En términos literarios, se define como narración a todo texto –oral o escrito- que dé cuenta de una sucesión de acciones, cometidas por unos personajes determinados, en un momento y lugar específicos.
Pacto ficcional de la Narración
Así mismo, las distintas fuentes sobre Teoría Literaria señalan, en cuanto a la verdad contenida dentro de los eventos narrados por el autor, que en realidad no hace falta que estos sean verdaderos, para que el lector pueda creerlos. Simplemente deben ser narrados de forma correcta, coherente, íntegra, amena y emocionante, para que todo aquel que tenga noticia de estos sienta interés y asuma –a través de un pacto ficcional con el texto y su autor- creer de forma absoluta aquello que exponen las líneas de palabras con las que se enfrenta.
En este sentido, se trate de un grupo de hechos tomados de la vida real o surgidos de la imaginación del autor, estos deben ser expuestos según algunos recursos y estructuras literarias, a fin de dotarlos de la forma adecuada, que le permitirá a todo lector poder tomarlos como ciertos, y además recorrer por completo su contenido, conociéndolo y aceptándolo. Por consiguiente, tanto el autor como el lector cumplirán una función determinada a la hora de agenciar los mecanismos pertinentes para volver a un texto –que aun proviniendo de una fantasía- se materialice en un texto verosímil, dentro de ese universo que se crea en el devenir entre texto y lector.
Integridad de la Narración
Por hechos meramente temporales y espaciales, una historia (cuento, novela, guión, etc.) no puede contener todos los detalles y anécdotas inherentes a la vida de los personajes, así como tampoco puede contar la vida de estos desde su principio hasta el fin, sino que muestra al lector un lapso en la vida de estos, la cual comienza a ser contada, justo en lo inherente a la Historia que se quiere transmitir, de ahí que se diga que la Literatura está signada a ser fragmentaria, pues sólo refiere al fragmento de vida de los personajes, mientras protagonizan los hechos de los que quiere darse cuenta por medio del relato.
Sin embargo, que una narración contenga apenas fragmentos y escenas aisladas (a diferencia de la realidad que es continúa) no quiere decir que estas no deban ser escogidas y redactadas de forma que expliquen por completo la secuencia de hechos que constituyen la historia que se narra, a fin de que no falte ningún dato, y el lector pueda entenderla por completo. De esta forma se puede decir que un buen texto literario es aquel que tiene la cualidad de haber sido compuesto por los momentos y nudos narrativos necesarios para entender de forma clara la historia que cuenta, sin que surjan dudas ni zonas de duda. A esta cualidad del texto, se le conoce como Integridad de la Narración.
Ejemplos de la Integridad en la Narración
Para poder entender a cabalidad en qué consiste la cualidad de la Integridad en la Narración, basta con hacer un breve ejercicio de reflexión, en donde se puede tomar algún momento crucial de un texto narrativo, a fin de poder leerlo en primera instancia en su forma original, entendiendo su contenido, y luego simplemente suprimir algunos párrafos importantes, para volver a leerlo y descubrir que sin esta información el texto seguramente pierde sentido e incluso atractivo.
Para esto pueden tomarse incluso textos infantiles, como por ejemplo la clásica fábula de Esopo, La Liebre y la Tortuga, la cual en su forma íntegra, reza literalmente:
“Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero esta, riéndose, le replicó:
-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.”
Sin embargo, si se eliminaran algunos fragmentos de la narración, se podría ver de inmediato cómo esta pierde sentido, como sucede en el siguiente ejemplo:
-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.
De esta forma, se puede ver cómo la ausencia del párrafo introductorio hace que el lector desconozca que la situación planteada ocurre entre una liebre y una tortuga. Así mismo, se elude la razón por la cual la tortuga gana, lo que también hace que se pierda el propio sentido que conducirá la fábula a su moraleja. En este sentido, se puede ver entonces cómo ciertas informaciones son cruciales dentro del desarrollo y estructura de un texto, para velar por su Integridad, es decir, por la cualidad que hace que pueda ser apreciado y entendido por completo por el lector que entra en contacto con su contenido.
Imagen: pixabay.com