La venganza del indígena: la destrucción de las tribus y la Maldición de Tecumseh

La venganza del indígena: la destrucción de las tribus y la Maldición de Tecumseh

«Escuchen, mi gente. El pasado habla por sí mismo. ¿Donde están hoy los pequot? ¿Donde están los narragansett, los powhatan, pocanokets, y otras poderosas tribus de nuestra gente? Se han desvanecido ante la avaricia y la opresión del hombre blanco, como la nieve ante el sol del verano…. Mirad a lo ancho, sobre su alguna vez bello país y ¿qué veis ahora? Nada salvo los estragos de los destructores caras-pálidas. Así será con ustedes creek, chickasaw, choctaw. La aniquilación de nuestra raza es inminente a menos que nos unamos en una causa contra el enemigo común«

Tecumseh a las tribus indígenas

La Conquista de Norteamérica

La colonización británica de Norteamérica fue bastante diferente a la colonización ibérica de centro y Sudamérica. Al contrario que los españoles, los ingleses no se encontraron con grandes sociedades complejas sino con confederaciones de tribus y sociedades muy dispersas.
Por esta razón, jamás pudieron conquistar grandes Imperios y fundar sobre ellos sociedades como la mejicana o la peruana. Los británicos, en cambio, se encontraron con grandes extensiones de tierra baldía que fueron colonizando poco a poco mientras establecían alianzas con las tribus aledañas. Originalmente más una necesidad que un complot, estas alianzas servían tanto a las tribus como a los colonizadores para enfrentar grupos enemigos (otros europeos aliados con otras tribus).
Con la Independencia de los Estados Unidos, Gran Bretaña salió del escenario y los norteamericanos comenzaron a ambicionar, más y más, la tierra que se extendía por el horizonte. Sin embargo, para entonces las tribus indígenas llevaban casi dos siglos conviviendo con ellos y se habían acostumbrado a hacer la guerra a la usanza europea, usando armas con pólvora que conseguían mediante el comercio.

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El último sueño de la nación indígena

En el caso de las tribus de la costa atlántica, incluso habían adoptado muchas costumbres de los norteamericanos, convirtiéndose en temibles enemigos. Además, tenían un poderoso aliado: las colonias británicas en el Canadá que consideraban a los indígenas vitales en la contención del poderío estadounidense. Gran Bretaña había sido una de las principales instigadoras en la construcción de la Confederación Indígena, pues consideraba que un poderoso gobierno nativo podría limitar las posibilidades de sus enemigos estadounidenses. Además, no olvidaba el apoyo que los nativos habían prestado en la Guerra de Independencia (que luego había llevado a la masacre de muchas tribus).
Cuando estalló la Guerra entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, en 1812, los aliados indígenas eran una ficha clave para los británicos. Organizados en una Gran Confederación que buscaba imitar el modelo de su enemigo, confiaban en que podrían derrotar a los Estados Unidos, ampliar su territorio y garantizar la seguridad de su gente. Esto había sido obra casi de un solo hombre: Tecumseh, el gran líder indígena que comenzó la labor de confederar las tribus para así oponerse a los ataques estadounidenses que ya se sabía que buscaban aniquilar a los nativos.
La venganza del indígena: la destrucción de las tribus y la Maldición de Tecumseh

Tenskwatawa, hermano de Tecumseh reconocido por sus habilidades chamánicas

Fueron ellos precisamente quienes advirtieron de la inminente invasión a las colonias canadienses y quienes atacaron al ejército enemigo por la retaguardia.  Sin embargo, las cosas no saldrían bien.
Gran Bretaña estaba demasiado ocupada en la Guerra Napoleónica y las tropas de las colonias canadienses no eran suficientes para organizar un ataque a gran escala. Tras fracasar sistemáticamente en el norte, los estadounidenses marcharon al oeste y derrotaron a las tropas indígenas. Cuando llegaron los aliados británicos, en 1815 (luego de la derrota de Napoleón), y aunque fueron capaces de prender fuego a la capital estadounidense, ya era demasiado tarde para los nativos.
El último sueño había terminado. Tecumseh había muerto en la Guerra: sin líder, sin ejército, la Confederación se deshizo y los Estados Unidos tuvieron vía libre para destruir, una tras otra, a las tribus “civilizadas” del oriente. La posterior resistencia de los pielroja (en el occidente) no fue más que un acto desesperado: para entonces, ya no quedaba esperanza alguna.

La Maldición

Tenskwatawa, hermano de Tecumseh, sobrevivió a la Guerra y fue testigo de cómo el sueño de una nación nativa en Norteamérica se desvaneció del todo. Contrario a su hermano, él no era un guerrero, sino un chamán, encargado del dominio del aire y de la Tierra. Sufrió mucho, pues al contrario que su hermano él si vivió para ver la destrucción del sueño.
Fue entonces que lanzó la maldición. Según se cuenta, habría sido insultado por William Henry Harrison, un maquiavélico personaje que fue presidente de los Estados Unidos y se esforzó para destruir la alianza indígena usando métodos nada morales. En aquel entonces (1836) Harrison se estaba volviendo a lanzar a la presidencia.
Tenskwatawa dijo lo siguiente:

Harrison no ganará este año el puesto de Gran Jefe. Pero ganará la próxima vez. Y cuando lo haga él no terminará su periodo. Morirá en ejercicio.

Y luego añadió:

Pero les digo que Harrison morirá y cuando él muera ustedes recordarán la muerte de mi hermano Tecumséh. Ustedes creen que he perdido mis poderes, yo que hago que el sol se oscurezca y los pieles rojas dejen el aguardiente. Pero les digo que el morirá, y después de él, todo Gran Jefe escogido cada 20 años de ahí en adelante morirá, y cuando cada uno muera, que todos recuerden la muerte de nuestro pueblo.

La venganza del indígena: la destrucción de las tribus y la Maldición de Tecumseh

William Henry Harrison, primera víctima de la maldición

Nadie tomó en serio la maldición… hasta que Harrison murió en ejercicio, el 4 de abril de 1841. A partir de entonces, y por los siguientes 120 años, todos los presidentes elegidos en un año terminado en «0»  (es decir, elegidos cada 20 años) murieron en ejercicio. La lista incluye a Harrison, Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley, Warren G. Harding, Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy.
En 1980 Ronald Reagan fue el primero en sobrevivir, aunque sí se realizó un atentado en su contra (dicen algunos que por las fuerzas sobrenaturales que su esposa movió en su favor). En el 2000, George Bush también sobrevivió, por lo que la maldición parece haberse terminado.
Fuente de imágenes: 1: nativehistorymagazine.com, 2 y 3: wikipedia.org

Bibliografía ►
El pensante.com (diciembre 15, 2015). La venganza del indígena: la destrucción de las tribus y la Maldición de Tecumseh. Recuperado de https://elpensante.com/la-venganza-del-indigena-la-destruccion-de-las-tribus-y-la-maldicion-de-tecumseh/