Una famosa banda de Yagunzos bajo el liderazgo de Lampião
Un caso de Brasil
Entre las grandes extensiones de tierra de la Republica Brasileña, hay un lugar muy característico llamado “El Sertón”, este lugar ubicado en las regiones de Minas Gerais y otras situadas al Noroeste de Brasil, tiene una peculiaridad histórica muy violenta y triste, pues fue por mucho tiempo el espacio geográfico al que nadie deseaba ir en Brasil, todos los ladrones y personas que tenían que pagar una condena, fueron enviados allá, sacando a toda la población que no se deseaba de las grandes urbes y dejándolos en un espacio lejano y árido donde nada se podía producir.
La tristeza de estos hombres se volvió en odio cuando llegaron a un territorio violento, tenían que luchar con los Indígenas antropófagos que vivían ahí y desarrollaron una forma de vida muy particular: la ley del más fuerte.
El surgimiento de los Yagunzos
Para sobrevivir, los hombres se tenían que hacer respetar. Es por ello que convirtieron eso en su forma de vida. Se afilaban los dientes hasta que les quedaba puntiagudos, se dejaban crecer las uñas como garras, llevaban ropa de guerreros todo el tiempo, y lo más horrible: iban armados hasta las rodillas.
Cada hombre del Sertón tenía esta forma de vida. Se organizaban en grupos de hombres, creando verdaderas pandillas salteadores, así lograban enfrentarse a otros yagunzos y a los hombres armados del ejército que iban allá para intentar solucionar los problemas de conflicto, pero todo fue en vano. Lo que sucedía con las mujeres era más humillante. Ellas eran tratadas como prostitutas la mayoría de las veces, pues la violación se volvió una forma de vida para estos maquiavélicos asesinos. Es por ello que preferían organizarse en el negocio del libertinaje y no tenían otra posibilidad mayor que ganar dinero mientras sufrían. Si tenía suerte, un yagunzo podría casarse con alguna de ellas, aunque ellos preferían matar y no buscar ningún pacto con otro humano. Aunque los más crueles llegaron a tener sus parejas, los hijos no eran reconocidos en público y siempre crecían bastardos.
La misma banda, luego de haber sido asesinada
La guerra se salió de las manos cuando acabaron a los indios. Sólo quedaron hombres deseosos de poder, el menor insulto ya era motivo de muerte y así vivieron durante 200 años, hasta los sesentas del siglo XX, años en que el gobierno los eliminó para crear nuevas urbes y eclipsar a su vez, el problema social.
Hermógenes y sus alianzas con el diablo
Fue un cruel yagunzo encargado de una guerrilla que exterminaba a otros grupos de yagunzos por cuantiosos pagos que pagaban algunos comerciantes. Por ser el líder, era una figura terrorífica que no descansaba hasta zacear su apetito de sangre. Muy conocido por todos los terrenos del Sertón, el gobierno quiso cazarlo a él y su cuadrilla. Para ello enviaron un contingente para matarlos a todos, muy parecido como hicieron con el cangaceiro Virgulino Ferreiro da Silva y su mujer Maria Bonita.
Comandó por todos los Campos Generales, hasta el interior del Sertón, donde sólo había un profundo desierto, así juntó más hombres para darles mayor estatus. Muchas veces los hombres morían de enfermedad porque se quedaban sin comida cuando atravesaban terrenos resecos donde no crecía ni siquiera la maleza. Lógicamente andaban a caballo por todo el territorio, así que las distancias andadas eran muy lejanas.
Ellos se perdían y morían de inanición por todo el extenso territorio, entonces recurrían a prácticas caníbales. Para que eso no se volviera un problema moral, los líderes drogaban a sus soldados, así creían comer carne de caballo, cuando en verdad era humana. Hermógenes prefería hacerlo sin consumir ninguna droga.
Un yagunzo en su casa
El ejercito en el Sertón
La lucha contra el ejército brasileño fue muy cruda por las artimañas que utilizaban para cazar a los yagunzos. Pero Hermógenes ideó un plan para atacar las huestes del ejército: consistió en enviar 30 hombres por unos peldaños de tierra y comenzar a disparar mientras pasaban los hombres del coronel Riveiro, al mando de una tropa de 100 hombres.
Este fue un golpe atroz para los militares, pero luego de eso mandaron acabar las poblaciones donde vivían los civiles. Las personas del Sertón usualmente se dedicaban a oficios de hacienda. Cuidaban gallinas y alguna vaca, pero siempre tenían algún enlace con los yagunzos, sólo los más violentos o los más inteligentes podían construir otras formas de vida.
La destrucción de casas y algunos poblados habían ocasionado que se revelaran los hombres de Hermógenes y lo despellejaran, enviando los pedazos al general al mando. Este los perdonó, pero los agregó al ejército, por eso, los hombres del asesinado fueron los encargados de comandar las fuerzas que mataran a los hombres armados que quedaban en estas tierras.
Al final, el Estado Brasileño tomó fotos a hombres del Sertón que más se habían resistido, aunque ellos aparecían muertos. Era un claro mensaje a los insubordinados, a todo aquel que intentara ir contra las fuerzas opresivas, pero nunca solucionaron el problema de la pobreza. Aún hoy en día, estas tierras permanecen inhóspitas por culpa del abandono. Brasil creció hacia afuera y la delincuencia ha vuelto por segunda vez a las solitarias tierras del Sertón.
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