El primero de los documentos encriptados de Beale
Los orígenes de la leyenda
De acuerdo con la historia, que ha corrido de voz en voz por más de dos siglos, la historia de los papeles de Beale comienza en los 1820’s cuando un hombre de Virginia (Estados Unidos) llamado, precisamente, Thomas J. Beale entregó un documento a un llamado Robert Morris antes de desaparecer completamente de la escena pública. El posadero tuvo en su poder la caja por 23 años antes de abrirla, pero lo único que encontró fueron tres documentos en un lenguaje que no era capaz de comprender.
El hombre mantuvo la caja en sus manos por varias décadas, pero antes de morir se la pasó a un amigo muy estimado quien pudo comprender que los papeles tenían en verdad un mensaje encriptado. Para 1885 el hombre había sido capaz de descifrar el primero de los documentos. De acuerdo con su interpretación, en éste aparecía información sobre un supuesto tesoro escondido, cuya localización había sido escrita en los otros dos documentos. El hombre entonces publicó los dos manuscritos restantes en un panfleto que salió a la luz en la segunda mitad de los 1880’s.
El segundo papel de Beale
El tesoro perdido de Thomas J. Beale
En el primer panfleto, Beale había escrito la historia detrás del tesoro oculto. De acuerdo con el documento, el hombre había sido elegido líder de un grupo de 30 aventureros de Virginia, quienes se dirigieron a la entonces zona española de Santa Fe mientras cazaban búfalos y dieron con una rica y productiva mina de oro y plata. A lo largo de 18 meses, el equipo retiró miles de kilogramos de metales preciosos, que transportaban en secreto a Virginia, donde los enterraban en una locación solo conocida por él y sus hombres.
De acuerdo con el relato, Beale sabía de los peligros que acechaban en una labor ilegal en la frontera de la Nueva España, por lo que decidió entregarle a Morris (una persona de confianza) los tres documentos en los que estaba oculto el lugar del tesoro, así como los dueños y legítimos herederos. Beale solicitó al posadero que no abriera la caja a menos de que él o sus hombres desaparecieran, y que en pocas semanas le haría llegar un mensaje con la clave para descifrar el secreto.
El tercer documento
El mensaje del segundo papel
Muchos años después, sería un amigo de Morris el que, usando una copia de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos descifrara el segundo documento. En sus páginas aparecía el siguiente mensaje:
“He depositado en la zona rural de Bedford, a unas cuatros millas de Buford, en una excavación o bóveda, seis pies bajo la superficie del suelo, los siguientes artículos, que pertenecen a las personas cuyos nombres se dan en el número tres:
El primer depósito consiste en mil catorce libras de oro y tres mil ochocientas libras de plata, depositadas el dieciocho de Nov. El segundo se hizo el veintiuno de Dic. y consiste en mil novecientas siete libras de oro y mil doscientas ochenta y ocho de plata; también joyas, obtenidas en St. Louis a cambio de plata para ahorrar en el transporte y valoradas en mil trescientos dólares.
Lo arriba mencionado está asegurado en cofres de hierro con cobertura de hierro. La bóveda está burdamente marcada con piedra, y los depósitos se encuentran en roca sólida y están cubiertos con otros. El papel número uno describe la localización exacta de la bóveda, para que no haya dificultad alguna al encontrarla.”
Tras haber publicado los tres documentos, muchas personas comenzaron la búsqueda por el secreto que les brindaría acceso al tesoro oculto. Además de que ya habían pasado más de 60 años desde que se enterrara, los papeles encriptados ya eran de dominio público, por lo que a pocos les importaba entregar el tesoro a sus legítimos dueños y buscaban quedárselo para sí. Sin embargo, pasó el tiempo y nadie clamó haber descubierto el tesoro.
De acuerdo con los expertos, mientras que el segundo papel es relativamente fácil de resolver, los otros dos han resultado tener un código completamente novedoso y nadie, hasta el momento, ha sido capaz de resolverlos.
¿Fraude o secreto no revelado?
Esto ha llevado a muchos a afirmar que en verdad la publicación de los documentos fue solo una farsa y que el tal tesoro de Beale jamás existió. Aunque posible, es poco probable que algo así haya sucedido, ya que ninguno de los que pudiese haber orquestado la supuesta farsa obtuvo un céntimo de ello.
Por su parte, muchos consideran que hace tiempo alguien debió descubrir el secreto, pero que prefirió mantener esto oculto para evitar demandas de los herederos y para evitar los peligros que conlleva volver de conocimiento público que uno se ha vuelto fabulosamente rico. Aunque no sea posible determinar si alguien ya encontró el tesoro (o incluso, si este existe), lo cierto es que el relato de los papeles de Beale ha motivado a centenares (quizás miles) de aventureros que han decidido explorar palmo a palmo el área en la que supuestamente se ocultó el tesoro. Lamentablemente, al día de hoy su existencia sigue en las sombras.
Ah, y si algún lector está interesado en tratar de resolver el misterio, las tres imágenes presentes en el artículo corresponden a los tres papeles encriptados de Beale.
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