Uno de los símbolos cristianos navideños más difundidos en la actualidad es el Pesebre, conocido también como construcción de belenes, belenismo, nacimiento o portales, y que constituye una representación antropomórfica del momento del nacimiento de Jesús de Nazaret.
Exaltación de lo rural
Sin embargo, algunos especialistas en simbología han reseñado que no se puede perder de vista el contexto en donde son representadas las figuras humanas, protagonistas del nacimiento de esta deidad cristiana, quienes son colocadas en medio de un ámbito netamente rural, en donde se exalta el carácter pastoril, lo cual puede a su vez ser interpretado como un símbolo más de humildad y sencillez, que además viene a reforzar la historia que cuenta cómo, a falta de hospedaje en Belén, los padres de Jesús debieron buscar refugio en una gruta, que servía para la cría de animales. De esta forma, el ambiente de la gruta se expande en toda la representación, en donde si bien hay otras figuras humanas, como pastores y lavanderas, tienen prioridad los animales, sobre todos las ovejas y corderos, como símbolo también del Cordero de Dios, sustantivo con el cual la religión cristiana reconoce también a Jesús de Nazaret.
Historia
Con respecto a la historia de esta tradición cristiana, resulta pertinente estudiar cada una de las etapas importantes de su evolución, como por ejemplo su origen y expansión, entre otros momentos que se desarrollarán a continuación:
Origen del nacimiento
De acuerdo a los distintos hallazgos antropológicos, se cree que la construcción de belenes o nacimientos es una costumbre que nace en las primitivas comunidades cristianas, por lo que algunos investigadores son de la opinión de que este tipo de representación puede ser atribuida culturalmente a los palestinos, quienes durante los primeros pasos del cristianismo habrían hecho representaciones antropomórficas, que les permitieran plasmar el momento del nacimiento de Jesús, al menos así parecieran revelar las distintas figurillas encontradas en las Catacumbas romanas.
Así mismo, durante en el siglo XIX, en las catacumbas de la Basílica de San Sebastián, ubicada igualmente en Roma, se pudo tener evidencia de que para el siglo IV ya existía entre esos primeros cristianos la costumbre de plasmar la estampa del nacimiento de Jesús, agregando incluso las figuritas de la mula y el buey, animales icónicos, que de acuerdo a esta creencia acompañaron a esta deidad a su llegada al mundo como hombre.
Primer pesebre
No obstante, estos antecedentes, la Historia considera que el primer pesebre erigido, para celebrar la navidad el 25 de diciembre, puede ser atribuido a San Francisco de Asís, quien en 1223, en la ermita de Greccio, ubicada en Italia, se dio a la tarea de construir en una gruta, una representación del momento en que nació Jesús, a fin de transmitir la profunda humildad que –de acuerdo a las creencias de índole cristiano- acompañó la llegada al mundo del Hijo de Dios. De esta manera, según reporta la historia, este religioso franciscano se dio a la tarea de representar un pesebre, rodeado de animales, y aunque no utilizó en esa ocasión figurillas o personas para emular a los protagonistas del nacimiento de Jesús, logró conmover plenamente a los asistentes a la misa que dio, usando ese contexto como altar. A este pesebre, se le conoce también como el Pesebre de Greccio.
Italia del siglo XIV
Así mismo, la Historia le confiere a los religiosos de la orden franciscana el haber popularizado la tradición de la construcción de los pesebres, en un intento de emular la gran humildad en la que nació el Hijo de Dios, hecho que se deba tal vez a los valores propios de esta orden, que ven en lo menesteroso y lo humilde dones indiscutibles de Dios. En este sentido, fue la península itálica en donde se afianzó esta tradición, que además de invocar la pobreza y humildad en la que llegó Jesús al mundo, servía como un elemento bastante lúdico, pues su cercanía humana y cultural –al imitar también el contexto pastoril- causaba un efecto de identificación y compasión, idóneo para el ejercicio evangelizador. De esta forma, para los franciscanos, el pesebre o nacimiento se convirtió también en una de las principales herramientas evangelizadoras, en la Italia del siglo XIV.
Expansión, siglo XVIII
No obstante, la expansión por el continente europeo, así como americano, llegarían durante el siglo XVIII, a raíz de la coronación como rey de España, del monarca Carlos VII, quien además era rey de Nápoles, y que entre otras tradiciones, llevó a tierras españolas la costumbre de construir nacimientos o belenes, a fin de celebrar la navidad, cada 25 de diciembre. No obstante, ya desde el Renacimiento, los historiadores han podido encontrar vestigios de grandes y prestigiosas fábricas, dedicadas a la elaboración de figurillas para la construcción de belenes, empresas que fueron popularizándose a partir del siglo XVIII, según resaltan los historiadores.
América, siglo XVIII
Así mismo, durante esta época se conoció en América. Empero, en el nuevo continente, el pesebre no llegó a popularizarse sino a partir de que el Papa levantara la orden que le daba total dominio en las tierras del Nuevo Mundo la orden de los jesuitas, permitiendo a través de otra orden papal, que los franciscanos viajaran a este territorio, a cumplir también con su misión evangelizadora. Sin embargo, en estas tierras, los belenes sufrieron pequeñas transformaciones, pues en su intento de seguir empleando esta representación como herramienta fundamental de evangelización, a través del sentimiento de identificación, los franciscanos incorporaron en sus figuras, plantas y animales propios de tierras americanas, a fin de que las personas a quienes iban a evangelizar usando esta tradición cristiana, no lo sintieran como una construcción extraña, lo cual facilitó su adopción.
Actualidad
Hoy en día, el Pesebre es una tradición navideña fuertemente afianzada en la cultura occidental católica, la cual lo usa, a fin de adornar sus casas, durante el período navideño, con una representación del momento en que llegó Jesús al mundo. A pesar de los siglos transcurridos, sigue guardando intensión religiosa original: conmover a los conversos y no conversos, sobre las circunstancias humildes y precarias en las que nació Jesús de Nazaret, debido a un pueblo que no se compadeció del estado de su madre, resaltando así las cualidades generosas y bondadosas, que esta religión le atribuye a esta deidad, por lo que se puede decir que el sentido evangelizador del pesebre tampoco ha sido mellado por el tiempo.
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