Casi nadie se imaginaría en esta época, que una persona con ciertos conocimientos magísticos pudiese transformar su cuerpo de humano a un animal. A eso se le conoce en México, como el nahualismo. Y son famosas las historias de nahuales en tierras mexicanas y centroamericanas, porque provienen de culturas ancestrales como los toltecas, aztecas, mayas, zapotecas, entre otras, hace siglos y quizá milenios. Las leyendas y relatos de brujos y brujas capaces de tales proezas, todavía siguen siendo muy populares. Precisamente, a continuación veremos la aterradora experiencia de unos jóvenes campesinos con una extraña criatura sobrenatural:
De la calma al espanto
Veracruz, México. Diciembre 8 de 2016, 22:34 p.m. Hacienda “el guamo”. Un grupo de seis amigos que habían culminado sus labores de toda la semana en aquella ranchería en Tempoal. Se hallaban reunidos alrededor de la fogata, compartiendo y hablando de todo un poco. En esas zonas rurales, en la noche sólo se escucha la orquesta de los grillos y las cigarras, acompañada con el sonido del viento y el ladrido de uno que otro perro.
Las horas pasaban rápido y en menos de nada, ya era la media noche. El clima de esa zona es muy cálido, así que los muchachos no vieron inconveniente en refrescarse un poco en un poso cercano y disfrutar del cielo estrellado que los iluminaba. Uno de ellos, Alberto Castaneda, portaba siempre un Marlin 22, totalmente abastecido de unas municiones muy particulares: se trataba de balas rezadas para matar nahuales.
Castaneda era un hombre que siempre andaba pendiente de responder ante una situación de peligro, porque sabe bien que en esos territorios no sólo se deben proteger de los bandidos, sino también de las brujas y los nahuales. Eso es lo que afirman los lugareños casi en su totalidad. Es algo que va de generación en generación y desde niños se les inculca el respeto a esas entidades y a permanecer alertas y vigilantes ante cualquier peligro. De tal modo que cuando se tienen que defender de los denominados nahuales, magos negros capaces de convertirse en animales horribles, utilizan unas balas que previamente han pasado por un proceso ritualístico y mágico, a las que también llaman: las balas curadas.
Los demás no permanecían tan precavidos como Castaneda, pues nunca habían visto un nahual en sus vidas, aunque sí escuchado muchos testimonios. Pero cuando se andaban bañando en el pozo a esas altas horas de la noche, comenzaron a percibir que la luz de la lámpara que estaban usando, alcanzaba a iluminar a unos cuantos metros, a un animal grande y muy raro. Todos empezaron a sentir un mal augurio y suponían que les había llegado el momento de enfrentarse a un ser sobrenatural. Sintieron miedo y desesperación, sobre todo por el aspecto de semejante criatura: tenía unas enormes orejas que le colgaban hasta el piso y tenía el rostro de una lechuza diabólica.
De repente, Castaneda les dijo a los demás que ese animal no era normal. Apenas asimilaron la situación que estaban enfrentando, el hombre tomó el rifle y decididamente lanzó varios tiros hacia la criatura y trataba de atinarle a la cabeza. Cuando ya lo tenía en la mira de volarle la parte superior del cuerpo con el arma, algo extraño sucedió: el rifle quedó trabado. Nunca antes le había fallado el arma y en ese instante, parecía que nada le funcionaba y estaba totalmente encasquillado. El diabólico animal los miraba fijamente, como si se estuviese burlando y alimentando de su temor. Fue cuando Castaneda le apuntó al pecho, cuando por fin salió un tiro y el animal ante el impacto, salió corriendo a toda velocidad.
Los jóvenes salieron corriendo también; querían atraparlo a como diera lugar, pero éste avanzaba a gran velocidad por el pastizal. Fue entonces cuando de pronto se oyen galopes fuertes y cercanos, cada vez más pronunciados, pero no se veía a nadie. No paraban de correr y llegaron a una arbolada, donde finalmente le perdieron el rastro. Cuando se percataron de dónde estaban, el miedo y la adrenalina aumentaron, puesto que se hallaban en un lugar maldito y reconocido por ser el punto de encuentro de brujas y hechiceros para sus aquelarres.
Del miedo, se hicieron en los pantalones
En vista de las circunstancias decidieron devolverse, pero el terror casi ni los dejaba mover, peor cuando un aullido quebrantó el silencio y las lámparas se apagaron. Quedaron totalmente a oscuras. No tuvieron más opción que salir corriendo despavoridos y mientras esto, se escuchaba una temible voz de ultratumba que les gritaba toda clase de groserías y amenazas. Castaneda le respondía con varios tiros y al igual, uno que otro insulto.
Después del gran ruido de los disparos y los gritos, todo volvió a quedar en un silencio penetrante. Los jóvenes estaban pegados uno junto al otro y detrás de Castaneda. Retrocedieron 300 metros y cuando se cercioraron que ya no eran perseguidos, salieron corriendo con todas sus fuerzas hasta llegar de nuevo a la galera. Dos de ellos literalmente mojaron los pantalones. Según cuentan, lo que vivieron sobrepasó los límites… Otro de los muchachos no paraba de llorar y trataba de negarse todo lo acontecido.
Obviamente, esa noche ninguno pudo dormir y Castaneda no dejó de abrazar el rifle hasta el amanecer. Sólo reinaba el espanto y la zozobra. Al otro día, la vecina de otra hacienda cercana, llegó a preguntarles por los numerosos disparos y gritos que escucharon a la madrugada y a contarles que “Juancho”, uno de los trabajadores de dicha finca de al lado, había aparecido muerto, con un disparo en el pecho.
Todos concluyeron que Juancho se dedicaba a la brujería y el nahualismo, porque ya antes varios lo habían acusado de causar mal por la región, transformándose en un horrible animal. Desde aquella vez, nunca más han podido recobrar la calma y la tranquilidad. Por diferentes partes de las zonas rurales mexicanas y centroamericanas, cosas así se cuentan a gran escala.
Imágenes: wikipedia.org (all)