Una especie única de Asia Central
El Antílope Saiga es una de las especies de antílopes más particulares e impresionantes, debido a sus cuernos y, ante todo, a la probóscide que tiene en su rostro y que le da un aire un tanto paquidérmico. Habitante de las estepas de Asia Central, es un animal insignia de las montañas y los desiertos kazajos y habitante de todas las estepas del continente euroasiático, desde las costas del mar negro hasta las tierras de Mongolia.
La situación del animal ha resultado crítica en las últimas dos décadas debido a la pérdida de hábitat, la cacería furtiva y las epidemias que, de vez en cuando, llevan poblaciones considerables a la muerte. Sin embargo, aunque estos eventos son relativamente comunes, en mayo del 2015 se vivió una mortandad como jamás había ocurrido en la historia de esta especie. En total se calcula que alrededor de 134 mil individuos (cerca de un 40% del total) murieron en menos de un mes.
En general, la muerte es de madres y crías y ocurre cuando estas se reúnen en grandes rebaños para criar a los pequeños. En esta ocasión, sin embargo, las muertes fueron generalizadas y no se limitaron a los territorios de cría. Rebaños completos que pastaban lejos, en las montañas, enfermaban y morían de un momento a otro. Y lo más aterrador: la tasa de mortalidad de una manada, una vez infectada, era del 100%.
Una epidemia nunca antes vista
Estamos hablando de una epidemia que no tiene comparación con ninguna otra que conozcamos, sea en el ser humano o en los animales: “he trabajado con enfermedades veterinarias durante toda mi vida y jamás había visto una enfermedad en la que el 100% de los especímenes murieran”, afirma Richard Kock, un veterinario del Colegio Real de Veterinaria de Hatfield, Reino Unido. Este hombre fue uno de los que primero viajó al país asiático con la intención de limitar el alcance de la catástrofe.
De acuerdo con Kock, quien hizo parte del equipo que le realizó necropsias a 50 de los antílopes muertos, las causas aún no están claras pero queda descartado que se tratara de una enfermedad infecciosa: “epidemiológicamente, es imposible que una enfermedad de transmisión directa mate una población completa de animales en siete días. Forzosamente ha de ser una enfermedad multimicrobiana”. Esto significa que fueron agentes que normalmente viven en el cuerpo de los antílopes pero que algún agente externo convirtió en microbios letales para los animales. Entretanto, la población tiene sus propias teorías y culpa un supuesto misil de prueba que se habría estrellado en la región tras ser lanzado desde el Cosmódromo de Baikonur.
Las autoridades culpan la mortandad a una epidemia respiratoria de pasteurelosis, pero la misma comunidad científica duda de esta hipótesis. Como lo deja claro Kock, una enfermedad así jamás podría acabar con una población tan inmensa en tan poco tiempo, y resulta fundamentan ver qué otras variables existen allí para proteger lo que queda de las poblaciones de antílopes.
Y, por su parte, la opinión pública del país está preocupada. Además del misterio (ya resuelto) de los durmientes, resulta ahora que factores desconocidos han llevado a una población de 134 mil antílopes a la muerte. ¿Qué tan probable es que alguno de estos factores pueda trasladarse a un centro urbano? ¿Y que la siguiente mortandad ya no sea animal, sino humana?
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