Una extraña dolencia
Sin lugar a dudas una de las grandes ventajas (y maldiciones) del mundo moderno es la posibilidad de estar siempre conectado, en contacto con todo tipo de personas y con dispositivos que nos garantizan un flujo de información constante acerca de lo que pasa en el mundo exterior. Si bien es cierto que esto nos somete a una alta dosis de radiación electromagnética, la principal crítica – que esto esté relacionado con el cáncer – aún no ha sido comprobada satisfactoriamente y en general se dice que si bien puede ser un factor, hay otros mucho más importantes como la alimentación o un estilo de vida sedentario.
Sin embargo, si el ser humano fuera sensible a esta radiación, seguramente su vida sería completamente miserable. Este, curiosamente, parece ser el caso del Phil Inkley, un inglés que se ha visto obligado a abandonar su ciudad, su familia y sus amigos para buscar un poco de paz en las montañas, lejos de cualquier aparato electromagnético. Phil a duras penas es capaz de sostener una conversación por celular, no digamos de usar un computador conectado a Wi-Fi, por lo que encontrarlo puede ser bastante problemático.
Sus problemas comenzaron cuando trabajaba como técnico de sonido y se comenzó a utilizar en gran escala la tecnología Wi-Fi. Las primeras veces que estuvo cerca a uno de estos dispositivos, cuenta, comenzó a sentir que sus oídos se oprimían y su pecho comenzaba a dolerle de manera errática. Cuando comprendió lo que estaba sucediendo (porque los episodios se repitieron más adelante, al comenzar a usar el nuevo teléfono celular de su padre), decidió alejarse lo más posible de las redes electromagnéticas e irse a vivir en alguna región rural del sur de Inglaterra.
¿En qué consiste la enfermedad?
Su desorden, conocido como Hipersensibilidad Electromagnética (EHS por sus siglas en inglés), podría afectar en mayor o menor medida hasta a un 5% de la población mundial, por lo que es clave descubrir qué tan serio es. Si bien algunas investigaciones aseguran que el desorden es completamente psicológico y la relación no existe, científicos han denunciado relaciones entre estas investigaciones y las empresas de telefonía, y de cualquier manera sus resultados no han sido concluyentes.
Entretanto, Phil sigue viviendo un infierno. Muchas personas no consideran que las Ondas Electromagnéticas sean verdaderamente la causa de sus problemas, lo que afecta considerablemente su autoestima: en una entrevista diría que “mientras luchas por tu vida, la gente insiste en que todo se encuentra en tu cabeza”. Tras una dramática visita a Londres, este hombre decidió alejarse de la ciudad de manera definitiva y ahora vive tan lejos como puede para evitar las ondas electromagnéticas.
“Perdí mi vida social, mis relaciones y mi trabajo porque siempre estoy enfermo y solo puedo mantenerme bien si estoy en áreas remotas con poca radiación”. El testimonio de Phil es bastante dramático, y si bien es cierto que muchos médicos han desestimado sus palabras, es bueno recordar que las tabacaleras mantuvieron ocultas durante más de 40 años las consecuencias de fumar tabaco, y que enfermedades como el Desorden de Estrés Post-Traumático (PTSD por sus siglas en inglés) se consideraban inexistentes hace un par de décadas. Si bien es cierto que la humanidad difícilmente podría sobrevivir sin la tecnología, es fundamental que se realicen los estudios adecuados para determinar las verdaderas consecuencias en la vida no solo de Phil, sino de todos nosotros.
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