Toda la vida hemos escuchado las historias de los faraones de Egipto. Sin embargo, ahora las pruebas revelan que esos altos mandatarios del país de la Esfinge, no sólo fueron hombres, sino también mujeres. En seguida veremos “lo que sucedió con la faraona de Egipto que la historia no cuenta”.
La historia habla de Cleopatra, pero no de la mujer que ocupó el mismísimo trono del Faraón. De hecho fueron varias mujeres, indican los nuevos estudios antropológicos. En este caso, hablamos sobre Hatshepsut, quien desde el principio era la dueña total del trono, pero le aplazaron varias veces su mando, aunque al final reinó con plena autoridad.
En las primeras dinastías egipcias, los faraones eran fieles a una sola mujer. Pero en el último periodo de esta poderosa civilización, las cosas cambiaron e implementaron lo que llamaron: las segundas esposas. Con ellas se divertía el sumo gobernante y engendraba herederos.
De uno de esos “faraones modernos”, Tutmosis I, con su esposa principal, nació Hatshepsut. Sin embargo, por el hecho de ser mujer le pospusieron varios periodos el trono que le correspondía, por lo que primero reinaron algunos medio hermanos, de esos harenes legalizados en aquel entonces.
La reina de Egipto
Las cosas en la última parte de esa magna cultura milenaria, fue algo netamente involutivo, pues por ejemplo, Hatshepsut cuando cumplió 12 años, fue obligada a contraer nupcias con Tutmosis II, uno de sus hermanos. Era la forma como veían de mantener el legado del poder, generación tras generación.
Sin embargo, los problemas de cuidar esa tradición sanguínea, continuaron apareciendo. Hatshepsut no pudo concebir un hijo varón, puesto que su esposo falleció. Entonces, al ya estar posicionado como Faraón Tutmosis II, la mujer quedó convertida en la reina de Egipto. Se le consideró, según las investigaciones históricas, como una de las mejores monarcas de la fase final de esa civilización.
Ya antes habían existido estas reinas faraonas, pero fue la única en ocupar ese puesto, mientras hubiera un heredero varón con vida. Las revelaciones antropológicas afirman que no se trató de un asunto de deseo y sed de poder, sino de la intención de que Tutmosis III no afrontara el mismo destino de sus predecesores, quienes perdían el gobierno por no ser primogénitos de la esposa principal.
Al número tres de los Tutmosis, que no era hijo de Hatshepsut, sino de una de las segundas del harén, la reina decidió brindarle la mejor educación, incluso con mayor calidad en todo sentido, que los faraones que lo precedieron.
Bien podría haberlo matado la reina, si de verdad tuviese una sed desmedida de poder, pero fue todo lo contrario. Como es costumbre, en todas las épocas de la cultura egipcia, cuando el príncipe se convertía en hombre, era entrenado con las más variadas técnicas de guerra y combate Así fue con Tutmosis III, por eso la reina lo nombró comandante supremo. Él tampoco nunca se aprovechó de su poder para quitarla de en medio, pudiendo hacerlo con las facultades que se le otorgó.
No obstante, con el fin de mantener su posición y buena imagen ante los súbditos, ella nunca contaba al público la verdad de lo sucedido con las líneas sanguíneas y el modo como llegó al trono. Se inventaba ingeniosos cuentos para desviar la atención, como que Amón fue quien la concibió.
Un periodo de bonaza y prosperidad
Fueron dos décadas completas, que Hatshepsut gobernó como lo hiciese un faraón. La gente la llegó a querer con un gran afecto, porque fue autora de grandes proyectos arquitectónicos y sociales en Egipto. Cuando murió, hubo un gran duelo. Falleció de diabetes y sospechan que tenía cáncer en los huesos.
Nadie sabía de ella durante siglos enteros. Fue hasta mediados del siglo XIX, cuando se revelaron las pruebas de su existencia. Todo se debió a que había muy poca información, porque Tutmosis III decidió eliminar los recuerdos de la reina, para favorecer a su hijo Amenhotep II, a quien se le atribuyeron la mayoría de obras que en realidad hizo Hatshepsut.
Los historiadores y antropólogos la han tenido bastante difícil, a la hora de recopilar más información detallada de esta faraona olvidada, a causa de que la mayor cantidad de evidencias, son sólo monumentos y los registros son escasos.
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