Frank McFarlane Burnet, Nobel australiano de medicina, a afirmar en 1960 que “escribir de enfermedades infecciosas [… es casi escribir de algo que ha pasado a la Historia”. No le faltaban razones para regocijarse: las enfermedades más terribles no hacían sino retroceder aceleradamente, la última Gran Pandemia (la terrible Epidemia de Influenza) había ocurrido casi 40 años atrás y nada que se le asemejara había vuelto a aparecer en el horizonte.
Lamentablemente, como demasiadas veces en la historia de la humanidad, se cantó victoria muy pronto.
Un nuevo escenario
Desde que McFarlane hizo su afirmación han surgido más de 300 enfermedades infecciosas nuevas, algunas llevando a epidemias regionales (como el Ébola). Nuevas epidemias de carácter regional han surgido en los últimos años (recordemos el Zika y el Chikungunya, por ejemplo), y el surgimiento de la epidemia de VIH a partir de los 1980’s también nos recordó que falta mucho para vivir en un mundo libre de enfermedades
Pero no sólo han sido los nuevos virus, bacterias y parásitos. La sociedad se ha modificado, creando nuevos escenarios en los que las enfermedades tienen las cosas más fáciles:
En primer lugar, los países en desarrollo se han urbanizado de manera acelerada y desordenada llevando muchas veces a la creación de tugurios sin acceso a servicios básicos y caracterizados por el desaseo y la alta densidad. Este es el escenario perfecto para una epidemia, y fue por ejemplo una de las razones por las que el Ébola se salió de control tan rápidamente.
En segundo lugar, las nuevas técnicas de producción pecuaria han favorecido el surgimiento de “supervirus” en los animales domésticos. Recordemos que la mayor parte de nuestras enfermedades provienen de hecho de nuestros compañeros animales (vacas, cerdos, gallinas, perros, gatos), por lo que la creación de verdaderas fábricas de carne de gallina en China fue una de las causas del surgimiento de la Gripe Aviar. Esta es una tendencia en crecimiento, por lo que el peligro seguirá latente.
En tercer lugar tenemos el abuso de los antibióticos que ha hecho que muchas bacterias empiecen a generar resistencia a los mismos. La creación de nuevas drogas más potentes no sólo toma tiempo sino que implica mayores efectos secundarios para las personas que las reciben. Sin embargo, pese a ello millones de personas alrededor del mundo siguen tomando antibióticos para tratar cualquier enfermedad o dejan a mitad de camino el tratamiento.
Por último, la resistencia de sectores cada vez más importantes de la población a vacunar a sus hijos ha favorecido el resurgimiento de enfermedades que se creían extirpadas. Esto es una consecuencia de los abusos de los estados y las industrias farmacéuticas que insisten en implementar decenas de vacunas innecesarias, haciendo que muchas familias se vayan al otro extremo y decidan abandonar del todo la vacunación.
¿Una próxima epidemia?
Pocas personas con vida han vivido una pandemia de carácter global. La última, como ya lo señalamos, ocurrió en 1916.
Si llegase a ocurrir una sería un escenario nefasto para nuestra civilización. El mundo – y sobre todo las personas – no está preparado para enfrentar una oleada de muerte como aquella que ocurrió tantas veces en el pasado.
Imágenes: 1: bostonglobe.com, 2: wellcometrust.wordpress.com