Un momento muy frío en la Historia
En algunos artículos pasados hablábamos sobre las grandes extinciones, sobre el peligro del enfriamiento y del calentamiento global para la vida sobre la superficie. Se mencionó, así mismo, cómo el calentamiento llevó a una horrible crisis a finales del periodo Pérmico y cómo esta crisis duró millones de años antes de que la vida pudiera volver a colonizar la tierra.
Así mismo, también hemos mencionado los peligros de una eventual disminución de la temperatura terrestre para la humanidad (principalmente por la disminución de la producción agrícola), y cómo eventos semejantes en el pasado pudieron amenazar grandes grupos de animales.
Sin embargo, sin importar lo dramático de la situación, incluso en la espantosa extinción pérmica (que acabó con el 95% de la vida en la tierra) millones de especies sobrevivieron y, en particular las bacterias, esas pequeñas criaturas capaces de soportarlo todo y de sobrevivir en todos los ambientes… o bueno, en casi todos.
Peligro para la vida en un pasado muy antiguo
Sin embargo, antes del surgimiento de la vida moderna, de que los primeros animales complejos rondaran los mares cámbricos, antes incluso de que las medusas y las esponjas comenzaran su existencia, una catástrofe terrestre alcanzó niveles completamente apocalípticos. No estamos hablando de un simple meteorito, de un supervolcán, ni siquiera de la explosión cercana de una Supernova. Estamos hablando de la peor glaciación en la historia de la tierra que habría llevado a que, durante unos 10 millones de años, toda la superficie del planeta se viera cubierta por la nieve. Este fenómeno habría estado a punto de aniquilar toda la vida sobre la tierra (que en este momento eran únicamente bacterias), pues nada, ni siquiera los organismos más resistentes, puede sobrevivir 10 millones de años a una temperatura de -50 °C.
El proceso de la “tierra bola de nieve” se habría dado por una multitud de causas pero, ante todo, por fenómenos geológicos que habrían llevado a una dramática absorción del Dióxido de Carbono Atmosférico. Esto, a su vez, habría desencadenado una serie de glaciaciones que, aunque semejantes a la de hace 10 mil años, habrían sido un tanto más fuertes. Sin embargo, el aumento de las capas de hielo haría así mismo que mucha de la luz solar se viera reflejada y retroalimentaría el proceso de enfriamiento: de acuerdo con los modelos, una vez los glaciares superan los 50° de latitud el proceso se vuelve irreversible y en pocos miles de años la tierra está completamente cubierta de nieve.
Las pruebas de la Bola de Nieve
Este escenario se propuso para explicar algunas evidencias geológicas inconsistentes con los modelos climáticos tradicionales (principalmente, depósitos de hierro en lo profundo de los océanos y la existencia de algunas piedras llamadas tillitas) y también una inconsistencia de la evolución de las bacterias (de acuerdo con los análisis genéticos) que indicaría que todas o la mayoría de especies actuales descienden de bacterias que vivían en ambientes extremadamente cálidos.
La supervivencia de unas pocas extremófilas
Esto no es una contradicción. En la eventualidad de una glaciación, más y más territorios de la superficie terrestre habrían sido cubiertos por la nieve inclemente, acabando con toda posibilidad de que la vida sobreviviera. Los pocos supervivientes serían las bacterias adaptadas a climas extremos como los volcanes, las aguas termales o las chimeneas del fondo del océano, que gracias al calor que emana del núcleo terrestre habrían evitado congelarse del todo. Estas bacterias habrían sobrevivido en algunos pocos reductos mientras la totalidad de la tierra se encontraba cubierta por los glaciares.
Afortunadamente las bacterias no son animales. Pueden sobrevivir en miles de espacios diferentes y no requieren de mucha energía, además, millones de ellas pueden vivir en un centímetro cúbico de suelo. Puede que los reductos de la vida fueran pocos, pero en estos lugares (diminutos a escala terrestre) billones, quizás trillones de bacterias supervivientes habrían sentado las bases de la futura reconquista de la tierra, tras el derretimiento de los glaciares. Este nuevo mundo, además, vería el surgimiento de las especies de plantas y animales complejos de las que descendemos.
¿Volveremos a ver una catástrofe de esta magnitud?
De acuerdo con los científicos, los cambios en la composición química del aire hacen extremadamente difícil que un proceso semejante se repita: las glaciaciones en la edad de los animales han estado limitadas a los polos y jamás han alcanzado el ecuador o las zonas tropicales. Sin embargo, un conjunto de eventos desafortunados podría llevar a que este fenómeno se repitiera (por ejemplo, una conjunción entre la disminución de gases de invernadero y una temperatura anormalmente baja en la superficie solar), y de llegar a suceder esto significaría el práctico final de la vida compleja sobre la tierra. La evolución tendría que volver a comenzar sobre pilares apenas un poco más complejos que los de hace 600 millones de años.
Un apocalipsis de esta magnitud difícilmente podría ser evitado por la humanidad… más que abandonando para siempre la superficie terrestre o penetrando su corteza y viviendo de la energía que emite su núcleo. Sin embargo, en vista de que las preocupaciones actuales le apuntan más a un calentamiento que a un enfriamiento, es conveniente no preocuparse por la eventualidad de esta catástrofe sino trabajar en los problemas actuales.
Sin embargo, la teoría de la “Tierra Bola de Nieve” nos recuerda lo vulnerables que somos y el alcance de las fuerzas naturales. Al fin de cuentas, si la humanidad ha de sobrevivir, lo hará enfrentándose a nuevos de estos desafíos… quien sabe, quizás incluso a otra glaciación catastrófica.
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