Viaje al equinoccio
El prestigioso científico prusiano que realizó a finales del siglo XVIII la más amplia Expedición Botánica conocida hasta ahora, fue muy reconocido por su obra a través del mundo y especialmente en América debido a las exploraciones botánicas y zoológicas así como estudios geodésicos y económicos donde parte de lo que hizo fue robar lo que científicos de América habían investigado.
Pero para no darle largas al asunto, el descubrimiento de la homosexualidad del famoso Humboldt, se logró en la ciudad colombiana de Popayán que limita con Ecuador, esto gracias a la perspicaz observación del astrónomo colombiano Francisco José de Caldas.
La llegada del famoso Humboldt a América
El prusiano que vivía en Francia comenzó sus estudios de la clasificación de la flora de todo el mundo en el país francés, allí se dio cuenta de la necesidad de conocer las plantas de otras partes, especialmente las de América, pues estas eran totalmente desconocidas para los europeos, por dicho motivo inicio su viaje a Colombia. Pero sospechosamente dejó su esposa en territorio alemán, aludiendo no poder llevarla por falta de dinero, aunque si tenía el suficiente para llevar a su amante. El cual era conocido como el “secretario” del Varón Humboldt.
Obviamente la respetuosa élite de Santafé de Bogotá no permitiría que un gay llegara a hospedarse en las casas de los notables, mucho menos en la de José Celestino Mutis, investigador, científico y rico religioso encargado de la expedición en Colombia. Así que el prusiano escondió sus malos hábitos en casa del prestigioso Mutis y trató de esconder sus mañas por un tiempo.
Pero como su estancia en Santafé no fue tan larga, este investigador siguió recorriendo el país hacia el sur, con lo cual terminó llegando a Popayán.
Francisco José y Alexander, un encuentro inesperado
Caldas no dejaría pasar la ocasión de seguir el recorrido de la expedición con Humboldt, pero este ya tenía un lacayo de Ecuador con el que dormía todas las noches, como lo detalla Caldas en sus cartas. Así que el francés prefirió seguir con otro muchacho que con el primer científico de América, considerado el más grande de su tiempo y padre de la astronomía en todo el continente a finales del siglo XVIII.
Eso sí, el ser homosexual no le quitó la perspicacia al prusiano, pues se aprovechó para robar los descubrimientos que por años enteros habían hecho los americanos, después los publicó a su nombre sin ni siquiera dar el agradecimiento final.
Caldas nunca le perdonó eso a Humboldt e hizo todo lo posible para desligarse de los europeos, por ello este investigador payanés se fue a las armas junto a los que querían independizarse de los españoles, de forma valerosa y heroica. Fue el primero en combatir el régimen impositivo que prohibía a los científicos avanzar. Por este motivo será fusilado en 1816 por las manos del aterrador Pablo Murillo, diciendo entre risas “España no necesita de sabios”.
Humboldt en México
El círculo de investigadores que recibió al científico en México, aclara las mañas descubiertas por Caldas, aunque ya estaban avisados porque el payanés les dijo que Humboldt “convirtió la ciudad quiteña en una Babilonia”. Pero los mexicanos lo recibieron con los brazos abiertos e hicieron caso omiso a la homosexualidad de este personaje, creyendo que era puro rencor del científico del sur.
Lo que no se esperaron fue la latente homosexualidad puesta en público en la capital del Virreinato. Allá Humboldt fue encontrado con cualquier tipo y les facilitaba trabajar en sus investigaciones, siempre que quisieran compartir una velada con él.
Fue algo triste para los mexicanos haber apoyado al científico prusiano, pues este aprovechó sus investigaciones para conocer el territorio americano tanto que luego al proseguir su viaje, terminó vendiendo los planos del Norte de México a Estados Unidos. Eso lo aprovecharían los gringos para hacer la guerra contra México y al tiempo robar todo lo que es Texas y las tierras de Arizona, todo lo que antes fue una parte significativa de México.
Obviamente esto ya lo saben los mexicanos, pues abrieron sus puertas para que este perverso los traicionara. Lo curioso es que es Estados Unidos pudo continuar unos años significativos con algunos de los discípulos que llegaron a quererlo mucho.
De vuelta a Francia
Fue divertida su vuelta al país francófono, pues su esposa lo seguía esperando, aunque ella también estaba invadida de amantes que le ocultaba a su esposo. En fin, el nunca demostró celos, pero lo horrible fue que aún a su vuelta, Humboldt no dejó sus malas mañas, siguió llegando muy tarde a su casa, las excusas eran muy variadas, decía que se quedaba viendo planticas en el Jardín del Rey o en el laboratorio trabajando con todo el material coleccionado en las Indias.
En la correspondencia de su esposa con sus amantes, es muy usual encontrar quejas del científico aludiendo que él ya ni la miraba y que ella se sentía muy triste. Esta historia es una curiosidad histórica por lo que representa, la vida cotidiana de los grandes personajes que aún no se ha puesto al público y nadie sabe a ciencia cierta los vicios de estos hombres.
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