Dentro de la mitología judeo cristiana, los ángeles desempeñan un papel fundamental. Los libros sagrados de estas religiones, como la Biblia, La Torá, El Talmud, El Zohar, entre otros, hablan de dos clases: las huestes angelicales que sirven fielmente al Creador y las que lo traicionaron y se rebelaron, siendo castigados y enviados al abismo.
Muchas personas a lo largo y ancho del mundo, relatan sus testimonios de haber presenciado de alguna manera, la intervención de esos seres alados divinales, con sus alas y vestiduras blancas. Sin embargo, también hay quienes rinden culto a los de alas negras, cuernos y cola. ¿En verdad existen estos seres dimensionales? Veamos: “la verdadera historia de los ángeles caídos”:
El origen del mal
Las escrituras narran que aquellos ángeles rebelados y traidores, fueron expulsados del cielo y arrojados a las entrañas de la Tierra, en mundos sumergidos o más conocidos como los mundos infiernos, desde donde corrompen a los seres humanos inyectándoles toda clase de bajos instintos y comportamientos bestiales, controlándoles su psicología sin que casi nadie lo note.
Por eso se les llama también demonios. Curiosamente, muchas otras mitologías de otras épocas y culturas, describen los mismos seres tanto de la luz como de las tinieblas sólo que con otros nombres, como en el budismo, la civilización egipcia, la mitología hindú, greco romana, etc. La misión más importante de estas criaturas infernales sería causar la perdición espiritual de todos los seres humanos.
Se cuenta que el líder o cabeza de todas las legiones demoniacas o ángeles caídos es Lucifer, el “Portador de la Luz”, representado en la serpiente tentadora que provocó a Adán y Eva a comer del simbólico fruto del árbol del conocimiento, tentados a convertirse en auténticos dioses y por eso se atrevieron a comer aquella manzana prohibida.
Entonces, según los libros bíblicos y rabínicos, Lucifer recibió un fuerte castigo por haber provocado la corrupción del hombre. Se le ha llamado Satanás, desde aquel entonces, aunque las versiones están divididas y algunos consideran que son dos seres diferentes. Pero el punto específico es que se presentó un contrincante de Dios y por ello se generó una gran batalla.
La gran batalla de las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal
San Miguel figura en la historia como el ángel que igualaba en belleza y en poder a Lucifer y su misión fue expulsarlo del cielo a él y a todos los ángeles que decidieron apoyarlo, mismos que se estiman fueron 200 desertores, cuya condenación fue vagar por el inframundo y la Tierra, hasta el final de los tiempos.
Después de la batalla del cielo y de la expulsión de las primeras legiones, fueron cayendo algunos otros, al verse muy tentados a intimar con las mujeres humanas, cayendo presos en las garras de la apasionada lujuria, la vanidad, la desobediencia, el orgullo, etc. Prácticamente, se desarrollaron en ellos los denominados siete pecados capitales.
Algunos de esos ángeles caídos por el encanto de los placeres lujuriosos, según los libros judaicos, fueron por ejemplo Samael, Azael y Semyazza, quienes cayeron enamorados de algunas mujeres de la Tierra y por ello, fueron desterrados de los mundos superiores celestiales.
Luzbel, aquel ángel de gran mando y belleza que superaba casi a todos los ángeles del cielo, al punto en que los dirigía y comandaba, cometió el error de creerse de un nivel superior al del mismísimo Creador. O actualmente conocido como el demonio Azazel, que en aquel mítico pasado era un querubín de alta jerarquía y ahora se encarga de llevar conocimientos de armas y guerras a la humanidad. O ni qué decir de Asmodeus, el padre de la orgía, el adulterio y la lujuria.
En el postulado judeocristiano, la división habría comenzado por una prueba a la que Dios sometió a los ángeles y consistía en que les reveló en visiones, la futura encarnación de Jesucristo, su Hijo Divinal, advirtiéndoles que a Él deberían servir y adorar eternamente.
Pero Luzbel se manifestó en contra radicalmente, porque no quería ser reemplazado por alguien superior. Entonces, lleno de ira y de orgullo, convenció a casi la tercera parte de los ángeles, para que se rebelaran junto con él y fue cuando levantó un grito de guerra, que se menciona en las escrituras y a la letra dice: “No serviré y seré igual al Altísimo” (Is. 14, 14).
Desde ese momento, la batalla entre las fuerzas de la Luz y de la oscuridad es cada vez más frenética y en ese orden de ideas, la humanidad estaría en medio de la terrible guerra y sería la protagonista.
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