Una mente brillante
Todos recordamos a Sir Isaac Newton por sus magníficos aportes a la física y la matemática. Desde que Kepler, un par de siglos atrás, determinara que las órbitas de los planetas eran elípticas y no circulares, miles de científicos alrededor del mundo luchaban por crear la teoría que explicase el pulcro funcionamiento del universo.
Newton fue más lejos. Logró demostrar que el cielo no es más que una extensión de la Tierra (o viceversa) y que las mismas reglas aplican aquí, en el mundo terrestre, y en la bóveda celeste. Lo que es aún más impresionante, lo consiguió elaborando tres simples leyes, las tres leyes que luego habrían de convertirse en los pilares de la física por más de dos siglos.
Pero Newton no se dedicó única ni especialmente a descubrir los secretos del Universo. Era un hombre cristiano, profundamente creyente, y pasó gran parte de su vida entre la Biblia y libros de la tradición mística occidental muy vinculados con las creencias cristianas: Newton antes que un científico fue un hombre de Dios y un alquimista dedicado a la búsqueda de la Piedra.
Y entre los grandes análisis que hizo de estas fuentes se encuentran una serie de predicciones realizadas con base en indicaciones divinas que, según él, se encuentran en las escrituras. La más interesante y conocida de sus predicciones habla del año 2060 como el fin de la civilización humana.
La profecía de Isaac Newton
Y digo de la civilización humana, y no de la humanidad, porque no está del todo claro si el cambio será una catástrofe que llevará a la muerte terrena de todos los seres humanos o si será más bien el arribo de la paz y la Segunda Venida de Jesucristo, algo que muchas creencias cristianas sostienen regularmente.
En cualquier caso, el científico pasó años, décadas quizás estudiando concienzudamente la biblia, buscando las pistas que pudieran indicar cuando sería el fin de los tiempos. La solución la encontró en los tiempos proféticos de 1260, 1290, 1335 y 2300 días que aparecen en el Libro de Daniel. Newton entonces comenzó a buscar cuál de los números indicaría la cantidad de años que habrían de pasar luego de un evento específico para que el mundo por fin terminase:
Entonces el “tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo” son 42 meses o mil 260 días o 3 años y medio, contando 12 meses por año y 30 días por mes como era hecho en el calendario del año primitivo. Y los días de las bestias de vida corta puestos por los años de los reinos vividos, el período de mil 260 días, si se cuenta desde la conquista completa de los tres reyes en el año 800 después de cristo, terminará en el 2060 después de Cristo. Podría terminar después, pero no veo razón para que termine antes.
En el año 800 Carlomagno “funda” una tradición imperial que dará muchísimo poder a la Iglesia Católica (y en particular, al Papa), algo que Newton vincula al surgimiento de Babilonia y la posterior destrucción de la ciudad pecadora.
Como vemos, no fue un cálculo particularmente sorprendente. Resulta fascinante que un hombre capaz de descubrir la naturaleza misma del universo construyera análisis tan sencillos de algo tan fundamental como lo es el apocalipsis. Pero ciertamente la figura de Newton tiene una gran credibilidad y no cabe duda de que muchos considerarán que podría haber estado en lo correcto.
Pero en cualquier caso, aún faltan 45 años para que lo sepamos.
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