El misterio de Asia Central
En las montañas del norte de Kazajistán, en un pequeño poblado de poco menos de 600 habitantes, los pobladores se encuentran azotados por una extraña epidemia. No se trata de una enfermedad que cause dolor, sufrimiento o muerte; al contrario, muchos podrían verla como un alivio, pero sus pobladores ya comienzan a preocuparse. Sobre todo porque la enfermedad ataca de manera completamente imprevisible.
Los casos, que no pueden calificarse más que de surrealistas, comenzaron hace alrededor de dos años cuando, de la nada, los habitantes de la población comenzaron a sufrir algunos mareos. Pronto, unos tras otros comenzaron a caer dormidos uno tras otro. Al principio, una pareja, luego, una familia, y así sucesivamente hasta que más de 60 personas se encontraron en un sueño profundo del que parecía imposible despertarlos. Tarde o temprano todos volvían a la normalidad, pero los mareos se intensificaban, sufrían pequeñas pérdidas de conciencia y algunos incluso decían que habían sufrido de alucinaciones durante el episodio. Y por supuesto, no estamos hablando de sueños ordinarios de unas cuantas horas, sino de verdaderos episodios de inconsciencia que se extendían hasta por 6 días.
El equipo de médicos que fue despachado a la zona no pudo encontrar ninguna causa viral o bacteriana de la enfermedad, y tampoco detectó contaminación en los alimentos o las fuentes de agua. No fueron capaces de encontrar nada y dejaron la región convencidos de que se trataba de un mal temporal. Sin embargo, en invierno de 2013 (8 meses después de la primera oleada) más de 60 personas cayeron dormidas de un momento a otro. Los afectados por el mal llenaron las camas del hospital de Krasnogorsk, pero tras despertar de su enigmático sueño (y superar los síntomas arriba mencionados) no presentaban daños cerebrales o corporales, ni nada que pudiera indicar que habían estado enfermos. Es como si, literalmente, sus cuerpos consideraran que una noche duraba 7 días.
En búsqueda de la causa
En el 2014 también se presentaron varias oleadas. Grupos de científicos rusos arribaron al lugar con la intención de determinar qué estaba causando la misteriosa epidemia, pero tras realizar cientos de pruebas (pues se creía que se trataba de una intoxicación) no fueron capaces de determinar la causa. La población, entretanto, sigue temiendo quedarse dormida de repente, y si bien esto puede parecer risible, para ellos representa un problema real, y muy serio.
La única hipótesis viable respecto a la causa de esta epidemia es la cercanía con una vieja mina de uranio, ubicada en zonas aledañas a la aldea. Algunos científicos proponen que los gases de radón, provenientes de la mina, podrían intoxicar periódicamente a algunos aldeanos. Sin embargo, los habitantes de la villa consideran que esto es muy poco probable pues la mina lleva décadas en la región y, además, muchos de ellos trabajaron allí por décadas sin que sucediera jamás algo semejante. Lo cierto es que, aunque esta hipótesis sea viable, no se ha podido verificar que se trate de la causa efectiva de los problemas.
Entretanto, la experiencia nos enseña que, si bien dejar de dormir puede ser tremendamente dañino para el cerebro, el sueño excesivo no causa ningún daño a corto o mediano plazo sin importar que sea natural o inducido, como bien lo ilustran los casos de estos aldeanos. Quienes, por ahora al menos, seguirán durmiendo mientras encuentran una cura para su enfermedad.
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