Peligros de la Evolución
Dominar las fuerzas naturales es extremadamente complejo. A pesar de sus esfuerzos, fenómenos como huracanes, terremotos, nevadas, tormentas, sequías, etc., siguen afectando seriamente la calidad de vida de los hombres y poniendo en peligro su sociedad. Pero no es necesario ir tan lejos: plagas como la langosta, el mosquito y la pulga han acompañado al hombre por milenios, la primera destruyendo las cosechas y los otros dos transmitiendo enfermedades. Solo en el siglo XX se ha conseguido limitar las poblaciones de estos animales, y solo parcialmente.
Pero sin lugar a dudas la principal compañera del hombre es la rata. Este pequeño mamífero se adaptó perfectamente a convivir con una sociedad que desperdicia ingentes cantidades de alimento de la cual pueden beneficiarse. Es prácticamente imposible erradicar las ratas, que sobreviven en las alcantarillas y pueden nadar por las tuberías por distancias sorprendentemente largas. Y parecen estar evolucionando.
En un proceso que difícilmente podría caracterizarse como selección natural las ratas están comenzando a aumentar de tamaño. Decenas de estos roedores han asolado por algunos años las ciudades británicas, y los avistamientos no hacen sino aumentar en toda la Europa del Norte y, en menor medida, en Norteamérica. Si bien aún no alcanzan dimensiones que las hagan un peligro para un humano adulto, la mayoría ya alcanzan, o incluso superan, el tamaño de un gato, y parece ser que esta tendencia no se detendrá en el corto plazo.
Los alcances de esta nueva raza
Estos animales no solo sirven para alimentarse de nuestra comida. Debido a sus hábitos, son un peligroso vector de muchas enfermedades y, además de todo, su mordedura puede infectarse y, dependiendo de la suerte del afectado, transmitir enfermedades como la rabia. Y a medida que aumenten de tamaño crecerán los ataques a humanos, de los cuales ya se conocen algunos casos, por ahora, aislados.
Pero las cosas no terminan aquí. Las nuevas “súper ratas” no solo están aumentando de tamaño sino que se han vuelto prácticamente inmunes a los venenos que tradicionalmente se usaban contra ellas. Controladores de plagas de Winchester afirman que las ratas de esta localidad ya son completamente inmunes al veneno, mientras que sus parientes londinenses están adquiriendo cada día mayor resistencia. La culpa, dicen ellos, la tienen las personas que no colocan suficiente veneno, permitiendo que un animal enfermo sobreviva y, de paso, gane resistencia contra éste.
En algunos escenarios apocalípticos, una raza superdotada de animales surge de las profundidades de la tierra para acabar con los humanos que viven en la superficie. Las ratas son inteligentes, astutas y resistentes, pero es improbable que sean capaces de amenazar la civilización humana como un todo. Sin embargo, estas ratas gigantes sí representan un peligro para las personas, pues son perfectamente capaces de lastimar seriamente a niños, ancianos o incluso adultos que tomen por sorpresa. Y no solo esto.
Al vivir en una cultura del desperdicio nos acostumbramos a que otros se encarguen de consumir lo que nosotros desechamos. Esta epidemia de rata, de cuyo origen algunos científicos culpan a la comida chatarra, es un buen ejemplo de los peligros de desechar más de lo que consumimos, pues estamos alimentando fuerzas que podrían convertirse en vectores de futuras epidemias y, por qué no, de futuros ataques a individuos solitarios. Al fin de cuentas, nada nos garantiza que estas nuevas ratas gigantes se comporten de manera más pacífica que sus parientes de tamaño ordinario.
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